BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                            CXXXI

Linajes Cacerenses XVII

Monroy.

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorrra

Excepcional familia, grandeza, poderío, bravura, ni en tierras cacerenses, ni en las extremeñas, ni probamente en todo el territorio de la península, se encontrara un  linaje tan rico, tan batallador, tan dominante, tan sagaz y tan arriesgados como lo fueron los miembros de la familia Monroy, que durante dos siglos y medio fueron la humillación de sus vasallos, la pesadilla de sus enemigos, la desolación de la provincia, que tuvieron a los monarcas en completa inquietud, de quienes en muchas ocasiones fueron favoritos,, y a cuyas hijas casaron los reyes con grandes caballeros, o que no quitó para que en ocasiones se conjurasen contra ellos y se declarasen sus más encarnizados enemigos.

Linaje que arranca con el Abad de Santander Nuño Pérez de Monroy, privado de los Reyes Sancho IV y de su esposa Maria de Molina, y gobernador de los reinos de León y Castilla, mientras el monarca se encontraba empeñado en las guerras contra el moro.

 Hernán Pérez de Monroy

Esforzado capitán del Rey Juan I, en sus guerras contra el de Portugal, matador de Juan Gómez de Almaraz, y muerte a su vez por el hijo de este. diego Gómez de Almaraz, familias estas que se odiaron de por vida.

Hernán Rodríguez de Monroy.

Servidor destacado del Infante don Fernando de Antequera en las guerras contra los árabes, casado con Isabel de Almaraz, heredera de la casa enemiga, mullidor de las asonadas locales de Plasencia, en donde pugnaba la primicia con la familia Toledo, Señores de Oropesa, y más tarde a la familia Zuñiga, dueños de la ciudad por donación que les hizo de ella el Rey Juan II.

Alonso y Rodrigo de Monroy.

Lucharon entre sí, los dos hermanos, hasta llevar la desolación y destrucción de sus estados, y la perturbación a los pueblos vecinos, mediado el siglo XV.

Maria de Monroy.

Mujer de carácter, que, convertida en fiera al ver muertos a sus dos hijos en la ciudad de Salamanca, por sus compañeros los Manzanos, llama a su gente, viste ropa de guerra, viaja a Portugal donde se refugian los matadores, y asaltando su morada los degüella, conduciendo sus cabezas chorreando sangre haca Salamanca, y las coloca encima de las tumbas de sus hijos.

Hedrigrado de Monroy, “El Bezudo”, Hijo de Rodrigo de Monroy, Hernando de Monroy, y Alonso de Monroy

Sus primos hermanos, hijos del Alonso “El Bezudo” Señor de Belvis, Almaraz y Deleitosa, el Hernando, Señor de Monroy y Las Quebradas, y el Alonso, clavero y más tarde Maestre de la Orden de Alcántara.

Nos cuenta el cronista, que describir los hechos de estos tres caballeros, seria como detallar la historia de Extremadura durante la segunda mitad del siglo XV, historias de revueltas y calamidades, en la que los tres primos, unas veces peleando unidos y otras en batallas fratricidas, no dejando tranquilas villas ni ciudades, expoliando alhóndigas y caseríos, y asaltando castillos y fortalezas, confabulándose para fines con los magnates mas veleidosos y alborotadores del estado, guerreando a favor de los reyes las unas y las otras veces en contra.

El primero que asentó en la villa cacerense, fue Hernando de Monroy “el Bezudo” aunque ya habia noticias con anterioridad de este apellido en la villa, Sancha Fernández de Monroy, casada con Fernando Arias de Saavedra en 1335, y Fernán Pérez de Monroy, “El Mozo” casado con Maria Gil Mogollón, en 1350, aunque este por falta de sucesores y la primera por ser mujer, no dejaron casa de este linaje, seria “El Bezudo” el que la estableció en 1467, casado con Inés de Aldana en segunda nupcias. Este fue el esforzado capitán que, ya batiéndose con los moros granadinos, ya con sus primos de los de la casa Belvis, y el Clavero don Alonso, unas veces ayudando a estos en sus empresas, otras capitaneando las tropas que las Hermandades de Cáceres y Trujillo, ofrecieron al Rey Católico para entrar guerreando en Portugal, sus gestas se pregonaban, su nombre de los más conocidos, sin duda era el soldado más predilecto de la fortuna.

De este caballero, si por el acaso alguien sigue las entradas de este blog, ya le dediqué una serie completa, con sus hechos y vida.

