BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                              LXII

  Cáceres y la Rebelión de don Sancho.

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Según nos cuenta el historiador, fue al menos sorprendente la actitud tomada por la Villa cacerense, ante el desarrollo de la rebelión de don Sancho, en los sucesos posteriores. Don Alfonso X, entre 1280 y 1284, va perdiendo poco a poco su prestigio, se suceden las torpezas, las vacilaciones y las medidas sin ningún sentido político por parte del monarca, con el agravante de muchas de ellas eran reiterativas, seguía cometiendo los mismos errores que con anterioridad había cometido, y su hijo parecía  como que caminara  a la zaga del rey, las unas de las veces para enmendarlos las otras, la mayoría de las veces, para ponerlos en evidencia con el solo fin de atraerse partidarios.

Ajustadas treguas con el moro de Marruecos Aben Yucef, Don Alfonso reanuda las hostilidades con el moro granadino, pero faltándole el apoyo por parte de la nobleza, y estando los concejos muy remisos a prestarle los suyos, sufre tremendo descalabro en los campos de Monclin, en el cual perdió la vida el Maestre de la Orden de Santiago don Gonzalo Ruiz Girón, aprovechando este hecho aparece don Sancho como vengador y en audaz contrataque, deja a el moro derrotado en el campo de batalla, tala la Vega de Granada, y llega hasta las mismas puertas de la ciudad, don Alfonso X, mientras, en sus constantes vacilaciones, comienza a mostrar su favoritismo hacia los Infantes de la Cerda, trata de crear para ellos un reino en Jaén, don Sancho se revuelve, y hace saber a su padre, que no está dispuesto a que merme lo que el estimaba fuera su patrimonio, busca apoyo en Pedro III de Aragón, para entorpecer e impedir los proyectos de su padre don Alfonso, protesta de las magnificencias   desplegadas en las bodas de los Infantes don Juan y don Pedro celebradas en 1280 y de proyectos de una nueva reforma monetaria, propuesta ante las Cortes en Sevilla, se obstinó don Alfonso en llevar a cabo sus pretensiones y la rebelión se hizo abierta.

La actitud que tomó Cáceres antes la rebelión, fue descaradamente y sin tapujos a favor de don Sancho, este hecho es el que extraña a los historiadores y cronistas, ya que fue don Alfonso protector de la villa cacerense, colmándola de privilegios, amparó los adehesamientos, formentando de este modo la riqueza de los pobladores e incluso poniéndose de parte en la villa en los conflictos surgido con la  Mesta, decidido a proteger a la  pujante ganadería del término, pero no eran ya las familias asentadas en las primeras particiones el elemento de mayor consideración en la villa, habia comenzado ya la  inmigración nobiliaria y desde 1270 eran los nobles los que marcaban la dirección de los asuntos del Concejo, don Sancho supo ganarse a estos dirigentes en su favor, olvidándose de los beneficios recibidos de don Alfonso X. 

(El hijo primogénito de Alfonso X y heredero al trono, Fernando de la Cerda, murió en 1275 en Villa Real, cuando se dirigía a hacer frente a una invasión norteafricana en Andalucía. De acuerdo con el derecho consuetudinario castellano, en caso de muerte del primogénito en la sucesión a la Corona, los derechos debían recaer en el segundogénito, Sancho; sin embargo, el derecho romano privado introducido en el código de Las siete Partidas establecía que la sucesión debía corresponder a los hijos de Fernando de la Cerda.

El rey Alfonso se inclinó en principio por satisfacer las aspiraciones de don Sancho, que se había distinguido en la guerra contra los invasores islámicos en sustitución de su difunto hermano. Pero posteriormente, presionado por su esposa Violante de Aragón y por Felipe II de Francia, tío de los llamados «Infantes de la Cerda» (hijos de don Fernando), se vio obligado a compensar a estos. Sancho se enfrentó a su padre cuando este pretendió crear un reino en Jaén para el mayor de los hijos del antiguo heredero, Alfonso de la Cerda.

