BREVE HISTORIA DECÁCERES   

                                                  CLXIII

Capitán Diego de Cáceres y Ovando  

                                              (1425-1446)

    Crónica desde la Calle Cuba de mi LLopis Ivorra

Hernán Blázquez y Leonor Alfonso de Ovando, se casaron en 1424, y en 1425 nació su primogénito, el que sería andando la historia Capitán diego de Cáceres Ovando, los enlaces habían reforzado el encubrimiento nobiliario de la familia, el tiempo de los Ovando en Cáceres, aún faltaba por llegar, Diego, que dio el primer impulso, nació en casa de regular pasar, a pesar de halagüeños elogios, que dedicaron a su brillante alcurnia, y en efecto brillante era, pero de bastante menos brillo era su bolsa.

El abuelo de Diego de Cáceres Ovando, Hernán Blazquez, dejo dos hijos Hernán Blazquez Mogollón y Nicolás Ruiz, este, tío carnal íntimamente ligado a los primeros tiempos de Diego, los dos hijos, heredaron los bienes paternos que quedaban, en gran parte en proindivisión (es decir, propiedades en conjunto, sin que ninguno de los propietarios tiene derecho pleno sobre la propiedad), la muerte dejo huérfano de padre al futuro capitán, cuando contaba con dieciocho años de edad, cortando así, un aumento de fortuna bajo la administración del cabeza de familia.

Sobre el 3 de enero de 1443, murió Hernán Blázquez Mogollón, dejaba cinco hijos de su matrimonio, los que quedaron a cargo de la tutela materna, tras un decente entierro, que no suntuoso entierro, en la Iglesia de San Mateo, más tarde cambiada por un hermoso arco sepulcral, pero esto sería a costa de su nieto mayor:

“Por cuanto yo tengo depositados en la iglesia de San Mateo, en un arca, los huesos de mi abuelo para los sepultar en la capilla que se hiciere, y que en la dicha capilla hagan un arco muy honrado y bien hecho, en donde sean puestos y sepultados”.

Escasas eran las posibilidades monetarias de la viuda, para hacer frente a las mandas del testamento del difunto y saldar deudas contraídas por él, tuvo doña Leonor, que arbitrar recursos, decidiéndose a vender un huerto que tenían sus hijos en la ribera de Cáceres, por precio de dos mil maravedis, compraron  el huerto Diego García y su mujer, Beatriz de Villalobos, firmándose la escritura en 3 de enero de 1443, en el documento de compra venta doña Leonor, declara los nombres de sus cinco hijos, ”Diego, Francisco y Nicolas, Juana y Catalina, mis fijos, e fijas, del dicho Ferran Blazquez, mi marido. Pero apenas realizada esta venta, Nicolas Ruiz, hace su aparición, disconforme con la venta, quiso alegar preferencia a la hora de comprar el huerto, como participe en él por heredad, esto hizo poner en peligro el crecimiento económico de su cuñada y sobrinos, no tuvieron los nuevos dueños ganas de pleitos, y como dijeran letrados sabedores del derecho de aquel huerto, pertenecía al dicho Nicolas Ruiz, accedieron a vendérselo por el mismo precio que lo compraron, en 5 de junio de 1443.

Bajo la tutela materna, vivió Diego en Cáceres años oscuros, durante estos, doña Leonor Alfonso de Ovando. Iba dirigiendo con buena mano la casa familiar, ayudada a veces y obstaculizadas otras por su cuñado, hermano del marido difunto, sobre el hogar sin padre, se proyectaba la sombra de Nicolas Ruiz, hermano de Hernán Blázquez y tío de Diego, Francisco y Nicolas, de Juana y de Catalina.

En 1443, en 29 de abril, doña Leonor Alfonso de Ovando y su cuñado, pusieron en orden parte de la hacienda de los Blazquez, terminando con algunas indivisiones, dando para ello poder a Gómez Fernández, hijo de Fernán Gómez, y a Alvar López de Saavedra, l casa de los abuelos en la colación de la iglesia de San Mateo, lindera a la de Diego García de Ulloa y a la de Luis Martin, fue adjudicada a los huérfanos Hernán, a Nicolas se le dio la dehesa Majuelo, y una cuarta parte de las Arguijuelas, los menores no percibieron en este trato hacienda rustica ninguna, quedando Nicolas obligado, a darles ochocientos maravedís en plazos.

El tío Nicolas, albacea de la familia durante estos años, con gran actividad, solía moverse bien situado en la sociedad cacerense, su mujer, Inés García, emparentada con los Ulloa, con los Ximeno y con los Carrascos, disfrutaba de buena situación económica, la dehesa de Casas de Carrasco, junto al rio Salor, era de Inés, en proindivisión con Mencía Pérez, primera esposa de Diego García de Ulloa, y con Juana Ximénez, mujer del escribano Juan Sánchez Moñino. En el Concejo actuaba Nicolas como Regidor sobre 1449, en la partición con sus sobrino, se habia quedado con el Castillo de las Arguijuelas (el de Arriba), el que su padre, o su abuelo habían edificado en el altozano de la finca, cerca del de Blasco Muñoz (la Arguijuelas, fue uno de los primeros asentamientos de Cáceres) con la apropiación del Castillo, Nicolas , el segundón, quitaba a Diego, el primogénito, el símbolo feudal representativo, que más tarde rescataría el Capitán Diego de Cáceres de Ovando.

