BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                  CLXI

Francisco de Hinojosa III

                                   1473-1489

Crónica desde la calle Cuba de mi LLopis Ivorra

En el capítulo anterior, dejábamos a los protagonistas de nuestra historia, dilucidando quien, de los tres pretendientes a ocupar la casa del Maestrazgo de Alcántara, se llevaría el gato al agua, el caballero de la orden estaba a favor del antiguo clavero don Alonso de Monroy, hombre de experiencia y reconocimientos, antes que a un niño don Juan de Zúñiga, manejado por la ambición de su madre.

En ese periodo, don Alonso de Monroy, volvió a ser como al principio de la guerra contra don Gómez de Solís, un fugitivo, y audaz guerrillero, para terminar, siendo un rebelde contra los Reyes, aunque sin perder nunca toda su grandeza de ánimo, su dignidad y valor como símbolo de la raza extremeña, en un momento histórico, volvió el Clavero a enfrentarse a don Francisco de Hinojosa, al cual le arrebató la encomienda de Herrera.

Por entonces don Francisco, desligado ya de los bandos alcantarinos, volvió a Trujillo, dispuesto a servir á los nuevos monarcas, desando poner fin a su viudedad, fue a tratar con el famoso caballero don Luis de Chaves “el Viejo” quien, conociendo bien su valor y sus prendas, le ofreció en matrimonio a su hija menor doña Juana de Sotomayor, siendo esta apenas una niña, don Luis de Chaves era el principal paladín de los de Trujillo, de los derechos dinásticos de la reina Isabel I de Castilla.

Curiosa la circunstancia, es que las dos mujeres de Francisco de Hinojosa, fuesen cada una parienta de los dos grandes rivales, el Maestre Solís y el Clavero Monroy, la primera hermana de Solís, la segunda sobrina de Monroy. Tras contraer su segundo matrimonio, Francisco de Hinojosa, unido a la gente de su suegro, participó en los sucesos de su tiempo, siendo muchos y buenos los servicios prestados a los Reyes Católicos.

En aquellas luchas, cuyo fin era ya más elevado, que quitar o poner Maestres, intervino Hinojosa, en numerosos sucesos, fue herida varias veces, siendo prisionero en distintas ocasiones lograr darse a la fuga, gracias una vez a su esposa, que cambió los vestidos con el de la esposa, y este pudo huir disfrazado, mientras ella quedaba presa. Cuando esto ocurría, doña Juana de Sotomayor, estaba embarazada de su primer hijo y muy próxima a parir, su padre don Luis de Chaves, orgulloso del noble rasgo de su hija, antes de recuperar esta la liberad, le envió a prisión un plato de plata lleno de florines de oro, como homenaje a mirar por la honra del linaje, por lo que había hecho.

Francisco de Hinojosa, seguía al servicio de los Reyes, en tareas bélicas, pero su salud estaba quebrantada, aquellas calenturas que pilló cuando el cerco de Alcántara, nunca le habían desaparecido del todo, en realidad era un enfermo de tuberculosis, por ello hacia ahora más frecuentes paradas en su casa solariega de Trujillo, ciudad que tuvo en acelerado ritmo de vida en los años 1477 a 1479, durante ellos los Reyes don Fernando y doña Isabel permanecieron allí largas temporadas, mientras afirmaban su trono y extinguían los odios y banderías que asolaron hasta entonces el reino, especialmente en Cáceres y Trujillo, donde escribe el cronista corría las sangre por las calles a diario.

Por entonces, promovió pleito don Francisco de Hinojosa contra don Alonso de Monroy, por haberle ocupado por la fuerza la encomienda de Herrera, que pertenecía al hijo de Francisco. Hasta tres años retuvo en su poder don Alonso, las rentas de esta encomienda, los Reyes fallaron a favor de Hinojosa, ordenando subastar los bienes que el Clavero tenía en Trujillo, como las rentas retenidas ascendían a un millón doscientos mil maravedíes, y no se sacó de la subasta lo suficiente para indemnizar a Hinojosa, se le adjudicaron las rentas y censos de varios pueblos y los juros que tenía Monroy sobre Zapatería en esta ciudad.

Durante uno de estos viajes de los monarcas, y estando don Fernando rey en Trujillo, acompañado de don Pedro González de Mendoza, a la sazón arzobispo de Toledo y Cardenal de España, posando en las casas de don Francisco de Hinojosa, le pregunto el purpurado, por la cosa que más pesar le había causado en su vida, don Francisco le dijo, que lo que más se arrepentía y le inquietaba su conciencia era la muerte del fraile que arrojo por el puente de Alcántara, en castigo a la traición de entregar una puerta de la villa al Clavero, el Cardenal le tranquilizo diciendo, que los traidores y malos amigos, merecían gran castigo, y que él le absolvería con `poca penitencia, un salmo y un páter noster.

Francisco de Hinojosa, pasó en Trujillo los últimos años de su vida, disfrutando de su cuantiosa fortuna, salvada de tantos azares e incrementada con la dote de sus dos esposas, viviendo con todo lujo y esplendor. Poco a poco, aquella calentura que cobró en el cerco de Alcántara, fue minando su existencia, muriendo en su casa de Trujillo, a los cincuenta y cuatro años de edad, en 1489, se le hizo un fastuoso entierro y se le sepulto en la iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo, n la capilla de Santa Ana, donde también reposaba su primera esposa doña Juana de Solís

(Fuente Muñoz San Pedro)
(Fuente Orden de Alcántara-Maldonado)




Agustín Díaz Fernández 

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