BREVE HISTORIA DE
CÁCERES
CLIV
Gutierrre de Sotomayor
Maestre de alcántara
(1.400-1.458)
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Se puede
decir que el Maestre de alcántara, don Gutiérrez de Sotomayor, fue el primer
potentado de su tiempo en Extremadura, sin olvidar a Zúñiga, Figueroa, topa vez
que la solera señorial de estas casas, suplían y rebasaban en don Gutiérrez,
las inmensas posibilidades de los vastos dominios de la Orden alcantarina,
aparte de las mercedes que derramaron sobre él benéfica lluvia de villas,
vasallos y señoríos. Nunca podrían parangonársele, los próximos usufructuarios
del cargo por él disfrutado, porque ninguno logró aquella plenitud de más de
veinte años en pacifica posesión del Maestrazgo, su tío, don Juan de Sotomayor,
que le precede en la dignidad del cargo, se vio desposeído de ella, tras
agitadas incidencias, su Sucesor don Gómez de Solís, cruza esplendoroso como un
fugaz meteoro, para irse a hundir en la ruina, perdido su poder .eclipsado su
brillo efímero, ante el resplandor deslumbrante de la espada del Clavero
Monroy.
Pero si
la opulencia, fue una curiosa e interesante faceta del personaje, más lo es, su
intrínseca valía, y significación en la historia de Extremadura, de la que se
puede decir que es eje y árbitro en un largo y critico periodo, y, juntando
ambos conceptos, habrá que proclamar que merece verdadera atención aquel que,
por méritos, valía, riquezas, poderío, quedó colocado como hito culminador de
una sociedad y de un capítulo histórico. El escenario por donde debe moverse el
personaje deberá estar dispuesta, la escena es abigarrada y sombría, con
rompimientos por los que alguna vez se divisan limitados horizontes luminosos,
en los que don Gutiérrez tuvo el gran tacto de moverse siempre. En este mundo,
inorgánico sin concepto preciso de lo estatal, al caldeo permanente por las
tradiciones feudales entre el torbellino de las banderías, la figura de don
Gutiérrez de Sotomayor, pon e en sus primeros planos, una nota de tacto, templanza,
lealtad y firmeza.
La Orden
de Alcántara es una orden militar y religiosa creada en el año 1154 en el Reino
de León, y que aún perdura en la actualidad. Es una de las cuatro grandes
Órdenes militares españolas, siendo las otras tres las de Santiago, Calatrava y
Montesa.
Nació en
las riberas del río Côa, en la Beira Alta (Portugal) bajo el nombre de «Ordem
de São Julião do Pereiro» (Orden de San Julián del Pereiro), fundada en 1093
por el conde Enrique de Borgoña.12
Tras su
conquista a los musulmanes, la defensa de la ciudad de Alcántara fue encargada
a la Orden de Calatrava en 1214, pero cuatro años más tarde renunciaron por la
lejanía a Calatrava. Entonces Alfonso IX de León encomendó la defensa a la
recientemente formada orden de los «Caballeros de Julián de Pereiro» a cambio
de cierta dependencia de filiación con respecto a la orden de Calatrava, de ahí
que adoptasen también la regla del Císter. A raíz del establecimiento de su
sede central en la villa recibida, el primitivo nombre de orden de San Julián
fue desapareciendo paulatinamente, hasta que en 1253 sus maestres se titulaban
«maestres de la orden de Alcántara», quedando reducida San Julián Pereiro a ser
una simple encomienda de la orden.
Alcántara
Pedestal de los Sotomayor
(1400-1431)
Fue don
Gutiérrez de Sotomayor, hijo de Gil García y de doña Catalina de Sotomayor,
hermana del Maestre de Alcántara, don Juan de Sotomayor, hijo este de Julián de
Sotomayor, la vieja y autentica nobleza de los apellidos oriundos de Galicia, y
venidos de Raudona, lugar del condado de Medinaceli, algún cronista afirmaba
que don Juan y doña Catalina, eran hijos de un escudero pobre y de una aldeana
de clase labradora, lo cierto es que no andaba la bolsa de los dineros en su
mejor momento de la familia, antes de cobijarse al amparo de la verde cruz de
Alcántara, nobles sí que eran, pero del tono medio de los hidalgos pueblerinos.
