BREVE HISTORIA DE
CÁCERES
LIX
Reinado
de Alfonso X - Siglo XIII (I)
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
De
adversa fortuna fue la del monarca Alfonso X, quizás el de más de los monarcas
españoles, enriquecido por las reconquistas de Fernando III, su padre,
agrandados sus dominios hasta lindar con los dos mares, engrandecido su poderío
con notables alianzas, y ya muy debilitados los musulmanes por sus guerras
internas, era lógico pensar que durante su reinado se gozase de paz y
prosperidad, al menos eso deseaba el monarca, pero Alfonso X no logro
entenderse con sus súbditos, o más bien los súbditos no quisieron saber nada de
este Rey, y así los treinta y dos años que duró su reinado fuera una sucesión
ininterrumpida de conflictos, perturbaciones y sin sabores que alcanzaron
incluso a la esfera domestica del soberano.
Al subir
al trono el 29 de mayo de 1252, contaba con treinta y un año de edad, y desde
hacía ocho estaba casado con doña Violante o Yolanda, hija del poderoso Rey de
Aragón Jaime I, a la que habia tomado por esposa siendo ella todavía una
adolescente, como era natural en estos ocho años el matrimonio no tuvo
descendencia, esto dio pie para suponer que Alfonso X pensaba en repudiarla,
para contraer matrimonio con una princesa Noruega (la Reina debía tener
solamente dieciséis años, la Princesa
Cristina de Noruega vino en efecto a España en 1254, pero para contraer
matrimonio con el Infante don Felipe, hermano menor de Alfonso X) pero durante el primer año de reinado, la
Reina dio a luz a la Infanta Doña Berenguela y al siguiente nació por fin el
ansiado heredero don Fernando, al que siguió luego una copiosa descendencia
(después de nacer don Fernando de la Cerda, le siguieron don Sancho, don Juan,
don Jaime, doña Isabel, doña Leonor y doña Violante, sin contar hijos
bastardos, entre los cuales citan a don Alfonso “el niño” por el cual Alfonso X el sabio, tuvo una
especial predilección y doña Beatriz, que andando la historia seria reina de
Portugal).
Durante
los primeros cinco años del reinado de Alfonso X, las relaciones con la Villa
Cacerense, se limitaron a la promulgación del Fuero de los Ganados y del
privilegio en virtud del cual los
vecinos de Cáceres, no estaban obligados a acudir en hueste si no con la
persona del Rey, en sus fronteras y por un tiempo no superior a los treinta
días, ocupado el rey en consolidar las conquistas de su padre en Andalucía,
donde cabecillas y reyezuelos moros se habían alzado al saber la muerte de
Fernando III, y en afianzar su alianza con el reino de Aragón y la neutralidad
del rey de Granada Mohammad I, apenas si tiene algún contacto con los
territorios del Oeste de su reino, mientras la villa cacerense,
habia empezado a tener sus primeras dificultades.
Cáceres
estaba rodeada por múltiples inquinas ,
unas de la malquerencia de las Ordenes, que no se resignaban por las buenas a
soportar el enclave de una villa de realengo, fundada con las aspiraciones de
la más poderosa de las Ordenes ,la de Santiago, nacían otras de los nuevos
concejos creados al Sur del territorio cacerense, Mérida y Badajoz, que
previendo el potencial económico de la Sierra de san Pedro, que ya por la parte
de Cáceres empezaba a hacerse sensible,
tratan de incluir en sus respectivas jurisdicciones la parte que pueden de ella, otras provenían
de la actividad irreductible, llevada a
veces hasta la más fiera intolerancia, adoptada por la villa para defender sus
merinas contra el mestizaje, tratando de cerrar de una manera absoluta los
pastos al ganado del Norte, causa por lo que comenzó el conflicto.
No se
habia cumplido el primer año del reinado de Alfonso X, cuando al Norte del
término se origina la primera cuestión sobre los pastos, siendo la Orden del
Temple la que plantea en forma de una extremada violencia, esta Orden nacida en
Francia hacia 1118, con el fin de proteger a las peregrinaciones a los sanos
lugares, habia penetrado en la península al amparo de los Condes de Barcelona y
más tarde de los reyes de Aragón, quienes le hicieron muchas mercedes, la
colmaron de privilegios, les donaron muchas casas, villas y castillos en sus
estados, desde allí pasaron hacia el Oeste, estableciéndose en Portugal y el
León, más tarde en Castilla, siempre protegido y arropados sus caballeros por los monarcas, que pensaron hacer de ellos una
estupenda fuerza combatiente contra los musulmanes, a la sombra de esta
protección, los Templarios crecieron rápidamente en poderío, acumulando enormes
riquezas ,lo que les hacía alardear de independencia haciendo pequeños estados en sus encomiendas.
