BREVE HISTORIA DE CÁCERES
LXI
Alfonso X - Siglo XIII
Confirmación de los Fueros
Límites con Badajoz
Crónica desde la calle Cuba de mi
Llopis Ivorra
Comenzaron a sentirse los primeros
síntomas de malestar entre los súbditos del monarca Alfonso X el sabio, estamos
en 1255 y las vacilaciones de su carácter, su mala gestión diplomática, la
doblez de sus aliados y las intrigas interiores, malograron todos sus intentos
de buen gobierno, los nobles se aliaban con el extranjero, los hermanos de Rey le reclamaban las tierras
que su padre les habia adjudicado, y aun otras a las que pretendían tener
derecho, produciendo desordenes en los territorios recién conquistados en
Andalucía, y lo que fue peor, el pueblo
comenzó a demostrar su descontento al no
llegar a comprender los anhelos reformadores del Rey sabio.
Y precisamente, una de sus más sabias
disposiciones las que vinieron a calmar el malestar, Alfonso X cambio el
sistema monetario, con la idea de
unificar el numerario castellano con el
de los demás estados peninsulares, creando una moneda de mejor ley y más apta
para la flexibilidad e las operaciones mercantiles, al principio los súbditos
no entendían la reforma, creyendo que el cambio de valores era una depreciación
del dinero, y se produjeron alteraciones, como
suele suceder en estos casos, retraimiento comercial, carestía y
acaparamiento, trato el monarca de salir del paso imponiendo tasa a los
artículos, también como siempre la situación empeoró, sobre todo para las
clases humildes, pues a esta determinación siguieron la ocultación y el estraperlo, cundió por todas
partes tal descontento y tan gran malestar, que el Rey hubo de tirar los cotos,
y mandó que las cosas se vendiesen libremente, por los precios que se aviniesen
por ambas partes, pro siguió no obstante con la reforma monetaria.
Otras de las posturas de la política
unificadora del monarca y que también acusó alarma entre los súbditos, fue la
promulgación del Fuero Real, trataba Alfonso X, de formar con este código un
fuero mucho más perfecto que los anteriores dando un primer paso hacia la supresión del
particularismo legislativo, pero no la
promulgo como ley municipal general, la va otorgando simplemente a las
ciudades, villas y lugares que carecían de fuero propio, con intención de darle
carácter más general, incluso lo impuso a sitios que ya tenían otorgados fueros, esto hizo que cundiera la alarma
entre los municipios apegados a sus tradicionales legislaciones, entre ellos
los leoneses, que en defecto de su
fueros, ya venían sirviéndose del Fuero Juzgo (cuerpo de leyes que rigió
en la península durante la denominación visigoda, y que supuso norma de
justicia común) , los municipios leoneses trataron de ponerse a resguardo ante
la implantación posible de otra legislación y acudieron al Monarca pidiendo
confirmación de sus respectivas leyes-.
Mayo de 1258, estaba Alfonso X en
Olmedo de paso para Valladolid, donde proyectaba celebración de Cortes, acuden
los personeros de Cáceres, en suplica de que les fuera confirmada su Carta de
Población, lo que implícitamente entrañaba la de todos sus Fueros municipales,
la confirmación de esta carta en su redacción definitiva, tal y como la
promulgara Fernando III, ponía a la Villa cacerense al amparo de intromisiones
de una legislación extraña, accedió el monarca, y el día 18 del mismo mes,
juntamente con la Reina de doña Violante y con el infante don Fernando, otorga
el privilegio confirmatorio, en el que suscriben los infantes don Fadrique, don
Enrique hermanos del Rey, los Reyes Moros de Granada y Niebla, entre otros
príncipes vasallos y los prelados y dignatarios de la corte.