Gonzalo de Monroy

Respetable caballero de la villa cacerense, que costeó el retablo de la iglesia del Conventual de San Francisco, que remataba una figura de bronce y oro, representando a San Jorge, y que en unión de su esposa Isabel de Castro, otorgó testamento en 1571, fundando una buena Obra Pía, para dotar a los huérfanos, del edificio anejo al convento de los Franciscanos.



Contaban en Cáceres con dos casas, una en la colación de San Mateo, incluidas en la zona que hoy ocupa la iglesia de Jesuitas de San Francisco Javier, en la Cuesta de la compañía, y otra junto a la Puerta Nueva, en el Adarve, ubicada en lo que hoy es el jardín del palacio de Mayoralgo.

De los de la familia de Monroy, establecida en Cáceres, salió el Marquesado de Monroy, otorgado por el Rey Felipe IV, en 1634, a Sancho de Monroy y Zúñiga, gobernador de la plaza de Cambray, en Flandes que era el segundón de la casa, y ya Marques de Castañeda, este caballero tenia solo una hija de nombre Elvira, quien casó con su primo hermano Fernando de Monroy, poseedor del mayorazgo fundado por el “El Bezudo” el cual con permiso del Rey dio don sancho en dote, el Marquesado de Monroy, uniéndose de esta suerte el título y el marquesado de Monroy, al las siguientes generaciones este titulo y el mayorazgo, fueron a parar a la casa Condal de Montijo.

Años más tarde, Juan Maria Varela y Abraldes, en posesión de los estados de Monroy, acudió a la Reina Isabel II, pidiéndole auotrizacion para usar el título de Marqués de Monroy, que habiendo pertenecimos a sus antecesores y cuyos justificantes estaban incompletos, por haberse extraviado algunos, en el devenir de la familia, la reina con real orden de 15 de febrero de 1857, autorizo para que usase este título.

Doña María de Monroy “la Brava”

Aunque con ilustres ascendientes, incluso el historiador nos lleva hasta don Pelayo, se remonta la familia Monroy, para simplificar un mucho, he acortado el parentesco y me centro en los más cercanos a don Alonso de Monroy, que fuera Clavero y después Maestre de la Orden de Alcántara, este gigante guerrero, valiente y excepcional caballero, forma parte de la historia con mayúsculas de la tierra cacerense, y aun de la Extremeña, cuya vida y hazañas es la que me propongo resumir, tomando nota de lo que escribe don Alonso Maldonado, contemporáneo y amigo de don Alonso de Monroy.

María Rodríguez de Monroy nació en Plasencia en el siglo XIV, concretamente en el Palacio de Monroy también conocido como la Casa de las Dos Torres. Años más tarde contrajo matrimonio con Enrique Enríquez de Sevilla, Señor de Villalba de los Llanos trasladándose a vivir al palacio que su marido tenía en Salamanca.

Por aquellos años la ciudad del Tormes vivía un conflicto interno entre dos familias nobles enfrentadas, que luchaban por el control de la ciudad. Los continuos enfrentamientos llegaron a tener a la ciudad literalmente dividida en dos, ambas zonas se encontraban separadas por la Plaza del Corrillo, durante aquellos años un lugar inhóspito por donde los salmantinos no se atrevían a pasar. Este conflicto conocido como la Guerra de los Bandos se encuentra documentado desde principios del siglo XIV, pero no fue hasta el siglo XV cuando el enfrentamiento adquiriese más virulencia.

Doña Maria de Monroy, casada en Salamanca, con un caballero llamado Enriquez Enriquez de Sevilla, señor de Villalua, y como este se muriese, quedo doña Maria viuda, y harto mozo y hermosa, y quedase con dos hijos y una hija, supo dar tan buena cuenta de su persona, que fuese ejemplo maravilloso su vida, pues siendo sus hijos de doña Maria de Monroy, el uno de diecinueve años, de dieciocho el otro, en gran grado eran dispuestos, los dos Enriquez, tomaron estrecha amistad, con otros dos caballeros de la ciudad, y también hermanos que se apellidaban Manzanos, pertenecientes a la familia enfrentada desde el principio de los tiempos a la familia Enriquez.

Sucedió, cierto día de 1465, que el Enriquez menor, estando un día jugando, vinieron sobre porfías a reñir y echar manos de las espadas, de donde ocurrió que, los Manzanos y sus criados estuviesen juntos, mataron al Enriquez que solo se encontraba, al verlo muerto los Manzanos, tuvieron consejo que se temieron que, Enriquez el mayor, que se le conocía por muy buen mancebo, al enterarse de la muerte de su hermano, viniera a batirse con los que le habían quitado la vida, uno de ellos expuso que, seria a bien que le enviasen a llamar, para que se viniese a jugar, y que recién llegado le matarían, y a si fue hecho, para que no tuviesen nada que temer.

