BREVE HISTORIA
DE CÁCERES
CLXVII
Capitán
Diego de Cáceres y Ovando V
(1475-1476)
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
El
Capitán don diego de Cáceres, seguía haciendo incursiones a tierras
portuguesas, a cargo de este país había quedado el Príncipe Heredero, don Juan,
hijo primogénito de anterior matrimonio de Alfonso V, este don Juan, se dedicó
en colocar buenas guarniciones en las fronteras con Extremadura, llegando el
punto a decir, que, “había puesto tantos capitanes en Extremoz, que serían para
defender su reino”. Al ver que la gente de Sevilla, hiciese incursiones con
éxito por las menos vigiladas y protegidas fronteras con Andalucía, don Diego
de Cáceres, con su gente, decidieron hacer más de lo mismo, aunque por la zona
de Extremadura al estar más protegido corrían gran peligro, más era preciso
correr riesgos, por lo eficaz que a la causa castellana resultarían las
incursiones en territorio enemigo, con las incursiones se lograba inmovilizar a
gran parte de la tropa, y al Príncipe de Portugal, evitando así que pasase a
Castilla, con su aguerrida y lucida tropa.
Entró don
Diego por Alburquerque en Portugal, acompañado por don Francisco Solís “El
Electo” apoderándose de la fortaleza de Ouguela, en la que dejaron a don Pedro
Pantoja, hermano de Solís, el comienzo con tanta suerte cambio de pronto, los
portugueses cercaron la fortaleza, teniendo que volver “el Electo” y don diego
en su socorro, con trescientos de a caballo, atacaron por la parte más alejada
del campo enemigo, pudiendo lograr la salida de Pedro Pantoja, con su gente.
Tras
sostener duros combates, se retiraron en perfecto orden, amparados por la
llegada de la noche, herido en un muslo, cayo don Francisco Solís “el Electo”
en una zanja, donde quedó sin poderse mover y sin que nadie de su gente se
apercibiera de ello, uno de sus servidores, el llamado Golondro, que había sido
criado de don Alonso de Monroy, acertó a pasar por el sitio, y como le pidiera
ayuda el de Solís, le degolló diciéndole:
“Así
pagaras la traición que hicisteis a mi amo”
“Llego
Golondro al Electo, y viéndole en esta disposición, echó mano a su espada y dio
tal golpe al electo en el pescuezo que le echó de la cabeza fuera del cuerpo”
(Alonso Maldonado).
Don
Francisco de Solís, “el Electo” fue la única baja de la jornada, baja no
descubierta de momento, según consta:
“por la
oscuridad de la noche y la confusión del combate, no pudo conocerse la
desgracia hasta que, librados ya los compañeros de armas, el alcaide de
Benquerencia don Diego de Cáceres, tío de Solís, pasó lista después del combate
a los hombres de armas, y pudo verse entonces que era el único que faltaba”.
La muerte
de Solís, fue un suceso de varias consecuencias en Extremadura, no solo
desaparecía un aspirante al Maestrazgo de la orden alcantarina, también
colocaba a don Alonso de Monroy, que continuaba preso todavía en Magacela, en
puesto destacado. Los Duque de Arévalo, y con ellos su hijo, el niño Maestre
don Juan de Zúñiga, estaban del lado de doña Juana “la Beltraneja” y del Rey de
Portugal, los Reyes de Castilla, necesitaban otro Maestre, y quien mejor que
don Alonso de Monroy, de mostrada Valia y prestigio y lealtad inigualable,
además de ser el legalmente elegido por los capítulos de la Orden, al punto se
empezaron las gestiones para conseguir su libertad, que aún se demoraría varios
meses.
Aquello
resultaba algo embarazoso para don Diego de Cáceres, no habia miedo de que
alterara su línea de conducta, su posición de paladín de Fernando e Isabel, lo
que estos ordenasen lo acataría, de habia dado cuenta de que este era un
momento crucial y que era preciso cooperar sin reservas, por un ideal de
grandeza que estaba en peligro por los traidores manejos de los que, aferrados
a ambiciones y deslealtades, habían traído a los de Portugal.
Siguió
don Diego con la recluta de tropa y con las incursiones por las fronteras,
esperando el momento de reunirse con los Reyes, el resto de aquel año y los
comienzos del siguiente los mantuvo entretenido en estas tareas, incurriendo
unas veces en tierras portuguesas y combatiendo a enemigos infiltrados en
Extremadura, las otras, las incursiones en Portugal, tuvieron por campo de
operaciones, el norte y sur del rio Guadiana, zona que va desde Alegrete, que
linda con Alburquerque, hasta Serpa, frente a la provincia de Huelva, pasando
por Arronches, Ouguela, Mouron y Moura, en estos lugares tuvo más o menos
dominio permanente, Ente las operaciones defensivas que tuvo que intervenir don
Diego, destaca el contrataque al avance portugués sobre Villanueva de Barcarrota,
en la que las tropas lusas, hicieron gran pera de ganado, que les arrebataron
los españoles en la retirada al mando de Hernán Gómez de Solís, alcaide de esta
villa y hermano de difunto Maestre don Gómez.