Estaba
estos caballeros establecidos en la Trasierra, desde los tiempos del emperador
Alfonso VII de León, y según parece su casa-convento principal era la de
Alconétar, desde eta posición defendían el paso del rio Tajo y en el que
durante las luchas con los almohades, durante el reinado de Fernando II de León
y el de Alfonso IX, se mantuvieron casi milagrosamente, sufriendo constantes
ataques de los musulmanes, hasta consolidarse definitivamente en esa posición
en los comienzos del siglo XIII, el Castillo centraba un amplio territorio que
comprendía las jurisdicciones de Garrovillas, Talaván, Hinojal, Cañaveral y
Santiago del Campo, con magnificas tierras de pastos al Norte del Tajo y el
dominio absoluto de la calzada hasta muy cerca de Plasencia, este territorio se
convirtió en encomienda de la Orden, ciertamente de las más ricas, ya que una
vez conquistada Cáceres se habia acumulado en ella gran cantidad de ganado
norteño que miraba con codicia los invernaderos cacerenses.
Mal
mirada en la comarca cacerense, estaba la Orden del temple, se les
consideraba como Orden extranjera, y el
carácter adusto, tiránico y ambicioso de sus caballeros, cuyo orgullo se hizo
proverbial les llevo a chocar con los pobladores, acarreándoles irreductibles
inquinas, muy celosos de sus propiedades, bastaba que un pastor, con o sin
intención se internara en los límites que ellos estimaban como de su
pertenencia, para que se les confiscara el ganado y fuera enviado a las
mazmorras de cualquier castillo, donde lo más corriente era que se olvidaran de
su existencia, el odio hacia los Templarios se extendió al fundarse las ordenes
leones del Santiago y la de Alcántara, que parecían confabuladas para consumar
su ruina, a los que más o menos y a las claras empezaron a apoyarlas los reyes
de León, al descubrir las secretas intenciones de los del Temple.
Proyectaban
los Templarios, convertir en feudo de su orden toda la Trasierra, con el
fin que toda la conquista en el Sur del
rio Tajo se hiciese en su exclusivo beneficio, desde el comienzo del reinado de
Fernando II de León y con esta idea, se dedicaron a ocupar posiciones clave,
pero las Ordenes leonesas les salieron al paso, disputándoselas en el terreno
jurídico, y haciendo ver a los monarcas los peligros que entrañaban tan enorme poderío dentro de sus estados, esto produjo
una reacción por parte de la corona, reacción que no tardo en convertirse en
despojo , Fernando II de León, les habia concedido del castillo de Portezuelo, una de las mayores
fortalezas de la región cacerense, este defendía un profundo desfiladero
abierto entre dos altas montañas, por la
que pasaba la vía Dalmacia, lo perdieron durante la campaña del emir almohade
Abu-Ya’Qub en el 1174, pero que fue recuperado por Alfonso IX de León en 1213, aunque los templarios la reclamaron
y con insistencia, el monarca les dijo que verdes las segaron, y lo entregó a
la Orden de Alcántara, haciéndolo cabecera de una de sus encomiendas,
(Portezuelo, castillo de triple muro , una de las mayores fortalezas poseidas
por los árabes en la orilla derecha del
rio Tajo, obra maestra de tan grande alarifes, levantada sobre una empinada
sierra, en el camino de Coria a Alconétar, a distancia de cuatro leguas de la
ciudad episcopal. Primeramente se denominó Castillo de Portillo, más tarde del
Portichelo, quédale al final el nombre de Portezuelo, sobre nombrado de
Marmionda, por los lugareños, en 1167 fu conquistado por Fernando II de León,
que lo dono a la Orden del Temple, siete años después lo recupero el emir árabe
Abu-Ya’Qub, siendo definitivamente recuperado de los muslimes en 1213 por
Alfonso IX de León, el cual lo dono a la Orden de Alcántara, a pesar de las
reclamaciones del maestre de la Orden del Temple, que se llamaba a la posesión
de él, habiéndole sido donado por el antiguo rey, su padre,) igual suerte
corrió con los de Cabeza de Esparragal y Santibáñez el alto, en posesión del
temple desde 1167, también pasaron a manos de los de la Orden de Alcántara,
parecida suerte tuvo el Castillo de Trevejo, en 1186, si bien quien se lucro de
este despojo fue la Orden de Santiago.
