BREVE HISTORIA DE CÁCERES
CXIV
Las Conquistas XIV
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.
El
problema que planteaba la repoblación del territorio cacerense, era el mismo
por el que habia pasado Alfonso IX para repoblar su reino de León y Galicia, y
a ello se remitía para poblar Cáceres. Judíos, Moros, ya fueran libres o
esclavos los que no respondieran por ninguna deuda o delito, ni por enemistad o
creencia religiosa, el problema de persecuciones por religión y razas, quedó
para siglos más tarde, y los que aún hoy día sufrimos, pregonado por las
derechas rancias y casposas y sus seguidores de mente obtusa, entre ellos mucha
gente menguada y obrera, que se hacen caso de las mentiras vertidas por odio en
las redes sociales, “paguitas, viviendas, comida, trabajo” esta gente de mente
simple jamás quedan ver la verdad, pero esto, esto es otro tema.
Más los
musulmanes “moros” y judíos que quedaron en Cáceres, en el barrio que llevaba
su nombre “Calle Moros” hoy General Margallo, la judería Vieja, hoy barrio de
San Antonio de la Quebrada, detrás del impresionante Alcazaba, donde es casi
seguro que fueran buscando el amparo militar y sobre su sinagoga, se levantaría
después la ermita dedicada a la advocación de San Antonio de Padua.
“En 1470,
Adolfo Golfín, pidió licencia al obispo de Coria, Iñigo Manrique de Lera, para
construir iglesia en casas de su propiedad, y donde antes rezaba el judío, le
concedió la licencia el prelado y a últimos de este año, el párroco de San
Mateo, ofició la primera misa”
Primeros
Pobladores:
“Su
extensa área revela su importancia en aquellos tiempos, de Norba Caesarina,
fundado hacia el 24 a.c. por Cayo Norbano Flaco, propia no de un vicus, o
municipio tributario de una colonia, sino una gran población, pues podía
albergar a unas cinco mil personas, número elevado, en el que por entonces, en
la que ciudades como Tarragona, que era capital de provincia a la que daba
nombre y abarcaba la mitad de España, no contaba con más de seis mil
habitantes.
Construido
el pueblo, es natural que acudiesen a él los aborígenes del contorno, propicios
a disfrutar de las relaciones sociales y comodidades que ofrecía la vida
urbana, demostrando su engrandecimiento, el gran número de, Piras, (piras
funerarias,) Cipos (Pilastras o columnas erigido en menoría de alguna persona)
cenotafios (monumentos funerarios), Exvotos (ofrenda hecha a una
divinidad) y copiosas inscripciones, unas conservadas muchas desaparecidas, en
las que refulgían los ilustres y universalmente conocidos , los sobrenombres de
las familias Cornelia, Celsa, Nigelia, Norbana, Sulpicia, Quintina…
No es de
presumir que todas hubiesen venido a habitar, en Norba Caesarina desde que se
fundó, lo más probable es que se hubiesen inscritos en su vecindario, cuando el
emperador Marco Salvio Otón, 28-abril - 32 d.c.- 28 abril de 69 d.c. recordando
la estancia de esta parte de España, como legado de sus predecesores Neón y
Galba, envió a sus poblaciones principales muchas familias patricias, para que
aumentasen su contingente y le dieran lustre.
La
irrupción de los pueblos germanos, debió mermar un tanto su vecindario,
pero cuando llego el diez irae (día de la ira), fue cuando Leovigildo aniquiló
la ciudad de Norba Caesarina, la reconstrucción debió de ser lenta y muy
laboriosa, siendo este periodo histórico el de la dominación agarena, el más
oscurecido, escondido, poco claro, de su pasado, lo único claro es que en este
periodo la cerca amurallada no se amplió, teniendo espacio suficientes para
cobijar a sus residentes , en su mayoría militares, durante muchas
centurias fue uno de los centros de confinamiento más importante de la región,
calificado gráficamente por don Lucas , obispo de Tuy, como Oppidun fortissimum
barbarorum, (ciudad fortísima de barbaros).
