BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                           XLVII

La Villa

Cuando los Fueros otorgados a Cáceres, la nombran como Villa de Cáceres, nuestra villa o simplemente la Villa, sin dar detalles de su distribución ni de su estructura urbana, claro que tampoco podían darla, ya que el Fuero Alfonsí es un fuero importado, copiado del concedido a otras poblaciones, y porque dentro del recinto amurallado, no debía haber más edificaciones que el Alcázar, la Mezquita, y algunas torres interiores situadas estratégicamente para la defensa  de las puertas o para acogerse dentro de ellas en el caso que el recinto fuera invadido, del Alcázar los restos que subsisten son el Aljibe, de las torres interiores, la del solar de Carvajal o Casa Quemada, en la calle Amargura, atalaya árabe, que con seguridad fue construida después del asalto almohade de 1174, dudas sobre la ubicación de la Mezquita, algún cronista dice de ella ubicada en lo que hoy es la Iglesia de Santa Maria*, y que en ella fue donde se consagró Cáceres al culto cristiano, ya que en el escaso tiempo que pasó desde la conquista hasta el fuero, no hubo tiempo material para construir iglesia, y no debía de haber mucho más.

Se dividió el recinto amurallado en distritos que, al coincidir con la jurisdicción de las parroquias, se llamaron collaciones, que llegaron a ser cuatro, por contar la villa con cuatro parroquias desde casi los primeros momentos.

Y conforme empezó a poblarse, comenzó la construcción de casas, siendo estas de propiedad urbana del poblador y el signo de su vecindad, y era hasta tal punto que, un hombre no vecino, no podía construirlas, y cuando un vecino era declarado traidor al Concejo y condenado por alevoso a ser expulsado de la Villa, se le derribaba la casa, la propiedad urbana como la rural era plena, transmisible y enajenable, pero siempre en otro vecino, se podía alquilar la casa a un morador y darla en prenda o ponerla a garantía para el cumplimiento de las obligaciones contraídas por el propietario. El domicilio era inviolable, y figuraba entre los primeros derechos del poblador la defensa de la casa. El incendio de una morada de poblador obligaba al causante a pagar su valor, más una multa a los Alcaldes, y si se descubría que habia sido intencionado se penaba con la horca. En los hogares solo podían enterar los Alcaldes, a prender o embargar en los casos de que estaban previsto en el Fuero, y bajo ningún pretexto podía el Concejo autorizar la entrada en los domicilios a los oficiales reales. Cuando estos para ejecutar alguna orden del Rey, tenían que entrar en la casa de algún vecino, lo ponían en conocimiento del Concejo, y eran los Alcaldes de la Villa los que se encargaban de dar cumplimiento al mandato

*La iglesia de Santa Maria se nombra tres veces en el Fuero, coincidiendo con menciones a iglesias del mismo título, pareciendo la intención de consagrar a Santa Maria como la primera iglesia de Cáceres, y al ser consagrada la Villa a raíz de la conquista, al culto cristiano, nos cuenta el cronista que debía haber un edificio anterior*.

Las primeras edificaciones se empezaron a elevar en la parte más alta de la cerca amurallada, junto al Alcázar, la barriada ubicada en torno a la Casa de los Caballos y el actual Barrio de San Antonio, fueron donde se realizaron estas primeras construcciones, después el tramo de la cuesta de Aldana, desde la calle Olmo hasta Santa Maria.

Se ajustaron las calles a estructura del suelo, sin concierto ninguno, y no estuvieron empedradas hasta el siglo XVI, en ellas se abrían regateras al aire, por la que corrían  agua de lluvia y de los tejados, de la vigilancia de estas regateras, estaban encargados los Alcaldes, que no debían ser muy exigentes en cuanto a limpieza se refiere, según el cronista, más estaba sin embargo, prohibido formar estercoleros en las calles y arrojar en ellas cosas que produjesen mal olor, (con muerto o puerco muerto, o moro, o bestia muerta) todo esto debía de ser llevado a los muradales, que habrían de estar emplazados fuera de la población y separado diez estadales (33 metros aproximadamente) del foso o carcaua de la muralla de la ultima casa de los arrabales.