Finalmente, Sancho y buena parte de la nobleza del reino se rebelaron, llegando a desposeer a Alfonso X de sus poderes, aunque no del título de rey (1282). Solo Sevilla, Murcia y Badajoz permanecieron fieles al viejo monarca. Alfonso maldijo a su hijo, a quien desheredó en su testamento, y ayudado por sus antiguos enemigos los benimerines empezó a recuperar su posición. Cuando cada vez más nobles y ciudades rebeldes iban abandonando la facción de Sancho, murió el Rey Sabio en Sevilla, el 4 de abril de 1284.

Sancho se alzó como rey sin respetar la voluntad de su padre y fue coronado en Toledo el 30 de abril de 1284. Fue reconocido por la mayoría de los pueblos y de los nobles, pero al mismo tiempo hubo un grupo bastante numeroso de partidarios de los Infantes de la Cerda que reclamaban el acatamiento del testamento en cuestión, el rey Alfonso III de Aragón hizo proclamar a Alfonso de la Cerda como rey de Castilla en Jaca en 1288, e hizo una breve campaña en Castilla (1289-1290).

El Infante don Sancho, durante  la  rebelión de 1282, y tras concertar treguas con el moro de Granada, desde Córdoba y por Medellín, sube hacia Talavera, la  idea era someter a los castillos que entre los ríos Duero y Tajo aún se mantenían por don Alfonso, a principios de 1283 lo  podemos ver por las calles de Cáceres, donde era la familia Blazquez la que eran más devotos partidarios, desde la Villa cacerense se encamino hacia el puente de Alcántara para entrevistarse con el Maestre de la Orden don Fernán Pérez de Sotomayor, quizás también con el propósito de cruzar a Portugal, para concretar alianzas con el Rey Portugués, estando en Alcántara le llegan noticas de que su hermano el Infante don Pedro, se inclina a favor de su padre don Alfonso, tuvo que partir  don Sancho apresurado para entrevistarse con él en Ledesma (Salamanca).

(Alfonso X Rey de Castilla y de León, llamado El Sabio, ha sido uno de los reyes más importantes e inteligentes que ha tenido España en su historia. Durante su prolongado reinado de 32 años entre 1252-84, realizó importantes reformas legislativas, modernizó e impulso la lengua castellana y tuvo una destacada trayectoria en la literatura y en la ciencia. La actividad militar en la Reconquista tampoco quedó ajena y durante su reinado dio grandes zarpazos en el sur de la península, reduciendo el reino musulmán a Granada y repoblando el terreno recuperado.
Sus dotes intelectuales las heredó de su madre Beatriz de Suabia, hija del rey Felipe de Alemania, una erudita que dedicó su vida a promover el arte y la ciencia. Las dotes militares las heredó de su padre el rey Fernando III “
El Santo“, monarca que tuvo importantes victorias frente al Islam, como Córdoba o Sevilla, en la que participó Alfonso X como representante de su por entonces enfermo padre.
Durante su reinado mantuvo unas excelentes relaciones con el reino de Aragón y especialmente con el rey Jaime el Conquistador  ya que llegó a casarse con Violante, hija del rey aragonés.
En la vida política dedicó gran parte del tiempo en aspirar al trono del Sacro Imperio Germánico pues debido a su ascendencia materna le correspondía y mantuvo durante muchos años una lucha jurídica que concluyó con su renuncia al trono imperial.
Se casó en tres ocasiones y tuvo un total de diecisiete hijos aunque vivió la muerte de siete. Algunos de ellos fuera del matrimonio, aunque la mayoría, once, los tuvo con Violante de Aragón con quien convivió durante gran parte de su vida.)

Vuelve el Infante don Sancho a Cáceres, al final de 1283, Marchaba a Andalucía, para buscar conciliación con el Monarca Alfonso X , ya anciano, que se encontraba en su amada Sevilla, tampoco fue posible avenencia ninguna esta vez, y ello avivó el incendio de la guerra civil, ella se desarrolló con diversos alternativas para los dos bandos, hasta que a finales del año, una junta de nobles y prelados reunida en Valladolid, acordó deponer al desdichado don Alfonso X, como inepto para gobernar sus estados, sin embargo don Sancho, no se tituló Rey, hasta la muerte de su padre don Alfonso X, que le vino en Sevilla en 4 de abril de 1284.