El padre de don Gutiérrez, era otro hidalgo de parecida fortuna, familia que
desde Agreda llego también a Raudona, cuya denominación usó como apellido,
llamándose Gil García de Raudona, y fue Alcántara, la histórica Orden
Extremeña, el gran pedestal que dio lustre al linaje.
En 1.730,
figura ya en la Milicia de la Orden, Frey Pedro Alfonso de Sotomayor, muerto a
las órdenes y en unión del Maestre Diego Gómez Barroso, en 1383, en lucha con
el condestable de Portugal, Álvarez Pereira, algunos años después, en 1408,
ingresó en el mismo instituto el futuro Maestre, don Juan de Sotomayor, antes
entonces había estado a las órdenes del Infante don Fernando de Antequera, como
Maestre sala. Al ser investido del Maestrazgo, en la indicada fecha, un hijo de
este príncipe, el infante don Sancho, niño de ocho años de edad, don Fernando
dio a Sotomayor el hábito, la Encomienda de Valencia de Alcántara y el
nombramiento de gobernador de la Orden para actuar por el pequeño Maestre.
Viene
desde entonces, la iniciación del verdadero arraigo de la familia en
Extremadura, su gobierno, en contraste con lo que sería luego su mando fue
pacífica y próspera, durante él se implanto como insignia de la Orden, la verde
venera, por bula de Benedicto XIII, dada en Barcelona en 24 de marzo de 1.414.
Participó en empresas bélicas y misiones diplomáticas, el gobernador poco a
poco iba cobrando prestigio, aunque falto de aquel aplomo y decisión que
tendría años más tarde, su sobrino don Gutiérrez de Sotomayor, era suave y
amable en el trato, cualidades que le captaron el afecto de los extremeños, y
gobernando en tiempos fáciles, sin grandes contradicciones, pudo desempeñar
lucidamente su papel delegado, al frente de la histórica Milicia de Alcántara,
más tarde, cuando tuvo que capear duros temporales, fracasó rotundamente, era
don Juan de carácter vacilante, indeciso, carente de toda aquella autentica
personalidad que había que tener su sucesor en el Maestrazgo, para este otro
reservaba el destino, el maravilloso encumbramiento del apellido Sotomayor.
Al
finalizar el siglo XIV, en el último año de 1400, en el lugar de Raudona, vino
al mundo don Gutiérrez de Sotomayor, primogénito de su casa y destinado a ser
figura cumbre de la estirpe, tras nacerían, Juan, María Juana y Fernando, , no
tardó en morir doña Catalina, madre de esta prole, el padre, Gil García,
intuyendo más brillante porvenir para los suyos en Extremadura, vino a buscar
la protección de su cuñado y la ayuda de su cuñada doña Juana
González de Sotomayor, que había casado en estas tierras, para la crianza de
sus hijos, muy pronto ingreso Gil como caballero de la Orden de Alcántara, ya
que su viudez le permitía hacer el voto de castidad, obligatorio por entonces.
Pasó su
niñez don Gutiérrez en tierras de Valencia de Alcántara, al amparo de Juan de
Sotomayor, la elevación de este a la más elevada dignidad dentro de la Orden,
en 1416, a la muerte del infante don Sancho, abrió al sobrino magnifica ruta de
encumbramiento, (tuvo don Juan de Sotomayor, en contra para su elevación al
Maestrazgo, a la reina doña Catalina, madre de don Juan II, la cual quiso dar
tal dignidad a Gómez Carrillo Rades). Pronto hubo Sotomayores y Raudonas, que
también vinieron al amparo del parentesco familiar de don Gil, en los múltiples
cargos y encomiendas que fueron vacando en los años sucesivos, de todos ellos
el predilecto del cabeza de familia, el de más auténtica valía y personalidad,
era don Gutiérrez Sotomayor, Clavero desde poco después de la elección de su
tío, y luego Comendador Mayor. Su hermano don Juan fue a la encomienda de
Lares, el padre de ambos a Piedrabuena, un hermano de este don Gutiérrez de
Raudona a la de Valencia, su primo Gonzalo de Raudona a la de Herrera,
otro primo Alfonso topete a la de Belvis, el pariente Sancho de Sotomayor a la
de Magacela.
