BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                              CLVII

  Gutierre de Sotomayor

                       (1400-1458)

  Maestre de la Orden de Alcántara

De Olmedo a las Bodas Regias

                             (1445-1447)

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

En El capítulo anterior, habíamos dejado al Maestre, recibiendo los parabienes y agasajos de la heroicidad demostrada ante el Rey de Navarra y los Infantes de Aragón, junto al condestable don Álvaro de Luna y el monarca don Juan II.

Con el rey y con don Álvaro de Luna, ocupando al paso los lugares, el Maestre fue d Simancas a Torrelobatón y Medina de Rioseco, en este punto, se encontraban la mujer del Almirante y su hija, doña Juana Enríquez, esposa del Rey de Navarra, viudo ya de la auténtica reina de aquel país y vuelto a casar, marcharon luego la comitiva por Aguilar de Campos y Bolaños, hacia la villa de Mayorga, donde iba a ser recibido el Condestable d Portugal. Cinco o seis días duro la egregia visita, concertándose durante este tiempo la boda de la Infanta Isabel de Portugal, con don Juan II, recién viudo de su primera esposa doña María de Aragón

Don Gutiérre era, ya sin duda, figura destacadísima de la corte castellana, pudo intimar con el viajero, que era un inteligente muchacho de dieciséis o diecisiete años, al que su alteza obsequió, con un espléndido collar valuado en diez mil florines, con un collar magnifico, acaso el mismo vendría luego don Pedro, en demanda de préstamo al Maestre Gutiérre de Sotomayor, quien más tarde tendría en su `poder el collar del Condestable de Portugal. Partió el visitante, la Corte y con ella el Maestre don Gutiérre, fue a Burgos y Ávila, donde se dio a don Álvaro el Maestrazgo de Santiago, del que había sido su administrador, vacante, por la muerte del Infante enrique, siguieron luego por San Martin de Valdeiglesias y Talavera de la Reina, camino de Extremadura, llegaron a Cáceres en 6 de octubre, donde confirmó don Juan II, la donación de la villa a su el Príncipe, desde aquí fueron marchando por en entones Arroyo el Puerco, hoy de la Luz, y Piedrabuena, hacia Alburquerque, las topas del Maestre, las de Lorenzo Suarez de Figueroa Señor de Zafra, y los caballeros llegados de Trujillo, Mérida y Cáceres, hicieron posible el dominio de los cantones desleales, entre ello , el que fuera la base fundamental de los aragoneses, de la villa y el castillo de Alburquerque.

La parte mayor del éxito de estas empresas, corresponde al Maestre, que fue la gran palanca que puso en movimiento a los extremeños, las tropas de Mérida, las trajo uno de sus caballeros alcantarinos, Juan de la Vera, los doscientos jinetes y otros tantos peones de Trujillo, su yerno Luis de Chaves, los trescientos de a caballo y los ciento cincuenta infantes cacereños, don Diego de Ovando, miembro de una de las familias ms incondicionales suyas, que más tarde sería el Capitán Diego de Cáceres Ovando, gran paladín de los Reyes Católicos, cientos de hombres vinieron con él, al llamamiento del gran personaje, cuyo prestigio no tenían igual en Extremadura.

Rematada la empresa de Alburquerque, le fue concedida la plaza en señorío a don Álvaro de Luna, Con este y con el Rey marchó el Maestre Gutiérre de Sotomayor, al castillo de Azagala y hacia Badajoz, concedía el monarca las villas extremeñas a algunos de sus cortesanos, llegaba el instante de las recompensas para la familia Sotomayor en el mismo real de Olmedo, en donde una día des de la victoria, el 20 de mayo, se dio la real cedula, con orden de proveer en don Fernando de Sotomayor, hermano pequeño del Maestre, el obispado de Coria, vacante por muerte del rebelde don Martin Galos, este nombramiento jamás se llegó hacer efectivo, aunque el monarca reitero la orden desde Medellín el 27 d octubre del mismo año, porque la santa sede , hizo distintas designación, la mitra fue para Alonso Enrique, y hasta puso el Papa juicio sumarísimo, contra la corona de Castilla en 1446, don Fernando se que sin ser obispo, y hubo de conformarse con la magnífica propiedad de Bótoa.