Llegado que fue el Enriquez mayor, le mataron en un corredor, y andándose paseando el uno junto el otro, un Manzano le hirió de grave herida, con un estilete, el Enriquez, echó mano a su espada, como hombre de valía y buen corazón, pero fue de poco provecho, porque luego le mataron, y los Manzanos se fueron a Portugal, para no tener que dar cuentas.

Sabida esta nueva por toda la ciudad, luego los parientes trajeron a los dos hijos delante de su madre, doña Maria, que tan regalados los habia criado, haciendo esquivos llantos, todos pensaron que doña Maria, perdiera la vida de pesar según los quería, y cierto era que el especto de los mancebos enternecía a quien quiera que los mirara, Doña Maria de Monroy, les ponía los ojos, sin echar lagrimas y sin echar lagrima y sin hacer ningún gesto propio de mujer, más, estaba con el corazón tan fuerte, que ningún varón se lo igualara, asaz se le parecía su gesto en la ferocidad de su ánimo, todos tomaron espanto de verla con tanto sosiego tras tamaña tragedia, los parientes de los mancebos muertos le dijeron que;

“Doña Maria, enterrad a los muertos”

A los que ello contestó:

“que ellos hiciesen lo que quisiesen de ellos”

Y en llegando la noche doña Maria de Monroy, cabalgó y se fue hacia su señorío de Villalua, llevando consigo a veinte de a caballo muy bien armados, diciendo:

“no quiero que maten a traición como han hecho con mis hijos”

Al llegar a mitad del camino, juntó a los suyos y les hizo un habla, en la que:

“les muestran su corazón, que es vuelto todo a la venganza de sus hijos, y que su presunta huida habia sido para esto”.

En gran manera espantados la gente suya, le respondieron:

“que los Manzanos, a estas alturas estarían ya en alguna zona de Portugal, a donde ñor entonces no podían ser detenidos”

Doña Maria respondió que:

“no habia cosa masa fuerte que el corazón del hombre, y que queriendo este, todo era suyo, y que ella quería dejar su habito allí, y usar el oficio de buen Capitan, y que, en los peligros, les prometía ser la primera”.

Y diciendo esto, picó espuelas hacia Portugal, y envió sus espías a saber de los Manzanos, y diose tan buena maña, que antes de un mes, al saber el lugar donde se guardaban, su fue una noche, pasada ya la media noche a la posada donde moraban los Manzanos, y con un estilete de gran tamaño que llevaban los veinte escuderos y ella delante con sus armas, del primer golpe dieron con las puertas en el suelo, y no eran bien caídas, cuando, doña Maria de Monroy, estaba dentro con diez de su gente de armas, mientras los otros diez, cubrían ventanas y pertas para que no escapasen.

Los Manzanos, comenzaron a pelear y a solicitar socorros a la gente del lugar, de que se dieron no llegaron a tiempo, porque la cabeza de los hermanos Manzano, cuando ellos llegaron, estaban ya en la mano izquierda de doña Maria de Monroy.

Junto a los suyos doña Maria de Monroy, cabalgaron a prisa en sus caballos, y un día a eso de mediodía, llegaron a Salamanca, donde todos pensaban que se habia ido a llorar su dolor al señorío de Villalua, apenas llegó, se apresuró en la iglesia donde estaban sus hijos enterrados, y puso las cabezas que traía, sobre las sepulturas de sus hijos, marchando a continuación al señorío de su propiedad.

Este hecho, causó gran espanto en toda la tierra y época.

Doña Maria de Monroy “la Brava” tuvo dos hermanos, de uno de ellos seria hijo el valeroso don Alonso de Monroy

(fuentes-Alonso Maldonado-Hechos de don Alonso de Monroy)

(fuentes-biografías)

“La Virtud hizo a Tullio ser nombrado,

a Escipión y Aníbal, la valentía.

Otros la vieja sangre ha levantado,

cada cual a él blasón por cierta Via,

El nombre se Monroy dolo a juntado

Virtud, sangre, esfuerzo y cortesía

Todo el valor del mundo repartido

El nombre de Monroy, lo tiene unido”.

(Fuente Publio Hurtado-ayuntamiento y familia)

(Fuente Miguel Muñoz Sampedro-Tres Paladines)

(fuente Hechos de Alonso de Monroy-Maldonado)

 


Agustín Díaz Fernández

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