El amplio
nepotismo, puso en manos de la parentela los mejores resortes que habían de
estar más a disposición del futuro que del presente Maestre, que con aquel era
más próximo y autentico el parentesco. Es posible que fuera toda una
preparatoria del sobrino don Gutiérrez de Sotomayor, aunque, sin dudas con
vistas al futuro de una normal sucesión. Con espíritu constructivo, don
Gutiérrez pasó unos años consagrado a tareas administrativas y organizadoras,
asentando los cimientos de su fortuna y de la prosperidad de la Orden, se
ocupaba en persona el dirigir las plantaciones de viñas hechas en tierras de
torre de don Miguel, en 1426, mientras tanto empezó a cobrar relieve su figura,
iba subiendo en cargos útiles y representativos, poco después de esta fecha
dejo la Clavería, para dirigir la encomienda Mayor, vacante por la muerte de
Rodrigo Rodríguez de Godoy, en fechas posteriores, antes de 1431, le fueron
acumulando los cargos de Comendador de Portezuelo, a la muerte de
Juan de Soto, y guarda Mayor del Príncipe de Asturias, nacido en 1425, por
fallecimiento de su padre, don Gil García de Raudona.
Hay que
sumar que las mujeres de la familia, se fueron situando a esplendida altura
social, gracias a los ventajosos enlaces, doña Juana González casó en Alcántara
con Gonzalo Sánchez Topete, caballero de la Banda y jefe de un linaje de
conquistadores, las hermanas del futuro Maestre , doña María y doña Juana de
Sotomayor, casaron respectivamente en Trujillo y Plasencia, doña María fue
esposa de don García de Orellana , señor de Orellana la Vieja, representante
del más ilustre solar trujillano, doña Juana se unió al Señor de Belvis,
miembro de una familia de paladines, siendo el segundo de sus hijos el gran don
Alonso de Monroy .
Pronto,
muy pronto, sonaron los clarines llamando a las armas, la bandera de los
infantes de Aragón, retumbaban amenazadores, los horizontes extremeños, en
1.429 dos de estos infantes, Don Enrique y don Pedro, se agitaban inquietos en
Extremadura, sus hermanos los Reyes de Aragón y Navarra, invadieron Castilla
desde sus fronteras. El Maestre de Alcántara, de pronto se le planteo un
espinoso dilema, su protector, y base de su encubrimiento fue el padre de estos
infantes, don Fernando de Antequera, la gratitud le ponía más a favor de los
revoltosos, pero el deber le mandaba estar con el Rey de Castilla, su legítimo
señor, en esta coyuntura los pasos de don Juan, empezaron a ser vacilantes, tan
pronto el buena Liz de la lealtad, tan pronto rumbo a la traición.
De m
omento parecía sumiso, el año de 1429, el Rey don Juan, viendo necesario
romper con los infantes, sus primos, y recelándose de algunos caballeros, hizo
junta de Grandes en Palencia, y en aquella junta estuvo el Maestre don Juan de
Sotomayor), contenido el avance de los Monarcas de Aragón y Navarra, don Álvaro
de Luna, vino a ocupar la ciudad de Trujillo, dirigiéndose luego contra
Montánchez, al poco llego el propio Rey a Extremadura, para ir contra
Alburquerque , base estratégica desde donde los rebeldes principies, asolaban
la comarca, el recio baluarte no pudo entonces ser dominado, era Esta ingente
fortaleza de Alburquerque, inexpugnable . Desde el castillo de Piedrabuena,
escribió una carta don Juan II, dando cuenta a sus reinos de los desmanes de
sus primos, el Maestre y su predilecto don Gutiérrez cooperaron con las fuerzas
reales en esta campaña, de la que un humorista de entonces, dijo que se redujo
a ir de un castillo a otro como un cernícalo.