Alfonso V
de Portugal, habia salido de Plasencia con su ejército, pasando por el puerto
de Baños, camino de Béjar y después hacia Arévalo, desde donde tenía pensado
pasar a Burgos, ciudad que se puso al lado de doña Isabel y don Fernando,
Alfonso V, necesitaba una base permanente donde montar su campamento, en lugar
estratégico que le permitiera el fácil abastecimiento, y libertad de acción por
Castilla y enlace seguro con Portugal, condiciones todas que reunía la ciudad
de Toro, cuya entrega le fue facilitada por Juan de Ulloa, mientras, el
Marques de Villena, se apoderaba de la ciudad de Zamora, logrando con esta
plaza otro punto de apoyo fundamental, para el de Portugal.
Para la
causa castellana, esto eran duros golpes, con ellos aumentaba el prestigio y
poder de los enemigos, doña Isabel y don Fernando, no perdieron el ánimo, los
que contaban apenas con quinientas lanzas, cuando entraron los portugueses,
contaban ahora con treinta mil infantes, dos mil quinientos hombres de armas y
ochomil quinientos jinetes. A sabiendas de lo arriesgado de penetrar en
territorio dominado por el enemigo, don Fernando asentó su campamento frente a
Toro, en 19 de julio, con esto pretendía que el monarca portugués saliese a dar
la batalla, al no aceptar el envite, se fue hacia Medina del Campo.
A finales
de agosto, de 1475, se ponía cerco a la fortaleza de Burgos por parte de
don Fernando, ciudad ésta, que estaba por parte de los rebeldes, asunto en el
que tenían interés los Duques de Arévalo, ya que el hijo primogénito del primer
matrimonio del Duque, don Pedro de Zúñiga, hermano de padre del Maestre niño de
la Orden de Alcántara, seguía la causa de los Reyes de Castilla, en la
esperanza de que le dieran esta fortaleza de Burgos, mientras su madrastra y
enemiga, la Duquesa doña Leonor Pimentel, instaba al Rey de Portugal para que
fuera a socorrer a los sitiados, con el fin de tomarla ella bajo su mando.
Nada
ocurrió en Burgos, el castillo se rendiría más tarde a la reina doña Isabel, en
interés principal era el de Toro-Zamora, en los que en 5 de diciembre
1475, lograban los monarcas castellanos gran ventaja, ocupando la ciudad
de Zamora, aunque la fortaleza siguió en poder de los enemigos, pero también el
castillo de Toro, habia permanecido durante mucho tiempo leal a los de
Castilla, así las cosas, en Toro el de Portugal, en Zamora los de Castilla, la
guerra entraba en momentos decisivos, llegado era el momento de concentrar
todos los efectivos para el acto final. Principiado febrero de 1476, el
Principe de Portugal se encaminaba a Toro con refuerzos de gran importancia,
para unirse a su padre, como era lógico y tambien por estas fechas el Capitán
don diego de Cáceres, ponía fin a las escaramuzas fronterizas, marchando hacia
Zamora con las huestes reunidas en Extremadura, el desenlace de la guerra
entres lusos y castellanos, entraba en su último capítulo.
Alfonso V
de Portugal, habia demostrado su pericia en el arte de la guerra, durante las
campañas africanas, en Castilla se mostró de manera torpe y vacilante, sin
estrategia definida y desaprovechando las oportunidades y brechas que el
enemigo le ofrecía, vacilaba entre sus sueños de orgulloso dominio y con los
lógicos temores de traiciones, sobre todo de los grandes castellanos que le
habían conminado a venir, a la hora de la última contienda se hizo más patente
su confusión, en estas andaban, cuando si con sorpresa vieron un día los de
Castilla venir sobre Zamora, con su ejército a ocupar el puente, con mayor
sorpresa, tras fallidos intentos de entrevistas de entrevistas y luchas, sin
estrategia ninguna que justificara su venida, con mayor descubrieron al
amanecer el dio 1 de marzo, que habia levantado su campo y se habia retirado
camino de Toro:
“Esta
batalla fue primero día de marzo, primero viernes de cuaresma, año del
nacimiento de Nuestro Salvador Jesuchristo de 1476 años”
Torpe fue
esta maniobra, que consiguió enardecer el deseo de lucha entre los de Castilla,
que se propusieron dar caza al enemigo en su huida, viendo la ocasión propicia,
el Rey don Fernando, no quiso desaprovecharla, pero en los primeros momentos de
precipitación y euforia, habían entorpecido en avance, miles de hombres se
agolpaban en el estrecho puente sobre el rio Duero, nica salida que tenía la
ciudad, llegando a temerse ocurriera una catástrofe, los que lograban cruzarlo,
se esparcían empujados por los de atrás, avanzado dispersos , sin orden sin
formación.
Entonces
el Rey don Fernando, tuvo que elegir un Capitán de los de absoluta confianza,
enérgico, competente y experimentado, que fuera a organizar la salida y el
avance, el hombre escogido fue el Capitán don Diego de Cáceres Ovando, que,
desde las primeras horas de aquel día, quizás el más histórico de su vida, su
nombre empezó a sonar, con la aureola de los leales, valerosos, competentes,
del orden o desorden del avance, dependía el triunfo o la
derrota.
(fuente-Muñoz
Sampedro-Tres Paladines)
(fuentes-Alonso
de Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)
(fuentes-Publio
Hurtado-Castillos)
Agustín
Díaz Fernández

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