Entre los que confirmaron este
privilegio, faltó el infante don Enrique, hermano del Rey, este se habia
rebelado contra don Alfonso, príncipe revoltoso y aventurado, de carácter
extremadamente exaltado, pretendía alzarse en territorios del Sur, habiendo intentado
levantar varias ciudades de Andalucía, Alfonso X, envió contra el a tropas
reales al mando de don Nuño Lara, el cual batió al rebelde, obligándole la
retirada hacia Aragón, desde allí marcho a Túnez para más tarde pasar a Italia,
corriendo una vida de aventurero realmente novelescas, no fueron estas las
únicas turbaciones que por aquel tiempo congojaron al monarca , en 1264 surge
una nueva revuelta de los moros andaluces los que se unen los de Murcia, con el
apoyo del Rey de Granada , Mohammad I (el Aboabdil aben Naçar,) que hasta
entonces se habia venido fingiendo subidito fiel y leal amigo de del rey
Castellano, en abril se halaba Alfonso X en Sevilla, preocupado en preparar la
campaña, cuando nuevamente acuden de nuevo a su presencia los personeros de
Cáceres, con la pretensión de resolver
una cuestión de límites surgidos con Badajoz.
Las disputas entre Cáceres y los
concejeros creados al Sur de la Sierra de San Pedro, tienen el origen en el
límite Sur de la provincia cacerense, estos no estaban bien definido en el
Fuero, primero por la peculiar estructura de la Sierra, después por la
deficiente información topográfica, sobre la delimitación por esta parte y por
último, como consecuencia de ser entonces la sierra una autentica selva
impenetrable que no permitían el apeo, entre el Puerto de las Herrerías y el
Arroyo del Alpotreque, el laberinto montañoso dificultaba el establecimiento de
una divisoria clara, ni Cáceres ni Badajoz, sabían a qué atenerse sobre sus
respectivas jurisdicciones, no se lo disputaban violentamente, pero si cada uno
de los concejos reclamaban, lo que creían más favorable a sus intereses,
Badajoz pretendía todas las estribaciones de la Sierra, con sus contrafuertes,
todas la tierra vertía sus aguas, directa o indirectamente al Guadiana, tomando
como limite el Arroyo Alpotreque, en la totalidad de su curso hasta su desembocadura
en el rio Zapatón, esto geográficamente parecía razonable, pero la región cacerense, prescindía de argumento
geográfico, y apoyándose en el deslinde de su Fuero, defendía como suyo el
terreno que partiendo de la estribaciones mencionadas, vertían sus aguas en el
Arroyo Alpotreque , trataron de ponerse de acuerdo ambos concejos , pro no
llegaron a ningún acuerdo, con lo cual decidieron plantear el pleito al Rey.
Alfonso X, no estaba en aquella
ocasión como para atender a cuestión tan insignificante, teniendo en cuenta los
graves problemas que le planteaba la guerra, insto a ambos concejos que se
pusieran de acuerdo, pero los contendientes estaba obstinados cada uno en su
punto de vista, e insistían en llevar el conflicto al tribunal de la Carta, el
Monarca que trataba a toda costa de evitar la discordia, les hizo ver las
enormes costas y trabajos que habrían de tener por ambas partes si se
estableciera juicio y les propone el nombramiento de una comisión para que
dictaminase y resolviese, Cáceres, decidida a cortar de raíz todo motivo de
disputa en el futuro, alega que no se conforma si no es con una resolución
real, quería la posesión de la Sierra de San Pedro, cuyos valles ya casi en su
totalidad descuajados por los pobladores, prometían convertirse en excelentes
yerbazales, en vista de ello el Monarca, acuerda el nombramiento de tres
personas ajenas a los interés de ambos contendientes, los que recorrerían el término,
recogerían testimonios personales y documentales y levantarían planos,
presentando todo ante el rey y que este decidiese, como Cáceres deseaba.