 

Reinado de Sancho IV

1284-1295, etapa de reinado de Sancho IV (el Bravo), durante estos once años del reinado de Sancho IV, las actividades de Cáceres fueron más de carácter interno que de intervención en asuntos generales del Reino, trató don Sancho de poner término al pleito sucesorio, moviendo a guerra al rey de Aragón  Alfonso III que amparaba los derechos sucesorios de los Infantes de la Cerda, guerra que terminó con una gran habilidad diplomática, haciendo intervenir al Rey de Francia, después se enfrentó a la nobleza de su propio reino, que pretendía cobrar y bien los servicios que le prestaran durante la rebelión, tuvo que dar escarmientos, y hasta se le fue la mano con algunos de sus magnates, como en el caso de don Lope de Haro, señor de Vircaya, se le insolentó y el propio don Sancho le dio muerte. (don Sancho, era de carácter violento e iracundo, de ahí el apelativo de Bravo, no porque fuera valiente, que también, si no por los temibles arrebatos de colera.)

Volvió poco después a tomar las armas contra los moros, El Rey de Granada Mohammad II, con la ayuda de Aben Yucef, que volvió a pasar a la península al frente de una horda de benimerines, que corrieron toda Andalucía poniendo cerco a Xerez hasta por dos veces, obligando a Sancho IV  a acudir con numeroso ejército para obligarles a levantar el sitio, batió al moro ante los muros de Tarifa, en este cerco dio lugar al acto de heroísmo de don Alfonso de Guzmán el Bueno. Las milicias de Cáceres intervienen con mucha actividad en esta campaña de guerra, acompañando en el segundo cerco de Xerez a la persona del Rey en 1285, en 1289 acudieron a la campaña contra el Rey de Aragón, en Monteagudo, para ayudar en el levantamiento del cerco de Almazán.

Siguió relacionado el monarca Sancho IV con la villa cacerense, al comienzo del reino en 1285, promulgó en Guadalajara una Carta de Privilegio confirmando a Cáceres la exenciona de los tributos de montazgo y portazgo y peaje, exención concedida por la Carta de Población y reiterada por el Fuero, era una de tantas necesidades derivadas de la nueva situación política creada por la unión de los reinos de León con el de Castilla, que según fue concedida la exenciona, no era válida más que para los territorios dependentes de León hasta el Guadiana, la villa cacerense, pretendía extender este privilegio a todos los estados del reino Castellano-Leones, teniendo en cuentas que aunque no en una verdadera trashumancia, sus ganaos tenían que extenderse para buscar nuevos pastos por las tierras de Trujillo hasta la de las Villuercas, donde por no alcanzar las exenciones primitivas, estaban sujetas al pago de impuestos y tasas, Sancho IV, concedió esta merced declarando a los vecinos de Cáceres, francos de montazgo, portazgo y peaje, en todo los lugares de sus reinos, salvo el portazgo que debía de pagarlo en Toledo, en Sevilla y en Murcia, la exención compendia solamente los territorios castellanos del norte, estos en realidad eran los de interés para el movimiento ganadero de la región cacerense.

Se produce en la villa de Cáceres por aquellas fechas, un hecho insignificante que carecía de trascendencia, por de pronto, y es que entre el final del siglo XII y los primeros veinte años del siglo XIII, se produjo en el mundo el movimiento Franciscano, autentica evangelización del mundo encaminada a depurarlo en llamas de caridad y dulces llamadas a la fraternidad universal. En el capítulo celebrado en Santa María de los Ángeles en 14 de mayo de 1217, decidió San Francisco enviar a la península “fratres Multos” una misión de  110 frailes  penetraron en la península por Francia, marcharon hacia Compostela por la ruta de las  peregrinaciones, penetraron estos en Portugal llegando a territorio cacerense en los comienzo del reinado de Sancho IV “el Bravo”, el que desde Soria y en 1285, expide Carta Abierta, concediendo a los frailes de San Francisco de la Provincia de Santiago a la que pertenecía Cáceres, privilegios para sus personas y conventos, declarándolos bajo protección, pero en Cáceres no se podían fundar conventos,  lo prohibían las disposiciones forales, por las cuales no  permitan dar bienes territoriales a los ordenados, cogullados y a los que renuncian al siglo, por lo que los frailes de san Francisco, no arraigan en tierras cacerenses por aquella época, si bien fueron acogidos, y cosecharon con la protección del concejo cuantiosas limosnas.

