BREVE HISTORIA DE CÁCERES                  

                                                  C L

Linajes Cacerenses XXXVI

Torres.

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Familia de un enorme potosí, el primer individuo de este linaje, aparece en la villa cacerense a mediados del siglo XIV, en que casó doña teresa García de Torres con Alfón Pérez Golfín “El Mozo”, señor de la Casa Corchada y Torre Arias, un solo hijo nació de este matrimonio, de nombre Alfón de Torres, que tomo el apellido de la madre, a pesar del apellido tan esclarecido paterno, gracia a los enormes heredamientos y cuantiosa hacienda aportados por su madre al matrimonio.

A lo largo de esta serie de apellidos ilustres, esto de tomar el apellido de un progenitor masculino por el femenino, y aunque algunos solían tomarlo como desprecio al linaje paterno, en aquellos tiempos era cosa generalizada, y que esta costumbre a nadie debiera extrañar.

Alfón Torre, como hijo único, heredó las grandes riquezas de su madre y el señorío de su padre, El Rey Juan II de Castilla, le nombró su Doncel, en la Real Carta en la que le concedió este empleo, pone de manifiesto el cariño que sentía por él al decirle:

“Que, luego vista la presente, dejedes todas las otras cosas, é vos vengades para mí, por manera, que seades conmigo, lo antes que ser pueda, é por cosa alguna non vos detengades.”

Sirvió y bien al Rey, en las guerras contra el moro de Granada, y como persona de autoridad en la villa cacerense, asistió al acto de la entrega de Cáceres al Principe Enrique, corría el año de 1445.

Hijo suyo fue Alfón de Torres, que también se crio en la Casa, asistió con su padre al Rey Juan II, en las guerras Granadinas, y de paje, ascendió a Maestesala en 1463, de Enrique IV, llegando a formar parte de su consejo, y al que Enrique IV, nombro en 1465 Mariscal de Castilla:

“Considerado por mí, vuestra habilidad e elegancia, e virtud, e esfuerzo, e discreción, e la grande lealtad, que yo siempre en vos he hallado, e fallo cada día”

En el transcurso del año de 1465, el propio Rey le hizo merced de las villas de Blaca, Aguilar, Amenaces, y Valdelana, con sus castillos, fortalezas, términos, rentas, vasallos, pechos y derechos, justicia civil y criminal, también le dio la tenencia del Alcázar cacereño, capitaneó con Diego García de Ulloa, el bando de los de arriba de la villa cacerense, acaudillados por el Maestre de la Orden de Alcántara Gómez de Solís.

Una vez muerto el Rey Enrique IV, el Mariscal y a la vez Comendador de Valverde en la Orden de Santiago, se puso a las órdenes de los Reyes Catolicos, que conociendo sus grandes prendas, le confirmaron sus títulos y empleos, recompensándolo en el cerco de Trujillo sus buenos servicios, así como con la guerra con Portugal, contra los intereses de Juana la Beltraneja, con el Señorío de las villas de Arronches y Alegrete, en Portugal, de que era dueña la corona de Castilla, corría el año de 1476, y en 16 de junio, se le concedió el permiso que tenía solicitado para edificar la torre t fortaleza que tenía comenzada en el heredamiento de la Carretona del Salor, en el término de Cáceres, cuya ejecución dio origen a grandes pleitos con su antiguo partidario Diego García de Ulloa,

Y corría el año de 1490, cuando murió.

Francisco de Torres.

Sucesor y único hijo del anterior, también fue Comendador de la Orden de Santiago, como también le sucedió como Mariscal de Castilla, según Cedula Real de 30 de abril de 1490, desde este cargo presto a la corona grandes y buenos y valiosos servicios, este caballero solo tuvo una hija doña Francisca de Torres, y que, llevo su enorme patrimonio a la casa de Diego de Cáceres Ovando, con quien casó.

Pedro Rodríguez de Torres.

Hijo también de Alfón el doncel, Militar al servicio del Rey, se halló en las guerras contra el moro de Granada donde se porto con brillantez durante la batalla que las mesnadas castellanas, libraron con la mora en la Vega del Guadix, corría el año de 1437.

Juan Torre

Vasallo del Rey, y Alcaide de la villa y castillo de Alburquerque.

Diego Gómez de Torres.

Vasallo de los Reyes, y Señor de la dehesa y castillo de los Mogollones, y que siendo muy joven tomo parte muy activa junto a su hermano Pedro, donde se distinguió, la la batalla victoriosa de la Vega del Guadix contra el moro.