La fortuna del Maestre Gutiérre de Sotomayor, ya cuantiosa por anteriores mercedes y por su gran labor administrativa, se vio aumentada con los premios de su actuación en Olmedo, se le concedió a más de Hinojosa, Puebla de Alcocer, y Gahete que ya tenía, las villas de Alconchel, Zahinos, Herrera, Feunlabrada de los Montes, Villarta y Helechosa, con su anejo de los Bodonales, desgajadas algunas de la jurisdicción de Toledo, varios pueblos más seguían aumentado el patrimonio del Maestrazgo , las muestras de regia confianza, seguían en aumento, desde Badajoz fue a Medellín, Villanueva de la Serena y Guadalupe, acompañando al rey, quien a l alejarse de la región , lo dejó por gobernador de Cáceres, Trujillo y de toda Extremadura.

En tareas de gobierno y pacificadoras, pasó don Gutiérre el año 1446, ya por los últimos meses, quiso tomarse algún descanso, y lo hizo en la casa de la dehesa Araya, bien ajeno a suponer que iba a vivir el más desagradable y peligroso episodio de su vida. Entre el lucido séquito de caballeros y donceles que compartían su retiro, figuraban Juan Alfonso de Migolla, el ya citado Diego de Cáceres de Ovando, primo del anterior, y Juan de Saavedra, nobles cacereños, altamente ofendidos con su jefe, a causa de que este, fatalmente inclinado a los galanteos, durante una de sus visitas a Cáceres, se decido a galantear a doña Jimena Álvarez, esposa de Migolla y prima de Saavedra, como a los tres alcanzaban el agravio, habían planeado vengarlo durante la temporada campestre.

Al amanecer de una fría mañana, el Maestre don Gutiérre de Sotomayor, salió de la casa de campo, dispuestos a cazar entre los encinares de Araya, para defenderse de las inclemencias del tiempo, llevaba ropa de pellejo cerrada, cabalgando y armados con sus lanzas, le acompañaban los tres vengadores, no se habían alejado de la casa, y estuvieron ya libres de miradas indiscretas, Migolla arrimó el acicate a su caballo, acometiendo violentamente al Maestre, de una lanzada lo hizo rodar por tierra, derribándolo de su cabalgadura, creyéndole muerto, el agresor y sus compañeros emprendieron la huida dirigiéndose Diego Cáceres y Saavedra hacia Aragón, Migolla tomo camino de Sevilla..

El desenlace.

Dejábamos en el capítulo anterior al todo poderoso Maestre Gutiérre de Sotomayor, tendido entre las encinas de la dehesa Araya,( esta dehesa que pertenecía entonces a la orden de Alcántara, estaba enclavada en el término municipal de Brozas, en tiempos de Carlos IV pasó a ser propiedad  del extremeño Manuel Godoy, príncipe de la paz, la que fue casa de recreo del Maestre, es hoy un caserón en ruinas) malherido por la lanza del caballero Migolla, en complot con Juan de Saavedra y Diego de Cáceres de Ovando, emparentados entre ellos por la esposa de Migolla doña Jimena Álvarez, a la que había ofendido el Maestre.

Por fortuna para don Gutiérre, la lanza solo traspaso las fuertes vestiduras de pellejo, y el agredido, aunque magullado no tardo en incorporarse ileso, ardiendo en cólera, dispuso el seguimiento de los fugitivos, tarea inútil en los dos primeros, que lograron traspasar las fronteras aragonesa y navarra, no tuvo la misma suerte Migolla, preso en la ciudad de Sevilla, fue traído a Alcántara y ejecutado. El final del lamentable episodio, es el detalle más ingrato en la vida del Maestre, el marido defendía su honra ultrajada, el único culpable de todo era el Maestre, quien pudiendo por ello perdonar, no lo hizo, faltando a su ecuanimidad y templanza, es posible que más tarde arrepintiese y que por tal causa casara a una de sus hijas, con un familiar de la víctima (don Gutiérre, caso a su hija doña Juana de Sotomayor, con el caballero cacereño, Diego de Migolla)

En Madrigal en el mes de agosto de 1447, al Maestre le tocó vivir, las boas del rey de Castilla don Juan II, viudo, contrajo nuevas nupcias con la Infanta doña Isabel de Portugal, en las regias bodas y fiestas, se halló presente el Maestre, citado por las crónicas como uno de los cuatro grandes, que acompañaron a su señor en aquellos momentos, estando allí con el Rey, el Maestre de Santiago, don Álvaro de Luna, y don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, y don Alfonso Pimentel, conde de Benavente y don Gutiérre de Sotomayor, Maestre de Alcántara, culmina aquí la representación cortesana de este personaje , que sin cesar se mueve en el cuadro político de la época.