En 1287, siendo ya Rey Sancho IV, visito la Villa Cacerense para testimoniar a la familia Blázquez su gratitud, por haber abogado por que la villa se pusiera a su favor durante la rebelión contra su padre Alfonso X, y en 1290 en cuenca, confirmó la Carta de Población de la villa de Cáceres, por privilegio confirmatorio del promulgado en 1258 por Alfonso X. Al año siguiente se plantea un problema de suma importancia para la villa de Cáceres, y que había de constituir seria preocupación durante todo el final de la Edad Media, fue el de las aldeas.

El Fuero prohibida la constitución de pueblos dentro del término de Cáceres, el sentido era meramente jurídico, lo que le Fuero prohibía era crear dentro del territorio, núcleos urbanos con jurisdicción propia, no que se elevaran conjuntos habitables en los campos, ya que esto hubiera impedido la colonización, así desde un principio se comenzaron a construir granjas, cortijos, y caseríos en las particiones donde se asentó la población rural, recibiendo los nombre de aldeas, casares y villares, lo que tuvo antecedentes ya en tiempo anteriores a la reconquista definitiva de la villa Cacerense. De todos los casares el que más prosperó fue el que se elevó al Noroeste de Cáceres, al borde del Ribero y con amplias llanadas aptas para el cultivo, su crecimiento  fue rápido e intenso, y entre todos los del término llego a ser conocido como el Casar por excelencia, contribuyendo a su auge una poblacion bien densificada  de hombres laboriosos y tenaces que aprovechan todas las condiciones vitales que el suelo les blindaba, de siempre pugno el Casar con independizarse de Cáceres, pero tropezaba una y otra vez con el inconveniente de carecer de termino propio, hasta los canales de sus casas vertían sus aguas sobre la jurisdicción de la villa Cacerense, se explican así las quejas de los labradores del pueblo de no poder vivir, y de que empezara una emigración continuada hacia las tierras de las Ordenes Militares, empeoro las cosas cuando comenzó el adehesamiento, los vecinos de Cáceres que tenían particiones de Concejo las acotaron , quedando al pueblo materialmente ahogado.

Los casareños no se arredraron por ello, y acudieron al Rey, ese se hallaba en Sepúlveda, exponiéndole la situación ; no podían tener libre acceso a sus heredades, ni criar sus ganados, ni aun siquiera el entrar a beber de las aguas, ya que todo habia sido ocupado por los adehesamientos, el Rey Sancho IV, no les podía dar termino, estaban dentro del de la  villa cacerense, cuyos fueros acaba de confirmar, pero en 19 de enero de 1291, expide carta abierta ordeñando que no se hagan dehesas en media legua alrededor del pueblo, espacio que se asigna no como termino, si no como ejido, para que en el puedan los del Casar criar en el sus ganados, prohibiendo que otros que no fueran de los vecinos del pueblo entrasen en él. Este fue el primer paso hacia la secesión de las aldeas que habrían de continuar a lo largo de todo el siguiente siglo hasta consumarse en el siglo XV.

Sancho IV “el Bravo” tuvo de nuevo en contacto con la villa cacerense en las Cortes de Valladolid en 1295, en este premio los servicios que se había prestado la villa, siendo Infante, y después en sus luchas contra el moro y otra contra el Rey de Aragón, se renuevan privilegios y se conceden otros, concediendo clausula especial adaptada a la manera peculiar de vivir en la Villa de Cáceres y a sus conceptos políticos tradicionales, en 23 de mayo de 1293.

Dos años después de estas Cortes, murió don Sancho en Toledo en 25 de abril de 1295.

(Fuentes Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)

(Fuentes Aldeas, casares, vivares, edad media)

(Fuente Orti Belmonte-Conquistas)



Agustín Diaz Fernández

 

 

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