Rescatada
definitivamente por don Alonso IX de León, este monarca estimó en gran manera,
y contado con hacerla centro de un dilatado distrito, le señaló un término
amplísimo, para que con sobrados elementos de vida se multiplicarse el
vecindario, neutralizado así el natural recelo que este abrigaba en un
principio de perder cuanto tuviera, si tornaban a apoderarse de ella de nuevo
los musulmanes, prohibió a las órdenes religiosas tuvieren propiedad inmueble
en la villa, dio a esta un solo fuero para nobles y plebeyos, eximio a sus
pobladores del pago de montazgo, les reveló de toda deuda y compromiso
contraído antes que la villa se conquistase, y les dio un mes de ferias, tiempo
en verdad excesivo, pero con el cual el Rey procuraba, que los feriantes se aficionases
al medio ambiente cacerense, y aquí se establecieron si no todos muchos de
ellos, Castellanos , Leoneses, Gallegos Portugueses, fueron el origen de los
primeros pobladores.
Moros
quedaron pocos en la localidad, los que persistieron en ella, fueron los
judíos, raza que conviven con todos los pueblos y todas las religiones, cuyo
núcleo principal moraba en el barrio de San Antonio de la Quebrada, con su
sinagoga en el sitio que ahora ocupa la ermita del mismo santo, estamos
hablando del barrio de la judería vieja, la judería nueva surgió dos siglos más
tarde, por la calle de la Cruz y alrededores” ·
“Vinieron
los tiempos de Juan I de Castilla, que se enzarzó en guerras con los
portugueses, tratando de reivindicar para su esposa doña Beatriz, hija de
don Fernando, Rey de Portugal, la corona de su padre, pero la fortuna le
fue adversa, en la célebre batalla de Aljubarrota, en 1.385 siendo el día 14 de
Agosto, y entrando victoriosos los Lusitanos al año siguiente en nuestra
provincia, incendiaron y arrasaron, La Aliseda, Arroyo y otros pueblos de los
alrededores, vinieron sobre Cáceres y le pusieron sitio, y como no pudieron
tomarla , la incendiaron y destruyeron gran parte de lo edificado de muros
afuera.
Reconstruyéndose
la ciudad, en más o menos tiempo, pero ya en el siglo XV, se contaba como
formadas las calles de Fuente Nueva, Camino Llano, , San Antón, Parras,
Barrio Nuevo, Valdés, De los Mártires, que más tarde sería de Moros , por
haberse instalado en sus casas , muchos de esta condición , y hoy calle
Margallo, Nidos, Juan Peña, Roa, luego del Organista y más tarde Pedro de Sande
o Sande a secas, y Villalobos, es decir que ya en tiempos de los Reyes
Católicos, el pueblo cacereño era casi, como es hoy, a su trazado me refiero.
El
vecindario había crecido, según expresan ordenanzas que estos monarcas
dieron a la villa en 1.479, al resolver quejas de los judíos por razón de las
contribuciones, que el concejo les imponía, el número de vecinos subía a 2.000,
nunca había ascendido a tantos, más a los pocos lustro, volvió a disminuir la
población, primero con la expulsión de los judíos, la aljama cacereña era la
más numerosa de Extremadura, según el empadronamiento, en tiempos de Juan II, y
en segundo lugar, con el desbordamiento de población hacia el nuevo mundo,
donde gente de lustre, y aventureros que `persiguiendo unos las fortuna otros
para aumentar la propia, dejaron sus tranquilos hogares el busca del Potosí tan
decantado, partieron cientos y de ellos noventa y nueve, perecieron bajo las
emponzoñadas flechas de los americanos , a los rigores del clima, o a las
estrecheces de la miseria o el hambre , pero podía más el reclamo de la gran e
irresistible riqueza”.