En principio los arrabales fueron únicamente dos, el de los moros, que se hallaba al Noroeste de la villa, que empezaba en la actual calle Moreras, y continuaba por la calle de Moros, hoy general Margallo, el otro era el de la judería, que se asentó ante la puerta Occidental, llamada después puerta Nueva, y hoy Arco de la Estrella, donde alinearon sus tiendas, donde pie a lo que andando en el tiempo habría de ser la actual Plaza Mayor*, después a finales del siglo XIII y comienzo del siglo XIV la inmigración nobiliaria, desplazaría a los pecheros y estado llano del interior del reciento amurallado, creando varios arrabales más, en donde se agruparon por gremios.

*La judería primitiva no ocupó sino el ala izquierda del muro, entre la torre de Bujaco y la entrada de la calle de la llamada Arco de España, la parte que ocupaba el Portal llamado de la Cebada, hoy del reloj. *

Una sola vez se nombran las plazas en la Carta de la Población, lo que puede indicar que solo existiera una sola, la de Santa Maria, lugar donde se reunía el Concejo, después fueron surgiendo antes las iglesias parroquiales o rodeándolas, las demás las que se denominan en a villa cacerense plazuelas, la primera fue la de Santiago, ante la Puerta de Coria, la de San Juan en el camino de la corredera, (así se llamaba antes) que enlazaba la Puerta Nueva con el camino de Mérida, al que en su arranque se le llamó Camino Llano, y la ultima plaza que aparece es la de San Mateos, que se formo en el siglo XV, como consecuencia de la demolición del Alcázar.

La Villa cacerense, estaba rodeada por su muralla, y cuya conservación y reparación estaba obligado el concejo por mandato del Rey, así, una brigada de obreros trabajaba en la reconstrucción durante todo el verano, continuándola hasta San Martin (Noviembre) en el caso de que dispusieran de cal suficiente, estas brigadas de obreros, trabajaban a destajo y la tarea de cada uno de los obreros era señalada por el Concejo, los gastos de este mantenimiento de la muralla, se cubrían por medio de impuestos especiales, por prestaciones personales, y, principalmente por el producto de numerosas multas que se aplicaban por fuero a la reparación de la fortaleza. Más algunos delitos se castigaban obligando a trabajar en la muralla, como el del sirviente que agrediese a su amo, al cual se le condenaba a cortarle la mano, pero en el caso de que el amo le perdonase, quedaba obligado a hacer tapial para la muralla.

El ejido se encontraba en torno a la poblacion, en la extensión que ocupaba este no podía haber propiedad privada y era una especie de campo común que servía para facilitar los accesos a la población, lugar donde solían celebrarse los mercados.

El fuero cacerense, nombra tambien los baños, no se tiene localización de los mismos, ni donde estarían ni si existieron en realidad, pro si se dictaron disposiciones al respecto de su utilización por parte del vecindario. Las mujeres irían al baño los domingos, martes, y jueves, y los hombres los demás días de la semana. Se multaba al hombre que de sol a sol, entrase en el baño de las mujeres y, recíprocamente a las mujeres que entrasen en el fuera de sus días, haciéndose responsable de estas transgresiones al bañero, los que fueran al baño, podían llevar escudero, mancebo, u hombre de su pan para que los lavara, Siendo el precio del baño el de un “dinero” por persona, más los servidores que acompañase a su señor, podían bañarse al mismo tiempo que este sin tener que pagar.

(Fuentes Floriano Cumbreño- Historia de Cáceres)

(Fuente Publio Hurtado-Castillos)

(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias)

(Fuente Orti Belmonte-Conquistas)



Agustín Díaz Fernández

 

 

 

 

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