Alfonso X, nombró como instructores a
don Domingo, obispo de Ciudad Rodrigo, a Aparicio Roiz, alcalde de Medina del
Campo y a su vasallo Ruy Fernández, estos cumplieron con celeridad y regresaron
a Sevilla entregando al soberano todo lo actuado, el Rey mando llamar a los
litigantes, por Badajoz acudió Martin Gómez, y Estaban Martin, por Cáceres
Martin Cebrián y otro caballero del que no hay noticias, les propuso que
aceptasen lo que determinasen los comisionados, quienes perfectamente
informados y conocedores del terreno
fallarían en justicia, se avinieron a ello, y se fijaron los límites entre Badajoz y Cáceres, El Rey,
sancionó el deslinde en carta en 17 de abril de 1264 con categoría de
sentencia. Venció Cáceres la demanda, esta línea es poco más o menos que la que
menciona el fuero, así la cuestión de limites por el sur quedaba zanjada pro no
resuelta, Badajoz por el momento acepto, pero más tarde veremos resurgir esta
disputa y en términos totales.
Cáceres y Alfonso X
Dejábamos a los litigantes de Cáceres
y Badajoz por los linderos de límites de las provincia cacerense, Alfonso X dio
razón a la embajada de los de Cáceres, que a tal efecto se desplazaron hasta
Sevilla donde el monarca hacia preparativos de guerra contra el moro de
Granada, contentos los cacerenses los dejábamos en el capítulo anterior, los de
Badajoz también aceptaron las conclusiones del monarca, pero se podía apreciar
en sus rostros que no estaban conformes, volveremos ver surgir estos pleitos
andando en la historia.
Continuaba el malestar en todo el
reino, los gastos que ocasiono la guerra de Granada, las mercedes sin cuento
que se otorgaban a los nobles para tenerlos pacificados, los dispendios que de
forma caballeresca como poco prudente se
hicieron por el gobernador de Constantinopla y el ostentoso boato con el que se
celebraron las bodas del Infante don Fernando con doña Blanca hija de San Luis,
habían empobrecido el estado, además al que se presentaban otras costosas perspectivas
con motivo de las aspiraciones de don Alfonso al imperio, el descontento
cundió, principalmente entre los ricos
hombres, que con una avidez insaciable que los poseían, quisieron
aumentar sus bienes y privilegios, aprovechando para ello todas las ocasiones
que se les presentaba, en cuenta del carácter vacilante e indeciso del monarca.
La sublevación comenzó en 1268, a raíz
de levantar Alfonso X el cerco a Portugal, don Nuño de Lara, hombre valeroso,
buen capitán pero levantisco e inestable en sus lealtades, unas veces estaba al
lado del monarca, otras enemistado con él, centró el descontento entre los
nobles, anduvo en turbios manejos con el Rey de Granada, y comenzó a trabajar
al infante don Felipe, hermano del Rey, quien también iluminado por la vena
aventurera, como don Enrique tenía la aspiración, si no de reemplazar a don Alfonso en el trono de Castilla y de León, por lo menos
a crearse un reino propio e
independiente en los territorios conquistados por San Fernando en Andalucía, no
mostraron desde el principio los rebeldes sus intenciones, siguieron
aparentando una cierta sumisión, entraron en tratos con los Reyes de Navarra y
de Granada, establecieron correspondencias con Aben Yucef, Rey de Marruecos,
mientras acosaban con exageradas peticiones a don Alfonso X, se dio por fin
cuenta del estado de rebelión de casi tosa la nobleza, trato de apaciguarla
accediendo a muchas de sus demandas con evidente debilidad, pero los nobles se
“extrañaron” del reino estableciéndose en Granda, se esforzaron la reina
Violante y el Infante don Fernando en convencerlos, pero fue inútil, en 1271
estalla la guerra, y las topas del moro de Granada junto con los nobles
sublevados invaden Castilla.