En el
siglo XV, tenían los judíos casas sobre la plaza mayor, este era el recinto
donde se celebraban los tornos, juegos de cañas y demás justas, así como el
lugar de celebración de festejos.
El
morisco que, perduró durante más siglos, lego algunas de sus industrias, como
las filigranas e oro y plata, en telas sobrevivieron las labores del arte
Mudéjar con sus trabajos en telares, en cuestión de arquitectura predominaba el
elemento decorativo del Alfiz que, encuadraba el vano de puertas y
ventanas de las casas fuertes y palacios, y el uso de ladrillos en bóvedas
de rosca y el esgrafiado en los lienzos de paredes.
“Y en
estos terrenos, levantaron sus viviendas los gremios, adosados a la muralla o
muy cerca de ella, le correspondió al pueblo judío instalar sus tiendas en el
ángulo Noroeste, donde se encuentran las calles que se llamaron Zapatería nueva
y Zapatería Vieja, hasta la Torre del Horno, con vistas a la explanada que
desde su posición bajaba en declive, hoy la conocemos como Plaza Mayor, existen
documentos en el archivo municipal que permiten identificar las casas o tiendas
de los mercaderes que, durante y a partir del siglo XV, ocupaban la franja
del terreno que discurre por delante del Arco de la Estrella . En primer Lugar
y pegado a la torre de Bujaco, estaba el auditorio, tribuna donde se reunía el
Corregidor, Regidores y alcaldes de la Villa, donde celebraban audiencias y
daban lectura a los pregones, detrás entre el auditorio y la Torre, la Ermita
de San Benito y San Juan Bautista, edificio pequeño que, al desaparecer se
edificó en el la ermita de la Paz”.
“Y
cualquiera que muriese en Cáceres, o lo mataren en Cáceres se entierre”.
“Mando
tambien al Concejo de Cáceres y le concedo que tenga ferias, entre la ultima
quincena de abril y los quince días primeros de mayo, y en estos dos meses que
vengan seguros atreguados todos a los que a esta feria vinieran o quisieren
venir, tanto cristianos como judíos, como sarracenos como enemigos, así como
otros ya esclavos ya libres, así de la tierra de los sarracenos o de los
cristianos”.
“Demás
desto quiero que, la casa del clérigo que de mi mano tuvieren iglesias de
Cáceres, tengan la misma caución que mi palacio”.
“Mando
tambien que el concejo de Cáceres, no vaya a juntas con otros concejos, cuando
sucedieran, si no es al pié del puente de Alcántara, hasta que se vuelvan
recuperar los castillos de Trujillo, Santa Cruz, Medellín y después de la
recuperación destos, donde se adviniere con los demás concejos”.
Los
fueros, y los otros que surgieron, yo, nombrado Rey Fernando, concedo a
vosotros Concejo de Cáceres, y os confirmo y firmemente establezco que, se
guarden inviolablemente, si alguno quisiere quebrantar esta carta o disminuirla
en algo de lo que en ella está escrito, caiga en la ira de Dios omnipotente y
me pague una caución de mil áureos y el daño que sobre ella viniere doblado.
Hecha la carta en Alba de Tormes en día 12 del mes de marzo del año de 1269,
yo, el dicho Rey Fernando reinando en Castilla y Toledo, León y Galicia,
Badajoz, Baeza, esta carta que mandé hacer de mi mano propia roboro y
confirmo”.
Y dispuso
el fuero del que, en Cáceres muriese en Cáceres fuera enterrado, entonces las
iglesias y sus alrededores fueron siempre los lugares de enteramientos, pero
las constituciones sinodales del Obispo Francisco Mendoza y Bobadilla, obispo
de Coria (1533-1550) en 1537, dan una serie de disposiciones sobre los laudes,
“que no sobre salgan del suelo los enterramientos y que las mujeres no hagan
llantos sobre el suelo ni digan responsos, es decir el derecho de los
enterramientos dentro de las iglesias.
