BREVE HISTORIA DE CÁCERES
CXLVI
Linajes Cacerenses
XXXII
Solís II
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
En el
capítulo anterior veíamos como:
La Edad
Media fue acreditada como época de caballeros e hidalgos, de cumplir la palabra
dada y de fidelidad a sus señores naturales, pero los tiempos de Enrique IV de
Castilla “el impotente”, fueron tiempos licenciosos y faltos de pudor, la
lealtad era por días y lugar, y que no se hallaba ni en palacio ni en casa
humilde, todo era arrimase al vencedor, tiempos de caballeros sin escrúpulos y
perjuros, con tal de obtener ventajas personales, sim importarles que se fuera
por los suelos la cosa pública, así andaban las cosas en la tercera parte del
siglo XV, y en este ambiente extraño se movía don Gómez de Solís, por campo
abonado que incitaba a la deslealtad y revuelta.
Los
enemigos del Rey enrique IV, que en distintas ocasiones habían intentado
sustituirlo por el infante don Alonso, habían requerido a Gómez de Solís,
para que se pasase a su bandería, hasta el momento sin éxito, pero cierto día
después del suceso con Alonso del Monroy en los esponsales de su hermana doña
Juan con Francisco de Hinojosa, fue llamado el Maestre por el Rey, este se
encontraba en Olmedo (Valladolid), hacia donde partió en unión del conde de
Medellín, que tambien habia sido llamado por el monarca, por aquel entonces,
los de la liga ya habían resuelto que Enrique IV fuera destronado, y la
proclamación de su hermano don Alonso como Rey de Castilla, entre los
conjurados destacaba el comendador Gonzalo de Saavedra y Alvar Gómez de Ciudad
Real, quienes por temer al soberano, habían huido de la Corte para reunirse con
los demás partidarios del Infante, en estas unos que iban y otros que venían,
el azar hizo que se encontraran en el camino y tras conversar de cómo se iban
desarrollando los sucesos, y siendo advertidos los caballeros procedentes de la
Extremadura por parte de Alvar Gómez y Saavedra, que aunque con disimulo don
enrique los llamaba para prenderlos, y quizás porque no tuvieran la conciencia
muy tranquila, o quizás porque quisieron dar crédito a lo oído, desviaron su
ruta y marcharon con los dos caballeros del aviso hacia Plasencia. Ciudad donde
se encontraba el Infante don Alonso con sus parciales, y a los que prestos se
sumaron, Gómez de Solís, acudió al poco al acto famoso de Ávila en que se
despojo en efigie al Rey Enrique IV, y se proclamó a su hermano el Infante don
Alonso, rey de Castilla, estamos en 1465, en el día 5 del mes de junio.
Tras
estos hechos, el Maestre Gómez de Solís, se vino a la villa cacerense, a
mantener en esta tierra la causa del Infante, nombrado nuevo Monarca, y
entrando en la villa por la fuerza, destruyo el Alcázar, poniéndose a la cabeza
del bando de los de abajo, y encendiendo cada vez más, el odio entre los
convecinos de la villa.
Poco
reposo disfrutó el Maestre de la Orden alcantarina a partir de esta época, el
Clavero de la Orden de Alcántara, don Alonso de Monroy, que le habia declarado
la guerra sin cuartel, logro reunir a la mayoría de los comendadores de su
Instituto, y se hizo elegir Maestre del mismo, bajo la protección del Rey
legitimo enrique IV, el que habia sentido grandemente, la deserción de su
amigo, y antiguo y querido mayordomo.
Mientras
estaban en estas, murió el Infante don Alonso, y estamos en el día 5 del mes de
julio de 1468, y ya sin causa que defender los sediciosos, toda vez que la
Infante Isabel no quiso entrar en la disputa, volvieron a sometimiento uno a
uno al legitimo Rey, encontrándose en el año de 1469 en Trujillo, acudió a
pedirle perdón Gómez de Solís, y quizás por la necesidad de un reinado en la
tranquilidad, o bien por qué le siguiera mirando con buenos ojos y le
conservase afición, Enrique IV lo recibió con complacencia, y hasta otorgo al
felón, mercedes para él y para sus hermanos.