En el
momento de la conquista de Cáceres, el Temple habia quedado reducido en la
Trasierra en posesión de Alconétar, con pretensiones de permanecer allí,
concentrando en este posesión la totalidad de su poderío, decidido a no
soportar más usurpaciones, robustecieron el Castillo rodeándole de reductos,
pusieron una fuerte guarnición y
repartieron por los extensos campos de la encomienda sus rebaños, bajo la
protección de pastores armados como guerreros, recelaban en primer lugar de
Alcántara, que por la parte de Brozas, presentaba una Avanzada amenazadora
contra Garrovillas, sin perder de vista el realengo cacerense cuyos confines llegaban hasta
Talaván, subiendo sus ganados a pastar hasta la confluencia del Tajo con el
Almonte.
Con la
villa de Cáceres, fue con la chocó el rencor de los Templarios, invadieron
estos en repetidas ocasiones los pastos cacerenses, contra lo cual reclamó la
Villa, haciendo valer sus derechos, creando un
clima de tirantez con los caballeros de la Orden del Temple, que derivo
en violentas represalias, Cáceres no tenía otra salida ni otra comunicación con
el Norte, que el puente de Alconétar,
comunicación que le era indispensable, inmediatamente de realizada la conquista
se estableció un eje de tránsito de mercancías por la antigua vía romana, cuyos
extremos eran Cáceres y Plasencia, la que estaba cobrando un gran auge, merced
a la colonización de la rica comarca de la Vera, desde donde tenían que bajar
hasta Cáceres la mayoría de las mercancías que la villa cacerense necesitaba
para la subsistencia, no todas ya que algunas entraban vía Trujillo, en esta
época todavía el término cacerense
estaba sin rotular, que aunque los pobladores eran escasos, no daba esta tierra
pan suficiente para mantenerlos.
Otra
cuestión era que los ganados de Cáceres, cuando se les sacudía en momentos de
peligro, tenían que pasar por el puente de Alconétar, que estaba en poder de
los Templarios, siendo forzoso además el atravesar la encomienda, los
caballeros e la Orden pretendieron, primero cobrar el teloneo o derecho de
transito bajo sus distintas formas, pontazgo, portazgo, montazgo, etc. al
alegar la villa cacerense las exenciones que tenía otorgadas por Fuero, los
Caballeros Templarios, se cerraron en banda e impidieron el paso por la fuerza.
Los Cacerenses, reaccionaron como pudieron, y en cuanto los ganados del Temple
pisaban la tierra que hoy se conoce como los Cuatro Lugares del Campo, acudían
los caballeros de la Rafala y los apresaban, cuando no hacían corredura por la
encomienda llevándose todo lo que podían.
(Alconétar,
se cree que fue el Túmulus de los romanos, población asentada en las
confluencias de los rio Tajo-Almonte, en la Vía Lata, que conducía desde Mérida
hacia Salamanca y Zaragoza, habiéndose construido su puente en tiempos del
emperador Augusto, los árabes la llamaron Alconetara, que quiere decir segundo
puente, por existir uno en cada rio, uno que se denominó Mantible sobre el
Tajo, se edificó castillo, y bajo denominación árabe fue pueblo de gran
importancia,)
Esto
condujo a que se produjera un estado tal de violencia, mucha muerte y deshonra,
a fuerza de darse de la una a la otra parte, aquello solo conducía a la ruina y
la Villa Cacerense tenía todos los números para perder, así las cosas, el
Concejo creyó necesario procurar la paz y poner fin a esta dramática situación
de violencia. Los oficiales de la Villa acudieron al Castillo de Alconétar,
tras una larga entrevista con don Miguel Navarro, comendador del Castillo, pero
ambas partes se mantuvieron en sus puntos de vista, se enumeraron los
respectivos agravios, y al llegar a ningún acuerdo, acordaron dirimir la
contienda mediante un arbitraje, debiendo nombrar Cáceres sus representantes
entre los Caballeros del Temple y estos designar los suyos entre los Caballeros
Cacerenses , en día 25 de Febrero de 1253, se reunieron ambas partes en la
Villa de Cáceres, para hacer las designaciones de sus embajadores…
(fuente
Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)
(Fuentes
Publio Hurtado-Castillos)
(Fuente
Orti Belmonte)
Agustin
Díaz Fernández
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