Agasajado de nuevo el Maestre con nuevos privilegios, concedidos en Madrigal el 32 de Julio de aquel 1447, volvía a evocarse todo el victorioso pasado guerrero, en u recuento final de meritos, de exaltación de afecto del monarca don Juan II hacia el Maestre, en el momento en que iba a truncarse la preponderancia de leal servidor y de todos los partidarios de don Álvaro de Luna. Terminadas las fiestas de la boda, fue la Corte a Aranda de Duero, camino de Soria, donde se esperaban embajadores de Aragón, el rey, desde Aranda, envió a Soria con gente de armas al Maestre de Alcántara, estuvo en esta ciudad hasta diciembre para regresar a Extremadura.

Es posible, que ya al marchar se hubiera dado cuenta de que algo empezaba influir en los destinos de Castilla, el último acto del drama del reinado de Juan II, daba comienzo con la entrada en la escena de Isabel de Portugal, vencidos los aragoneses en Olmedo, y desaparecida la esposa aragonesa del  monarca, y ya ocupado este puesto por la designada por el Condestable Álvaro de Luna, lógico era de esperar la estrella del favorito luciera con más fuerza, pero  la previsión fracasó ante lo imprevisto, y la Estrella de don Álvaro, empezó a hundirse en su triste y definitivo Ocaso, y fue Isabel de Portugal el desenlace del drama, lo que no pudieron hacer , las rudas artes  guerreras del Príncipe de Aragón, lo haría las finas y blancas manos de la Infanta Portuguesa. El regreso del Maestre a su feudo extremeño, no fue uno de tantos retornos, fue el alejamiento de lo nacional, el retiro, la vuelta definitiva a sus tierras, a la que enseguida empezaron a llegar las noticias del cambio iniciado n los destinos del Rey.

Ocaso 1447-1553

Años de calma vivió el Maestre, en sus tierras, años de la más honda de la significación histórica para el porvenir extremeño, desde hacía un tiempo, vivía a su amparo un sobrino suyo, que al quedar huérfano de padre, a los 13 años, vino a educarse bajo su protección, el tío supo intuir proféticamente las dotes excepcionales del inquieto muchacho, demostraba su arte con las armas y montando sobre potros indómitos,  iban a anunciando el que sería símbolo eterno de Extremadura, el muchacho era nada menos que don Alonso de Monroy, aquel que más tarde durmió siempre con una lanza en la manos  veces con cien, a veces con seiscientas..

Retirado del  mundo político y cortesano, don Gutiérre, completo su heroico mecenazgo, que constituye sin duda alguna su más hermoso timbre de honor, fue él quien con su experiencia, moldeó el alma noble y bien templada de Monroy, y quien lo supo guiar en sus primeros pasos guerreros, fue él quien le puso en camino abriéndole las puertas de la Orden de Alcántara nombrándolo clavero, fue el Maestre quien le enseño el uso de todas las armas y cabalgar a caballo, su pensamiento le decía el valor que había de tener andando en tiempo aquel muchacho.

Sin otros cuidados don Gutiérre se consagró a las atenciones de su Orden y hacienda, alguna vez tuvo que, por presión regia, se vio obligado a realzar trueque dañoso, corrían malos tiempos y preciso fue ceder al capricho del monarca, contra ella reclamo en 1496 y 1511, el comendador frey Nicolás de Ovando, primer gobernador de las indias e hijo de aquel diego de Cáceres de Ovando, participe en el atentado contra don Gutiérre en la dehesa Araya.