Pero de
vuelta a estar dentro de la gracia real, no hizo que gozara del gran poderío
antiguo que gozara, los descalabros que el Clavero don Alonso, le proporciona
una y otra vez, le obligaron a quedarle el campo abonado, de carácter muy duro
y agriado, su ambición, y contrariado por los reveses que una y otra vez
sufría, hizo que la buena voluntad que los Caballeros de la Orden le tenían
fuera cambiando, las guerras y conjeturas políticas en las que de nuevo se
embarcó, consumieron el enorme capital que logro juntar en los primeros años de
su Maestrazgo, y pobre, olvidado, sin más adeptos que su familia y pariente
Francisco de Solís, Diego de Cáceres Ovando y Francisco de Hinojosa, murió en
Magacela, fortaleza esta en el Valle de la Serena, y Encomienda perteneciente a
la Orden de Alcántara, en el año de 1473, y lo hizo no como Maestre, sino como
Gómez de Cáceres, villa donde nació y habia entrado en la Casa Real.
Aquí nos
cuenta el cronista, que en realidad este Gómez de Solís, jamás tuvo por
familiar el sobrenombre de Cáceres, aunque hay algunos historiadores que ello
lo dan por bueno, y que este le vino de que el Rey Enrique IV, durante los
primeros años que le tuvo a su servicio, para diferenciarlos de otros y
referirse a él, le decía el de Cáceres, por la razón de su villa de
nacimiento, que a base de repetirlo el Rey y cortesanos quedo como
apellido, siendo el de el y de todos los suyo Solís.
No se
saben dónde se enterró don Gómez con certeza, alguien lo sitúa en la iglesia de
Santa Maria, en Cáceres, donde en u sepulcro que mandar erigir su sobrino
Gutierre de Solís, Obispo de Plasencia, otros lo sitúan en el convento de los
Padres Franciscanos de la villa cacerense, en la capilla que allí tenían los
Solís, otros que en el convento de San Agustin de Badajoz, pero sin duda lo más
fiable es la versión que aparece de Fernán Gómez de Solís, que en su testamento
afirmó que el cuerpo de su hermano el Maestre, se enterró en el convento de San
Francisco del Real en Cáceres.
Gutierre
de Solís y Noroña
Hermano
mayor de Gómez, tan ambicioso como su hermano y un tipo aún más intrigante,
afiliado también al partido del Infante don Alonso, obtuvo de él el Señorío de
la ciudad de Coria, y de ella tomo poder por las armas, el Rey indignado de que
la esclarecida población quedara a merced de un rebelde felón, ordenó al
clavero de la Orden de Alcántara don Alonso de Monroy, que fuese sobre ella, y
sacase de allí al de Solís, como no, cumplió Monroy lo ordenado, “siempre
cumplidor y leal a la legalidad, y que mal lo trataron, excelente vasallo para
servir a buen Rey, que hasta los Reyes Catolicos, se la jugaron, pero esta,
esta es otra historia”, y rescato la ciudad del obispado para la corona,
sin que el Maestre Gómez de Solís y sus secuaces pudieran evitarlo.
Tras la
muerte del Infante don Alonso, quedaron sin norte y con gran desconcierto los
magnates felones de la liga, y una vez sometidos los Solís a la obediencia de
Enrique, y encontrándose este en Trujillo en 1469, el Maestre Gómez, se
interesó por los asuntos de su hermano al Maestre de la Orden de Santiago, don
Juan Pacheco, que era gran privado del monarca, con la intención de que este le
devolviese la ciudad de Coria, ciudad que el Rey le dio, mostrándose con gran
deferencia con la familia Solís, otorgándole además el titulo de Conde
bello ideal de don Gutierre, siendo además señor de Portezuelo.
Mientras
se repartían las mercedes por un Rey horrible en su gestión a personajes del
todo dudosos de merecerlas, las guerras entre el Maestre y el Clavero dieron su
continuidad, estas guerras no paraban de consumir dineros y hombres, obligado
don Gutierre en la ayuda a don Gómez, uvo la necesidad de pedir prestados
dineros, acudiendo en la demanda al Conde de Alba de Liste, tío de su mujer, y
empeñando de la ciudad de Coria, como garantía de pago, este se lo dio,
más al no poder cumplir con los pagos comprometidos Gutierre perdió la ciudad
couriense y con ella el título de conde, llegándole la muerte como a su hermano
Gómez, pobre y oscurecido.
Fernán
Gómez de Solís
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Hermano
menor de los dos anteriores, Gutierre y Gómez de Solís, y empezó a
figurar cuando su hermano Gómez, Maestre a la sazón de la Orden de Alcántara,
defendía la causa del Infante don Alonso, sublevo a favor de este la ciudad de
Badajoz, y cuya tenencia encomendó a Fernán Gómez, este estaba casado con doña
Beatriz Manuel, que era hija del caballero Juan Manuel de Figueroa, caballero
este muy principal de la ciudad de Badajoz, llegando a alcanzar con ayuda de
los parientes de su esposa grandes honores y muchos fueron los provechos
sacados, entre ellos el Señorío de Salvatierra de los Barros, el de Salvaleón o
el de Villanueva de Barcarrota.