Decisivo
fue para el joven Sotomayor este periodo, durante el cual se puso en contacto
con don Juan II y con el condestable, su vida comenzó a orientarse
definitivamente, al comprender toda la superior valía de don Álvaro de Luna,
único estadista de su tiempo, naciendo una amistad a la que sería leal siempre,
Cabe pensar que hubiera en esta posición, hubiera un fondo previsor de
caciquismo, tan arraigado siempre en Extremadura, que alistaba varios miembros
de la misma familia en distintos bandos o partidos, para asegurar así el poder
en todas las situaciones. Tras el resultado halagüeño, aunque no definitivo, de
la campaña, el Rey marchó a Guadalupe y después a Medina del Campo,
dejando al cuidado de la frontera, de los infantes, a don Juan de Sotomayor.
Maestre de Alcántara, como represalia se había ordenado la incautación de los
bienes de los aragoneses, y se hizo a don Álvaro de Luna administrador del
Maestrazgo de Santiago, que a la sazón ocupaba el Infante don Enrique.
Asentadas
treguas, por cinco años la firmaron ambos bandos en el mes de Agosto se pensó
que una de aquellas incursiones a tierras de moros, con las cuales se perseguía
esporádicamente, la contienda reconquistadora, aprovechando los
momentáneos respiros que dejaban las rebeldías internas, pero por lo avanzado
de la estación, fue diferido el proyecto hasta el siguiente año, ocupándose
otra vez el Rey de los asuntos de Extremadura, donde la conducta del
Maestre no parecía muy de fiar, desde Salamanca le escribió, reprochándole su
actitud, y, aunque el sospechoso supo excusarse, no quedaron las cosas muy
claras, por lo que Sancho Romero, secretario de su alteza, vino a tratar con él
, todavía parecía posible retenerlo , haciendo merced de la villa de Alconchel,
que había pertenecido al infante don Enrique, pero aun así no acababa de
despejarse del todo la situación.
En 1.431,
nuevos emisarios reales emprendieron la tarea de asegurar su obediencia,
llegando a Alcántara el doctor Diego González Franco, inteligente y
experimentado diplomático, su compañero de misión, el Obispo de Palencia, don
Gutierre Gómez de Toledo, esperó en el cercano pueblo de Ceclavin, trabajo
costó al doctor Franco convencer al Maestre de que acudiera a esta localidad,
lográndolo al fin , pero no sin que fuese al frente protegido de lucida
hueste,(la crónica indica que acudió a Ceclavin el Maestre, con 150 jinetes y
muchos peones). Estas embajadas dieron el fruto deseado, el presunto insumiso,
hizo ante los embajadores formal promesa de obediencia al Rey, firmándose las
oportunas capitulaciones, para garantía de su cumplimiento, dio en rehenes
a los tres hermanos, sus sobrinos, don Gutiérrez Comendador de Alcántara, don
Juan Comendador de Lares, y don Fernando de Sotomayor, señor de Bótoa, como
prenda empeñada, don Gutiérrez se puso otra vez con el mundo cortesano, aunque
de momento solo fue a la Corte con el doctor Franco, el Obispo había partido
antes, el comendador de Lares, en realidad más que rehenes , fueron desde
entonces nobles destinados al servicio del Rey, y al servicio del Rey se
destinaria muy pronto, y para siempre, el comendador Mayor, en el reloj de la
Historia iba a sonar la hora decisiva para don Gutiérrez de Sotomayor.
(Fuentes
Miguel Muñoz de San Pedro)
(Orden de
Alcántara-Historia)
Puente de Alcántara
no conozco al autor
Agustín
Díaz Fernández
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