Abandonados por todos Alfonso X,
vuelve la mirada hacia los hombres Buenos de la tierra, convoca los concejos de
León y Extremadura a una reunión en Ávila (Cáceres, era por entonces León)
expuso la situación el monarca y les pidió ayuda para hacer frente al de Granada y someter a los sediciosos, todas
las ciudades, villas y lugares del Reino, dando pruebas de lealtad, renovaron
su juramento de fidelidad al monarca, reunieron las milicias concejiles
poniéndolas a disposición del Infante don Fernando, el que habia sido nombrado
por su padre para dirigir la expedición, atacó este a los invasores por la
parte de Jaén, mientras que la de Murcia avanzaban tropas aragonesas que don Jaime puso a disposición de don Alfonso
X, estas iban mandadas por don Raimundo de Cardona, no llego a generalizarse la
lucha, tras algunas escaramuzas de avanzada, terminó inesperadamente a causa
del fallecimiento del Rey de Granada, su sucesor Mohammad II, pactó paces con
don Alfonso, los nobles revoltosos se sometieron, entre otras cosas por los
buenos oficios del Infante don Fernando.
Excelentes fueron los servicios
prestados por Cáceres con este motivo, por primera vez las milicias de la Villa
cacerense formaron en la hueste real, tanto pundonor puso que el Infante don
Fernando tuvo que encomiar ante su padre, el arrojado comportamiento de los
caballeros villanos del realengo cacerense, no lo echó en el olvido el rey, en
los años siguientes concedió a la villa tres privilegios de gran interés, dando
testimonio de Alfonso X el Sabio por la Villa Cacerense.
El primer privilegio, lo promulgó en
Carta abierta fechada en Toledo el 12 de febrero de 1272, a raíz de terminarse
la campaña de Andalucía y como recompensa a los servicios prestado en ella por
los caballeros de Cáceres, estos caballeros no pertenecían a la nobleza, pero
estaba exentos de pecho, facendera y otros tributos, gozando de otros
privilegios que los equipararan a los nobles, si poseían, en sus casas caballo
y armas con las que acudir a los llamamientos del Rey, para servirle en su
frontera, como clase social, formaban el nivel superior y dirigente de la
Villa, no eran todos ricos económicamente, por el contrario, muchos se
sostenían con un mediano pasar, o agregados como clientes a otros más poderosos, manteniéndose gracias
a la aparcería de los ganados o con los
rendimientos que podían sacar de su ración de heredad, empeoraba la situación
de estos al llegar a la vejez, pues no pudiendo mantenerse ellos mismos, si no a duras penas, mal podrían mantener un caballo, por lo que se
desprendían de él, perdiendo y como consecuencia su situación de privilegio,
quedando obligados al pago de todos los impuestos, teniendo en cuantas don
Alfonso estas circunstancias, y recordando el valor de los caballeros de
Cáceres, cuando entraron con el Infante don Fernando en tierra de moro en
Granada, dispone que estos al llegar a la vejez o cayeran en la pobreza a causa
de la adversidades de la vida, y no pudieran mantener el caballo, conserven no
obstante su situación de privilegio y gocen de la exención tributaria ,
beneficio que se hace extensivo a las viudas de los caballeros, como si
viviesen sus maridos.
Don Alfonso X, una vez terminada la
campaña de Andalucía y lograba la sumisión de los nobles, partió para trabajar
su elección imperial dejando al frente de sus estados a su hijo el Infante don
Fernando, la paz duro poco, apenas cruzada la frontera, el Rey de Granada
reanuda la contienda ahora con la ayuda de Aben Yusef de Marruecos, quien paso
el estrecho con mucho contingente de moros y pertrechos de guerra, emprenden
una rápida campaña asolando toda Andalucía, llegando incluso a poner cerco a
Sevilla en 1275, en un encuentro junto a
Écija destrozaron por completo la hueste cristiana que don Fernando envió para
contenerlos al mando de don Nuño de Lara, quien perdió la vida en combate, en
Martos, apresaron y degollaron al Arzobispo de Toledo don Sancho haciendo gran
mortandad entre la tropa cristiana.
(Fuentes Floriano Cumbreño -Historia
de Cáceres)
(Fuente Orti Belmonte-Conquistas)
Agustín Díaz Fernández
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