En 1450, tuvo la Orden capitulo general, quedando arreglado los asuntos de varias de las villas de su encomienda, en el terreno de sus asuntos particulares, logró transcendentes resoluciones base de la delimitación de su fortuna personal e independiente, aquel gran señor, que obligado por la regla de su Milicia, había hecho votos de castidad y pobreza, era padre de numerosa prole y disfrutaba de bienes , como ni con la facultad que le otorgara el rey, iba  a ser fácil disponer de sus riquezas y fundar mayorazgos a favor de sus hijos, recurrió ante el Papa Nicolás V, logrando amplísima Bula, dada en Roma en 1 de octubre de 1451, por ella desligo toda su fortuna de la obligada dependencia de la Orden, siendo tan explicito el documento pontificio, que imponía pena de excomunión a quien lo contradijese y dada a don Gutiérre como caballero seglar, como si nunca hubiera profesado, los problemas de conciencia y el provenir de los hijos quedaron así resueltos, y aun consiguió para algunos de sus hijos más beneficios, en 1453 le fue concedida al primogénito don Alonso de Sotomayor, merced de noventa y ocho mil maravedíes vitaliciamente..

El Desenlace.

En el capítulo anterior, dejábamos al Maestre Gutiérre de Sotomayor, repartiendo mercedes privilegios entre sus hijos, corría el año de 1452.

Este mismo año, mientras el Maestre, descansaba en Zalamea de la Serena, la magnífica figura de su sobrino, el Clavero de la Orden, quiso empezar a moverse en ámbitos belicosos, ya anteriormente, cuando don Gutiérre, quedó encargado de pacificar Extremadura, parece que don Alonso de Monroy, tuvo algunas valientes intervenciones, ahora era llegado el momento definitivo de su vida de luchador incansable, que había de guerrear durante más de cuarenta años, y en estos comienzos, en el cerco y conquista del Castillo y villa de Monroy, el gran héroe actúa como apoyo y al lado d su poderoso e ilustre tío.   

Era la familia Monroy, belicosa en demasía, y temible eran rodos sus miembros, alentaban enconadas rencillas, El Clavero don Alonso de Monroy, era hijo segundo de otro don Alonso de Monroy, señor de Belvis, Almaraz y Deleitosa, señoríos que por muerte del padre se llevaba el primogénito, Hernando de Monroy, tío del Clavero, hermano de su padre, fue Rodrigo de Monroy, señor de Monroy y de las Quebradas, cuyo hijo mayor también de nombre Hernando conocido por el “Bezudo” esta casta de extraordinarios paladines, estaban en continuas disputas por los respectivos feudos.

Decidido el señor de Belvis en atacar a su tío don Rodrigo, inicio por su cuenta en 1452, una campaña contra el señorío de Monroy, con el iban el hermano del Clavero, los nobles Cacereños Diego de Mayoralgo, Vasco Porcallo, Gonzalo de Cáceres, y Lope Sánchez, con tropa de Coria y Gata, vino Pedro Fernández Mora, contaban los atacantes con unos trescientos hombres de armas, a más de alguna gente de a pie y de a caballo.

Plantado el cerco en Monroy, con todos los pertrechos de guerra dispuestos, la resistencia fue tenaz, heroica, invencible el sitio, desesperaron los sitiadores de batir a don Rodrigo de Monroy y a su primogénito Hernando el “Bezudo”, casi tres meses pasaban ya del comienzo del cerco, herido el señor de Monroy, pero el castillo no se rendía, hubo que poner fin a la empresa y retirarse el primer día del mes de enero de 1453. Pensó entonces el señor de Belvis, en su tío materno, único capaz de decidir con su poder la contienda, le demandó apoyo por conducto de su hermano el Clavero, la repuesta no se hizo esperar, dejando su retiro pacifico, don Gutiérre, vino muy poderoso de gente de a pie y de a caballo a Belvis de Monroy.

Ante el aviso del avance contra Monroy, los servidores aconsejaban a Hernando el “Bezudo” que desguarneciesen el Castillo, pero se negó a seguir el prudente consejo, desde Belvis, avanzaron el clavero y su hermano, siguiendo don Gutiérre por el mes de febrero de 1453, un ejército de dos mil cuatrocientos hombres, plantó cerco al castillo de Monroy, quedando dividida la fuerza sitiadora en tres sectores, cada uno capitaneado por los tres paladines citados, desde los primeros momentos comenzó el derroche de heroísmo, por parte de los unos y de los otros, principalmente por los miembros de la casa de Monroy, don Alonso y los dos Hernandos.