De vuelta
a la obediencia por parte de Maestre al Rey Enrique IV “el impotente”,
realizada ésta en Trujillo en 1469, consiguió para su hermano Fernán el título
de Duque de Badajoz, ésta época fue la culminación del poderío de esta familia,
siendo uno de los hermanos, Gómez, Maestre de la Orden de Alcántara, otro
Duque y el otro Conde, pero al punto el poderío empezó su declive, por muchos
motivos y causas, así nos encontramos de nuevo a Fernán, enemigo otra vez de
Enrique IV, tuvo que guerrear con el Duque de Ferias, y algunos más partidarios
ellos del Monarca, que le llegaron a despojar del títulos y señoríos, estamos
en 1470, hasta que aupados el trono castellano Isabel y Fernando, les
hizo a estos grande homenaje y les sirvió y mucho en las guerras promovidas por
el Rey de Portugal, defendió con heroicidad la villa de Barcarrota, cuyo
Señorío junto con el de Salvatierra le habían sido confirmados por estos reyes,
o bien acometiendo las huestes portuguesas, venciéndolas y apoderándose del
botín, que habían acarreado en sus correrías por la baja Extremadura, a estas
alturas era ya el hermano que quedo mejor posicionado, muriendo en su señorío
de Salvatierra en el año de 1507.
Francisco
de Solís y Pantoja.
Sobrino
de los anteriores, y resulto ser caballero tan levantisco, intrigante y felón
como ellos, era hijo de María de Solís y de Galin Pérez Pantoja, y que mientras
vivió el Maestre participo en los cambios de fidelidad y transformación de
este, pero demostrando valor y desparpajo que no desmerecía del resto de la
familia.
Sucedió
que cuando murió su tío el Maestre Gómez, estaba Francisco apoderado del
castillo de Magacela, y en el negocio de hacerse nombrar Maestre de la Orden de
Alcántara, y maquinando como dar muerte a el antiguo Clavero de la Orden don
Alonso de Monroy, el cual hacia más de un año que se había hecho nombrar
Maestre del Instituto caballeresco, a tal fin se puso en contacto con la
Condesa de Medellín y con el Maestre de la Orden de Santiago, acaudalados y
tortuosos y taimados como el mismo, y para ello escribió una carta a don
Alonso de Monroy, indicando que estaba deseoso de que terminase de una vez por
todas la enemiga que enfrentaba a las dos familias, para tranquilidad y sosiego
no solos de las dos partes sino también de la Orden alcantarina, y para
la ocasión llego a proponerle como base de amistad, el casamiento de Francisco
con una de las hijas de don Alonso de Monroy, y la entrega por su parte de la
fortaleza de Magacela, cosa que agrada y con grandeza a don Alonso, y acepto
este las proposiciones, entregaba una hija a cambio de la paz, y partió desde
don Benito, donde se hallaba, dirección Magacela, a pesar de los consejos en
contra de sus caballeros y allegados, que venían por parte del de Solís alguna
felonía a la que tan dados era a familia, y así fue en efecto, ocurrió que una
vez en el castillo don Alonso, llego el maestresala con el primer plato que
traía cubierto con un paño y ofreciéndoselo al Maestre, al destaparlo se
encontró con las viandas, al contrario se encontró con unos grillos de hierros,
y como si fueses señal convenido al punto hicieron su aparición en el salón
hombres de armas y don Alonso fue preso y aherrojado en lúgubre mazmorra,
mientre Solís y su gente daban cuenta de la desprevenida escolta del Maestre.
Así
las cosas Francisco de Solís, creía alcanzar la meta de sus aspiraciones, y
tenia determinado dar muerte a don Alonso al día siguiente, reunió a los
comendadores de la Orden que con el estaban, y se hizo erigir por ellos a la
dignidad de Maestre de la Orden de Alcántara, esto colmo sus aspiraciones y
creciendo en él poco a poco un sentimiento de generosidad, la muerte de don
Alonso la fue aplazando de un día para otro, y dando tiempo al tiempo ocurrido
que al fin no le dio muerte, aunque todo el mundo daba por muerto a don Alonso
de Monroy.
Entre los
que así lo creyeron se encontraba la célebre doña *Leonor de
Pimentel, duquesa de Arévalo, que pidió el maestrazgo para su niño, niño de
ocho años Juan de Zúñiga, lográndolo a base de dádivas e influencias, no solo
mandamientos del Rey para que los alcaides de las fortalezas de la Orden se las
entregasen a esta intrigante dama, tambien consiguió bulas del Papa
excomulgando al Maestre electo, como siempre se le llamo, Francisco de Solís y
sus secuaces en el caso que no prestasen la obediencia debida a don Juan.