En el sortero efectuado por Isabel la reina católica, para constituir el ayuntamiento cacerense, fue favorecido por la suerte, y salió para cargo de Procurador General del concejo. A> este caballero, fue a quien el Rey Enrique IV, le concedió licencia para que edificase casa en las ruinas del alcázar, destruido en la guerra entre el monarca y su hermano el Infante don Alonso, estamos hablando de la actual Casa de las Veletas, con la reserva del uso del agua del aljibe existente para el vecindario.

Alfón Torre.

Hijo del anterior Diego Gómez, que una vez viudo y tras ver morir a sus hijos, se hizo fraile franciscano, fundando con sus bienes uno de los mejores mayorazgos de esa familia, corría el año de 1517, cuya hacienda, la de esta rama, paso por entonces a los Porcallos, de estos pasó a los Ulloa, después a los Cáceres, terminando en la de Fernán Núñez.

Juan Torre

Este caballero fue hijo del que fuera Alcaide de Alburquerque, que siguió al partido de los Comuneros de Castilla, siendo uno de sus capitanes en Extremadura, más decidió abandonar el siglo y tomó la vida monástica, profesando como fraile en el convento de San Francisco el Real de Cáceres donde fue modelo de observantes.

Pero atormentado de continuo por el recuerdo de su pasado aventurero, cierto día salió del convento en busca del emperador don Carlos, y postrándose a sus pies, le descubrió quien era, solicitándole castigo merecido, a los que el Emperador le concedió su perdón diciéndole:

“Sed buen fraile y encomendadme a Dios que, cumpliendo con vuestra obligación, me tendréis por amigo”. Torno Fray Juan al convento con la conciencia tranquila, en su empeño de ser modelo de religiosos y morir bendecido por todos en opinión de santo.

Cuenta la Crónica, que entre otros sucesos que acreditaron sus merecimientos para con Dios que yendo cierta noche fray Juan a la tocar a maitines, haciendo una soga el Espíritu Malo, se la tiro con tal fuerza, que le dejo aturdido, pero encomendándose a Dios pasó la ilusión, repitió tanto el demonio sus apariciones y malos tratamientos, que dejaron de causarle impresión, con lo que el santo varón se le oía decir:

“Que más temía a un mastín de ganado que al enemigo, porque, contra esta tenía prevenida y a mano la defensa, y para aquel no habia más que la fuerza de la naturaleza, dudosa contra su ímpetu natural”

Las mortificaciones del fray Juan, superaban con mucho lo que la regla exigía, un día fue a visitarle su sobrino Pedro de Ovando, y viendo que ni para alivio de su vejez y a sus achaques tenía ropa de lienzo, lo contó a su madre, la que envió almohadas y sabanas, más él dijo:

“Sobrino, si el salvador del mundo no tuvo en que reclinar la cabeza, y estuvo en la cruz coronado de espinas, poco vengo yo a hacer yo, con tener almohada hecha de sayal y tomar mayor regalo, ingratitud discordante con el amor que por mi padeció”.

El día de San Francisco, fue el día que eligió la parca para llevárselo, día que fue también el que tomó el hábito, profesó y cantó misa, dándosele sepultura en las gradas del altar mayor del convento.

Aldonza de Torres y Golfín.

 También fu de este linaje, esta piadosa señora, y que ya viuda de Sancho de Paredes, dispuso un codicilio otorgado en 18 de junio de 1561, y que con las rentas de cuatro capellanías que había fundado, las que declaró caducadas una vez muertos los capellanes que las servían, y que se fuesen haciendo un fondo para cuando hubiese caudal suficiente, se edificase un convento de Clarisas, como se edificó, y cuyo patronato dejo al Guardian del de frailes de San Francisco.

“El convento de las Monjas de Santa Clara, no empezó a fundarse hasta el momento de tener capital bastante, hasta el año de 1593, siendo su terminación en 1614, se inauguró el 5 de noviembre de este mismo año, y que para la inauguración salió procesión del convento de Jesús, las monjas que habían de ocuparlo, y que procedían de otro convento de Toro con todo el clero, nobleza, pueblo de la villa cacerense, y tras misa solemne que dijo el Prior del convento de Santo Domingo, con el sermón correspondiente, se las hizo tomar posesión de la casa convento, y donde hubo temporadas de hasta contar con cuarenta monjas, y que en el sagrario se conserva el cráneo de una de las once mil vírgenes”.

(Fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familia)

(Fuente Biografías)


 Agustín Díaz Fernández 

 

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