Atacaban los sitiadores, magníficamente pertrechados, valiéndose de dos torres de madera arrimadas a los muros, desde las que batían en interior, los sitiados se defendían con tensión, haciendo salidas hostigadoras, día y noche se pelaba sin descanso, los meses iban pasando sin que se dejasen abatir la resistencia de Hernando, aunque el hambre hacía ya estragos entre su gente, el Maestre tuvo lastima de los de dentro, por ver que habían peleado bien y valientes , especialmente el “Bezudo”, envío mensaje al heroico joven, dándole toda clase de seguridades si se entregaba, herido en una pierna , y pasados ya dos días y medio sin comer ni beber, decidió rendirse, de esta manera el “Bezudo” quedo en poder del Maestre y con el todos los caballeros de Cáceres que le apoyaban.

De los caballeros cacerenses que más se significaron en el cerco, fueron Vasco Porcallo y Diego Mayoralgo, yerno y consuegro respectivamente de don Gutiérre, que casó a su hija doña Teresa con Cristóbal de Mayoralgo, primogénito de don Diego, el cerco había durado siete meses, el Maestre concedió perdón a los valerosos defensores, al “Bezudo” lo condujo a Gahete, estampando más tarde Claus de señorío a su favor en el testamento, retornando a Rodrigo de Monroy la casa fuerte de Monroy con todos sus vasallos y termino.

Mientras el Maestre estaba pendiente del cerco a Monroy, las cosas de su amigo don Álvaro de Luna, iban cada día a peor, decidido partidario suyo, era don Gutiérre de Sotomayor, este aun comprendiendo lo inseguro de esta posición, no pensó en variarla. En el mes de junio de 1453, en Valladolid, rodo en el cadalso la cabeza de don Álvaro de Luna, Isabel de Portugal había vencido en el dominio de su esposo el monarca don Juan II.

El Maestre Sotomayor, viéndose hundir su mundo, volvió y ya para siempre a la vida de retraimiento, por si de rebote le alcanzara alguna represalia de aquel justiciero, o envidioso rayo que acabo con don Álvaro. Veintiún años rigiendo el Maestrazgo, veintiún años de actividad febril y fecundidad y prosperidad, de batallar, a más de la intensa vida erótica, habían minado salud, sin ser viejo se acercaba al final de su existencia, su misión estaba de sobras cumplida, las rutas históricas del Maestre, guerreras o cortesanas, cruzaron mucha tierra española, había influido en la historia nacional y mucho llenó la historia extremeña, su nombre se recordaría por don Gutiérre de Sotomayor Maestre de Alcántara.

Su vida familiar era placida, había casado a su primogénito don Alonso con una Zúñiga, algunas de sus hijas, estaban unidas a nobles de la más alta aristocracia extremeña, y para alegría de aquellos últimos momentos, nacía en Puebla de Alcocer, un martes 28 de mayo de 1453 su primer nieto, hijo de don Alonso que se llamaba como el Maestre Juan de Sotomayor, el que andando en la historia y renunciando a riquezas y honores, se llamaría Fray Juan de la Puebla.

El sueño de su vida, la sucesión del Maestrazgo, en un hijo no pudo ser, pero se consoló con que su sobrino Alonso de Monroy, sería capaz de subir por su esfuerzo al encumbrado mando. Tranquilo, sin preocupaciones, hecho el testamento, solo le quedaba esperar el momento en que la parca le convocara a rendir cuentas, don Gutiérre de Sotomayor en los últimos meses de 1453, escasamente con 53 años de edad. Después de haber regido el maestrazgo más de veintiún años, fue a descansa como tenía mandada en testamento, a la iglesia de Santiago de la Puebla de Alcocer, ya nada queda que lo recuerde en aquel templo, pero allí, en tierra extremeña, están los despojos del personaje, en torno al cual giro la vida extremeña una parte del siglo XV.

(Fuentes Miguel Muñoz de San Pedro)

(Fuente Orden de Alcántara)

 


Agustín Díaz Fernández  

 

 

 

 

 

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