*De esta
dama, nos cuenta el cronista que entre las piernas tenia más cosas de barón,
que muchos de los de su época, mujer intrigante, que, contando con un poderío
inmenso familiar, con engaños o a la fuerza siempre consiguió lo que quería*
Esto hizo
que el de Solís, se apercibiese para una nueva lucha en ciernes, y así buscando
auxiliares de empuje, de los que obtener lo mejor de cada uno para su
beneficio, supo que el Duque de Alba Diego Álvarez de Toledo, había pretendido también
la elevada dignidad de la Orden, para uno de sus hijos, se puso en diálogos con
él, negociaciones que concluyeron y firmaron en el castillo de Magacela,
estamos en 1474, en el día 24 del mes de septiembre,, concordia que a nombre
del Duque, autorizó el Doctor Rodrigo Maldonado, en la cual se estipulaba que
don Francisco de Solís, cedería el maestrazgo de la Orden de Alcántara a un
hijo del Duque, entrando en el trato la entrega del prisionero Maestre don
Alonso de Monroy, y al hijo de este Francisco de Monroy que también tenía en su
poder el de Solís.
No quedó
corto en sus peticiones el de Solís, a cambio del maestrazgo pidió por esposa a
doña María Enriquez, hija del Duque, más quinientos mil maravedis para los
gastos de la boda y el señorío de la ciudad de Coria, con el correspondiente
título de Conde, , al igual que lo había tenido su tío don Gutierre de Solís,
obligando por parte de su futuro suegro sacar la real carta para poderse
titular Conde de Coria para su hermano Gutierre de Solís, la encomienda y la
fortaleza de Almorchon y Cabeza del Buey, que le daría el hijo del duque, una
vez elevado a la dignidad maestral de la Orden, para otro de sus hermano
Diego de Solís, la Claveria de la Orden y la Encomienda de Belvis y Benfayan, y
mientras quedaba a la espera de la entrega, una renta que sería igual a la que
estas produjesen, para Pedro Pantoja, hermano también, la encomienda de ribera,
en la Orden de Santiago, a cuyo fin el Duque de Alba, gestionaría la merced del
Maestre de Santiago, y hasta el momento de que se la otorgasen, una renta anual
de doscientos mil maravedís, y le diesen habito como caballero de esta orden,
para Martin Galindo, sobrino e hijo de Pedro Pantoja, la encomienda y fortaleza
de Azagala, para Gómez de Solís, su primo, la encomienda de Ceclavin, y para
Pedro de Segovia, también primo suyo, otra encomienda, y hasta que se la dieran
unos treinta mil maravedís de renta.
Pero
sucedió que al poco de este acuerdo murió el Rey Enrique IV, y subieron al
trono de Castilla su hermana Isabel y Fernando, hijo de Juan II de Aragón, y
para congraciarse con ellos, el de Solís, se proclamó defensor de la causa de
estos reyes, en contra de las pretensiones a la corona del de Portugal,
Y a la
cabeza de doscientas lanzas y cuatrocientos de a pie, entro en Portugal por
Alburquerque, tomando la fortaleza Uguela, dejando por custodia de esta plaza a
su hermano Pedro de Pantoja, regresando él hacía Extremadura, pero sucedió
que a los pocos días, tuvo noticias de que un capitán portugués, se habia
presentado en Uguela con lucida compañía de gente de guerra, y poniéndole cerco
la combatían con grande fuerza, puso camino para socorrer a su hermano,
acometiendo a los sitiadores, más estos se revolvieron contra él, y lo
rechazaron dejando la perdida de mucha gente en el campo de batalla, , el mismo
Francisco de Solís, recibió un escopetazo en el muslo, cayendo a la vez que el
caballo que montaba en un barranco, quedando una pierna debajo del animal y por
tanto inmovilizado, pero quiso el azar que pasase por el lugar unos de los
peones de sus hueste, de nombre Golondro, que antes habia servido a las ordenes
del maestre don Alonso de Monroy, y le pidió ayuda para salir de debajo del
caballo, Golondro, viéndole en aquélla disposición, y como quien ve la llegada
ocasión de la venganza, esperada desde el día que apresara a don Alonso con
engaño, desenvainando la espada dio tal golpe en el cuello del postrado Solís,
le aparo la cabeza del tronco, diciéndole:
-Así
pagaras la traición que le feciste a mi amo-
Oscura
fue la muerte, para quien soñaba con grande gloria y grandeza.
(fuente
Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familia)
(fuente
Biografías)
(Fuentes
Alonso Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)
Agustín Díaz
Fernández
(


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