La falta del cabeza de familia, hizo que doña Leonor empleara todos sus recursos para ir colocando a sus hijos en las adecuadas condiciones, tanto profesionales como domésticas, enfrascada en arreglar el provenir de su primogénito, concertó con rapidez boda, pero no sería en la villa cacerense, fue en a Villa de Brozas, donde le encontró mujer a Diego, en la noble e influyente familia de los Flores.

Brozas, antiguo e importante solar nobiliario, muy cerca de Alcántara, y ligado con la Orden de este nombre, tenían los Flores su procedencia en Asturias y León, estuvieron por tierras cacerenses, en los tiempos de reconquista, asentándose en Alcántara don Hugo de Flores, el que fuera más representativo personaje de este linaje, que casó con doña Elvira Gutiérrez de Toledo, hermana de un  maestre de la Orden de Alcántara ( algún cronista sitúa a doña Elvira, como sobrina del Maestre, y hermana de Fray Gonzalo Gutiérrez, que fuera Comendador de Castilnovo , durante el Maestrazgo de don Suero Pérez, 1355-1362), Hijo de este matrimonio, fue don Gonzalo Gutiérrez Flores, que fue el primero en asentarse en Brozas, marido de doña Isabel Rodríguez de las Varillas, y padre de don Rodrigo Flores Gutiérrez, casado este con doña María Esteban Tejado y Paredes, hija de estos era Isabel de flores, la destinada a ser la esposa de Diego de Cáceres de Ovando. El enlace sirvió como encumbramiento de la familia, los Flores, ostentaban en la villa Brocense, la primacía social y económica.

Entre los años de 1443 y 1445, fechas en las que hay que situar el casamiento de don Diego de Cáceres con doña Isabel de Flores, y del hogar paterno pasó al hogar conyugal, en plena juventud y en la espera de fraguar su provenir, un por orientar, mientras le llegaba los hijos, observaba como se enturbiaba el panorama, en el proceso político del reino. 

Negros nubarrones se cernían sobre Castilla, al nacer don Diego, y seguía sin aclarar en la época en la que contrajo matrimonio, desde su solar, observo el reino de Juan II, que pasaban por la Extremadura como tornado de luchas e intrigas, entre las rebeldías de los inconformistas y poderosos y pendencias  de los Infantes de Aragón, primos hermanos el monarca de Castilla, frente a ellos, solo un hombre les hacía frente, el condestable don Álvaro de Luna, Maestre de Santiago, el gran estadista que intentaba, que no se desmadejara el gobierno del reino.

Durante la campaña de los rebeldes Infantes de Aragón, por tierras de la Extremadura, había creada esporádicas relaciones de amistad, que andando en la historia iban a ser de utilidad para el Capitán don Diego de Cáceres de Ovando.

Otro personaje, poderoso, y que también entraría a engrosar la historia ilustre cacerense y por ende Extremeña, era el Maestre de la Orden de Alcántara, don Gutierre de Sotomayor, enlazado por múltiples ramas, con lo más florido de la aristocracia cacerense, gran personaje, activo, diplomático, poderoso, incondicional del condestable don Álvaro de Luna, era don Gutierre de Sotomayor, sin dudarlo, la figura más representativa e influyente de toda la comarca, en todas las ciudades y villas en lo ancho y largo de Extremadura, gozaba de parientes y amigos, de maneral muy especial en la Villa Cacerense, donde casó a tres de sus hijas , doña Juana, con Diego de Migolla, doña Catalina, con Cristóbal Mayoralgo, y doña Teresa, con Vasco Porcallo.

Ligado al Maestre, así como a toda su parentela, estaban por parentesco o amistad, los familiares de don Diego de Cáceres, cuyo destino iba a encauzar hacia las armas, al lado de tan importantísimo protector. Ya por aquel entonces, al lado del Maestre, empezaba a destacar un sobrino suyo, joven, de una fuerza descomunal, cuyo nombre recabaría con el tiempo, toda la atención de la comarca cacerense, hasta convertirse en protagonista de la historia, y en símbolo del indomable, valeroso, y excelente guerrero y caballero, un joven que se llamaba don Alonso de Monroy.

Durante 1445-1446, marcan la época decisiva de la vida de don Diego de Cáceres Ovando, se inicia y se mutila el primer rumbo que toma, un periodo de ilusiones y catástrofes, de esperanzas y desorientaron, todo esto iría templando el espíritu de don Diego.

