BREVE HISTORIA DE CÁCERES 

                                           CXXV

Linajes Cacerenses XI     

Berrocala                                     

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra .

Teresa Berrocal, Mujer alegre y de talente generoso, de vida un pelín relajada y trajinadora en la vida política local, de baja estatura y de regular carnes era doña teresa, pero muy graciosa y decidora,  siempre vestida de rapón, como las artesanas acomodadas de su tiempo, que fue a últimos del segundo tercio del siglo XIX, y que sus relaciones eróticas y sociales era muy numerosas entre todas las clases sociales, fue vendiendo vino, donde ella junto a su marido, juntaron un capital numeroso, con el que construyeron el barrio de casas denominado de la Berrocala, junto a la ermita de Santa Gertrudis, contaba  además con numerosa vacada de su propiedad, en ñps cercanos campos de Santa Ana, de la que solían salir reses, para surtir el coso cacerense cuando habia novilladas.

Los Muñoas, el Marques del Reino y demás prohombres liberales de la villa, contaban con ella siempre que habia elecciones de diputados, y no eran pocos los votos que proporcionaba.

El pueblo, muy dado a la chanza y poner motes y sacar coplillas, tomaron a doña Teresa, por ejemplo, y las musas la hizo objeto de las chanzas, que se cantaban a voz en grito por las calles:

                              A la Berrocala

                              La ha cogido el toro

                              Y metido el cuerno

                               Por el as de oro

                               A la Berrocala

                               La volvió a coger

                                Y metido el cuerno

                                 Por allí otra vez.

Y así las cosas, la generosidad y despilfarros de doña Teresa de Berrocal, dieron el resulto que por otra parte era de esperar, las ganancias de la tabla y la taberna, no bastaron a satisfacer gravámenes electorales, caminos profesionales y exigencias de majos, el capital fue menguando de día en día, hasta que la en otros tiempos festejada hembra, murió en la pobreza y tullida.

En su tercer matrimonio, fue en Talaván que contrajo nupcias con un arriero. Sin embargo, en este municipio ambos tuvieron un conflicto vecinal por el que acabaron en la cárcel por "injurias verbales".

Al salir de la prisión, decidieron quedarse en la capital cacereña y montar una taberna. Con el tiempo comenzaron a hacerse fuertes, económicamente hablando, ella con su establecimiento hostelero y él continuando con su labor de trajinero.

Teresa Berrocal Gómez nace en la localidad cacereña de Ahigal el 14 de octubre de 1787, donde vive hasta que se casa en 1809, ya embarazada, con el vecino de Valdeobispo Victoriano Morcillo García, 17 años mayor que ella. Este primer marido debió de morir pronto y Teresa se vuelve a casar con un tal Francisco Franco que también debió fallecer de forma temprana, pues el 31 de julio de 1820 Teresa se casa, de nuevo, con el vecino de Talaván Juan de Dios Barquero, cuatro años menor que ella.  Después de un tiempo viviendo en Talaván y de haber tenido ciertos problemas con la justicia, que acabó con el matrimonio encarcelado en Cáceres, Teresa y su marido se asientan definitivamente en la capital en torno a 1828, donde inician una nueva vida, desde la nada, que les acabó por convertir en acaudalados propietarios y personajes protagonistas de un periodo complejo en la vida pública, política y económica local.  La mayor parte de su vida en Cáceres fueron vecinos de la calle Moros. Empezaron su vida empresarial estableciendo una taberna en la Plaza de Santiago. Posteriormente se inician en el ramo de la carne y también en la adquisición de terrenos que van a destinar tanto a la creación de su propia ganadería como a la construcción de viviendas en las afueras de la ciudad. En el mes de febrero de 1836, Teresa y su marido adquieren, a la Cofradía de Santa Gertrudis, las ruinas de la antigua ermita del mismo nombre que se situaba en un descampado cercano a la Era de los Mártires, perpendicular al camino de acceso a la Peña Redonda. Por un importe de 1.266 reales se hacen con un amplio solar donde van a construir un total de 5 casas y un tinado para sus animales. En años posteriores, otros vecinos solicitan permiso para seguir edificando en ese espacio urbano, que ya aparece con el nombre de su principal promotora La Berrocala. Desde sus inicios la calle de La Berrocala se convierte en lugar de vecindad de familias humildes relacionadas con la actividad rural o el servicio doméstico. En 1887, cuando la calle de la Berrocala se encuentra plenamente trazada y ocupada, encontramos que en sus 61 viviendas habitan 200 vecinos de los que casi el 100% son población jornalera, a excepción de la lavandera Vicenta Cotrina, el hojalatero Eugenio Pino, el herrero Ángel Palacios o los zapateros Manuel Lozano, Fernando Macías y Celestino Holgado. Una calle que con el paso de los años se convierte en aledaña de las Casas Baratas, que poco a poco van a ir invadiendo el espacio baldío, en torno a la Peña Redonda, que bloqueaba el desarrollo urbano cacereño, debido a sus características topográficas.  Teresa Berrocal fallece en Cáceres el 16 de noviembre de 1862, a los 75 años de edad, viuda «pobre y tullida» a decir de Publio Hurtado. Su única hija había fallecido siendo niña y serán sus sobrinos los que heredarán lo poco que le quedaba. Teresa fue una persona diferente y peculiar que, gracias a su actividad como empresaria y mujer de su tiempo, ha quedado presente en el callejero de la ciudad que la acogió y a la que tanto debía. Hoy, la Berrocala es una céntrica y tranquila vía urbana de casas bajas, algunas reformadas, que sigue conservando la esencia de barrio popular y también el nombre de su extraordinaria fundadora, la singular Teresa Berrocala.

Muerte

Aunque no fue todo de color de rosa. Por un préstamo acabó en la ruina y murió a la edad de 75 años. "Ella fue muy popular en Cáceres, primero por tabernera, luego porque fue abastecedora de carne en el Mercado de Abastos y tenía mucha personalidad. En el siglo XIX se cartografió la ciudad y ya se especificaba como un barrio La Berrocala que se hizo extenso. De hecho, su legado todavía perdura, hay una calle que lleva este nombre.

(Fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento)

(Fuente el Periódico Extremadura)

(Fuente Jimenez Berrocal)



Agustín Díaz Fernández

 

 

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