En la
Iglesia de Santamaria, iglesia del siglo XIII y Concatedral desde 1557, se
conservan dos lapidas del siglo XIII, en el muro oriental exterior hay dos
arcos ojivales de enterramientos, según algún cronista el cementerio interi0or
debió ser posterior, toda vez que la iglesia estaba aislada y desapareció la
calle al construirse el convento de Jesus, primero beaterio, después convento
de Jerónimas en el siglo XV, actual sede de la Diputación Provincial de
Cáceres.
También
en la iglesia de Santa María, bajo dos arcos dos lapidas de alabastros con la
inscripción;
“Aquí
yace en el enterrado, descansando, Miguel Juan Yáñez y con su generación de
hijos, nietos y biznietos y sus mujeres y yernos, era de 1354 febrero II.
En este
nicho don Juan con su mujer, los hijos y nietos en la segunda, en paz descanse
lector fiel de la Virgen Maria ( la Madre) saluda por los míos y mi abuelo a
nuestro señor era de 1354”.
Al
parecer restos son los enterramientos más antiguos encontrados en Cáceres, y en
ellos cuatro generaciones y es muy probable que la primera generación viniera a
la conquista, con las huestes de Alfonso IX.
En el mes
de ferias disponía el fuero que.
“quien
quisiere venir a esta feria de Castilla, de Aragón de Navarra, sean parte que
sean, judíos, moros cristianos ya enemigos, siervos o libres de cualquier parte
que sean vengan con siete treguas, o la tregua de Dios, que duraba desde el
miércoles por la noche al lunes por la mañana, y los que vinieren a esta feria
contratados que peche diez áureos, mitad para el Rey, mitad para el Concejo y
para el falsario el daño doblado”.
A través
de las rubricas de las cartas del fuero concedido a Cáceres y según el
cronista, queda bien dibujado y definido la organización de la villa cacerense
dentro de sus murallas, siendo el mayor problema la repoblación de la tierra
conquistada, ya que sin tener tiempo de descanso los conquistadores pasaron a
la Cuenca del Guadiana y la guerra contra el musulmán y la repoblación pasaron
a ser de interés primordial, León tenía agotado su potencial humano, no
conseguía una repoblación con la rapidez requerida para el territorio de
Cáceres, y unidas a la corriente emigratoria de Castilla con destino a
Andalucía que ofrecía terrenos más fértiles y mejor clima la puebla con más
facilidad, y con la nobleza que vino a la conquista y sus militares bajo la
bandera de San Fernando en sus grandes conquistas.
Y así las
cosas la Extremadura quedó sujeta a sus propios medios para poblar este extenso
territorio, leoneses, zamoranos, salmantinos, no habían llegado todavía a
romper con sus pueblos de origen, y el término municipal quedaba envueltos por
las Ordenes Militares, la del Temple, la de Santiago, la de Alcántara, estas no
admitían que gente extraña a ellos en sus encomiendas.
Así
Cáceres y todo su territorio quedó aislado, y teniendo que asimilar a moros,
unas veces como cautivos otros forros libres o transferido en collazos en sus
campos, más no existen noticias, según el cronista, que hablen de los que se
quedaron y de los que huyeron, aunque es de suponer que debieron de quedar en
buen numero, antiguos iberos, romanizado, arabizado y que nuevamente volvía al
cristianismo.
En el
fuero de las leyes hay un elemento manifestado, como es la Ordalía, en el que
todo queda a juicio de Dios, en la composición en la imposición de la pena de
muerte, en la de cortar manos al insolvente, etcétera, preocupa y mucho la
defensa de sus campos, de sus viñedos, de sus colmenas, de sus bosques y sus
leñas, de sus pastos y de sus ganados.
(Fuente
Orti Belmonte-Conquistas)
(Fuentes
Floriano Cumbreño-historia)
(Fuentes
Benito Simón Boxoyo-Noticias)
Agustin
Díaz Fernández

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