El 19 de mayo de 1445, una decisiva batalla había apartado de la intromisión en Castilla, de los Infantes de Aragón, quedando afirmado en el poder don Álvaro de Luna, la muerte elimino al poco al Infante Enrique, el más alborotador de ellos, otro de ellos el Infante Juan, se dedicó a actuar con Rey de navarra y Aragón, ya con un solo bando al que servir en tierras extremeñas, y en este bando participo don Diego de Cáceres Ovando, al servicio de don Gutierre de Sotomayor, el Maestre de Alcántara, y gran participe de la victoria de Olmedo, al compas de don Diego, comenzaron su carrera militar otros ilustres hijos de la Villa cacerense, deudos y amigos del futuro Capitán, siendo de los más cercanos y unido un primo suyo , don Juan Alfonso de Migolla y Juan Saavedra.

Tras la batalla de Olmedo, en 1445, el Rey don Juan II, con el Condestable don Álvaro de Luna, y con el Maestre de Alcántara don Gutierre de Sotomayor, se vino hacia Extremadura, con el fin de rendir la villa y fortaleza de Alburquerque y el castillo de Azagala, que se mantenían en poder de los servidores del fallecido Infante de Aragón don Enrique. El 6 de octubre, don Juan estaba en Cáceres, donde confirmó la donación de la villa a su hijo primogénito, el futuro Rey Enrique IV, a condición de que cuando este fuera Rey la villa cacerense, se incorporara de nuevo a la corona, para no separarse de ella nunca más.

Por primera vez don Diego de Cáceres, tomo contacto con la corte, y como aun no había sentado su solar, no se le denominaba todavía de Cáceres, sino Diego de Ovando, la denominación de Cáceres, surgió durante su estancia en el reino de Aragón. Un joven don Diego, con puesto destacado en el sequito del Maestre don Gutierre de Sotomayor, puo entonces conocer y tratar a l Rey y al Condestable, lo que se podía ver como un buen comienzo en su carrera.

Don Juan II, el Condestable y el Maestre, fueron desde Cáceres a Arroyo del Puerco y Piedrabuena, camino de Alburquerque, al enterarse de que el alcaide de esta villa y fortaleza, Fernando de Avalos, estaba resulto a resistir, se acordó la venida de tropas, Por primera vez, el nombre de Diego, aparece en las páginas de la historia: El Rey dijo al Maestre de Alcántara, que trajese gente de su Maestrazgo, y mando al Comendador Juan de Vera, que con se gente de su frontera de Mérida viniese luego para el Rey, y Trujillo le envió gente de armas, doscientos de a caballo y doscientos de a pie, con Juan de Chaves, y Cáceres trescientos de a caballo y ciento cincuenta de a pie, con don Diego de Ovando, Lorenzo Suarez de Figueroa, señor de Zafra vino también, consiguiendo la sumisión de Alburquerque.

Diego de Cáceres, aunque en esta campaña, no tuviera mención destacada, si había comenzado a moverse en el circuito de la gente de armas, siguió con la comitiva real, por la baja Extremadura, donde el Rey hizo entrega de varios lugares en premio a sus servicios, a la marcha del monarca, don diego quedo en la región con el Maestre de Alcántara. Mientras iniciaba su carrera militar, la esposa doña Isabel de Flores, quedó en Cáceres, donde recibía sus frecuentes visitas, la madre, doña Leonor Alfonso de Ovando, firme y enérgica, continuaba en la casa del barrio de San Mateo. (la casa primitiva de los Ovando, estaba en el lugar de la actúal casa de las Cigüeñas).

Por toda la comarca cacerense, se movía don Diego, en compañía del Maestre Gutierre de Sotomayor durante todo el año de 1466, el futuro capitán tomaba nota del tacto, diplomacia y energía que el Maestre desplegaba, para llegar a la total pacificación y unidad de la comarca y de la región entrera, también pudo tratar y de cerca a don Alonso de Monroy, quien con éxito iba consiguiendo con las armas, la pacificación perseguida por su tío el Maestre.

Todo hacia esperar que don diego, se uniese para siempre entre las gentes de Gutierre de Sotomayor, si la fatalidad no se hubiera interpuesto, y así habría sucedido, quedando ligado su futuro al de don Alonso de Monroy, pero el destino dispuso que fuese enemigo de este coloso, magnifico e indómito guerrero y caudillo. El motivo, el atentado contra la vida del ilustre Maestre don Gutierre de Sotomayor, cometido por don Diego, don Juan de Saavedra y don Juan Alfonso de Migolla, en la Encomienda Araya, como represalia por los galanteos del Maestre asediada a Jimena Álvarez, prima de Saavedra y esposa de Migolla, que era primo este a su vez de Diego, una fría mañana de finales de diciembre, cuando iba de caza, don Gutierre, fue acometido y derribado, dándole por muerto, los tres jóvenes dieron a la huida, don Diego y Saavedra, camino de Aragón, Migolla, hacia Sevilla. Dos hogares abandonados y un futuro truncado, triste bagaje que don Diego de Cáceres, llevaba en su zurrón, al alejarse de la comarca cacerense, estaba finalizando el año de 1446

(Fuentes-Muñoz Sampedro)

(fuentes-Publio Hurtado)

(fuentes-Floriano Cumbreño)

Agustin Día Fernández

 


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