BREVE HISTORIA DE
CÁCERES
LXXIII
Isabel I de Castilla
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Malos
Vientos soplaban para el Rey enrique IV “el Impotente”, su mal reinado daban
pie al descrito y la deshonra, hizo que se agruparan a defender la causa de su
hermano el Príncipe don Alfonso, muchos próceres, que en una ceremonia
extravagante, lo proclamaron como Rey de Castilla, y entre los conjurados, se
hallaba don Gome de Solís, Maestre de la Orden de Alcántara, con toda su
parentelas, enriquecida y ennoblecida gracias a las mercedes del Rey Enrique
IV, y sucedió como en la mayoría de las ciudades castellanas, que en Cáceres
tambien surgieron dos bandos, uno el legal que defendía la causa del Rey y el
otro que defendía la causa del Infante don Alonso, estos bandos en la villa
cacerense, se denominaron el bando de los de arriba y el bando de los de abajo.
El bando
de la causa del Rey, lo capitaneaba Alfonso de Torres, a la sazón Maestre sala
del Rey de Castilla y Diego García de Ulloa “el Rico”, señor de Mediacacha y
jefe de un muy nutrida parentela, el bando de los de Abajo, su capitán era Gome
de Solís, y los Ovando, linaje este muy extendido, y con mucha preponderancia
en la villa, secundados los unos y los otros, por deudos familiares y amigos,
dieron como resultado que surgieron los encuentros por plazuelas y callejas,
cubriéndolas de sangre, y anduvieron a saetazos horribles de torreones a
torreones, haciendo que el tránsito de una casa a otras fuera muy peligroso.
Al punto
de la pantomima de coronación en Ávila del Infante don Alonso, el Maestre Gome
de Solís, vino a la villa cacerense, corría el año de 1464, que Torres y Ulloa,
mantenían a la fidelidad del Rey don Enrique y vencidos estos El Maestre, proclamó
a Alfonso por Rey de Castilla, y ordenó la demolición del Alcázar.
Más el
Clavero de la Orden de Alcántara, don Alonso de Monroy, quebrando cadenas y
puertas., escapó de su prisión en la fortaleza de la Orden en Alcántara, al
punto se declaró defensor del Rey legítimo, y no tardando mucho se vino a
Cáceres, a ponerse al lado de sus correligionarios, contra el Maestre y sus
correligionarios, dueño de la villa, a los que combatió hasta apoderarse de
ella, en la que entró asaltando la puerta del Socorro, mientras el Maestre y
los suyos huían por la puerta de Mérida.
Murió
joven el Principie don Alonso, y nació el derecho a la corona castellana de
doña Isabel, la que andando a historia seria conocida como la Reina Católica.
Pero
antes de que la católica señora, alcanzara la poltrona de la corona de Castilla
y León, en Cáceres, ocurrió un sucedido, que ya en aquella época lo catalogaron
como milagroso, y al que se debió la fundación del convento de San Francisco el
Real, construido extramuros de la villa y que este milagro fue:
Frey Pedro Ferrer, pariente cercano de San
Vicente Ferrer, vino a Cáceres con la intención de fundar un convento d Padres
Franciscanos, pero por mucho que trabajo para conseguir los permisos del
Concejo de la villa cacerense, no lo consiguió, y es que el fuero de la villa
lo prohibía hacer tales concesiones a los de la cogulla, transcurrido unos de
meses y no logar avanzar en su gestión, Fray Pedro, hizo su hatillo y
colocándolo sobre un borriquillo y salió de la villa por la Puerta de Mérida.
Y Ocurrió que, al pasar por el lugar donde hoy
se encuentra el atrio del monasterio, donde tenía su banco un herrador, el
fraile se detuvo a que le pusieran una herradura al borriquillo que le faltaba,
y estando en esta operación, pasó por el sitio don Diego García de Ulloa, “el
Rico” señor de Mediacacha, que marchaba hacia una de sus posesiones, al que se
acercó el religioso solicitándole que como limosna le pagase la herradora que
le estaban poniendo el borrico, don Diego de Ulloa, le contesto – que no
llevaba como solía dinero alguno – El fraile le animo a que mirarse bien si
traía algo que darle, y el caballero enfadado con tanta insistencia, introdujo
la mano en su faltriquera, encontrando en ella una moneda de oro, que jamás había
visto ni tenido, rápidamente dejó a un lado el enfado, y dando paso a la
admiración, y atribuyendo tal prodigio a la virtud del fraile como siervo de
Dios, se apeó del caballo y se arrodillo ante frey Pedo Ferrer, solicitándole
su perdón por la brusquedad con la que le había respondido, y rogándole
volviera a la villa, que el haría lo imposible por que se llevara acabo su
proyecto fundacional, y así lo hicieron, y bajo la influencia del de Ulloa, el
Concejo cambio de opinión, y se fundó el convento, y fue tanta inflamó a los
cacereños, y tan grande fue el interés por adquirir unos palmos del terreno de
su solar para cavar una sepultura, y
tano interés por mangonear en el sagrado recinto, que más pronto que tarde se
convirtió en un reñidero de gallos, donde las discusiones se tornaban bravas,
con agresiones cuchilladas y hasta muertes dentro de la misma iglesia, como le
ocurrió a García Golfín , el día 2 de julio de 1517, muerto de la mano de Diego
Messia Ovando, mientras la excomunión caía sobre la cabeza de doña María de
Ovando, abuela de Diego Messia, e hija del Capitán Diego de Cáceres de Ovando,
el que fuera paladín de los Reyes Católicos, y a la que se le instruyó justo proceso que vino a incoar el célebre e
inflexible, Alcalde don rodrigo Ronquillo.
Una vez
ya asentada con la corona castellana
doña Isabel I, estamos terminado el año de 1474, su principal tarea era el de
apaciguar su reino, que andaba hondamente enredado en guerras civiles,
corriendo la sangre por todo él y empobrecido por estas mismas causa, tampoco
era corta la tarea de vencer a los defensores de la causa de su sobrina doña Juana “la Beltraneja” ayudada por su tío
el Rey Alfonso V de Portugal, y con el que se desposó en Plasencia, y
restablecer el que imperara la justicia.
Vencido
el Rey de Portugal en Toro, batalla en la que sirvió y bien, llenándose de
mercedes y honores el Capitan Diego de Cáceres y Ovando, y asegurada sobre ella
la corona de Fernando III “el Santo”, se dio cuenta de inmediato de que el foco
de las revueltas de sus estado estaba en Extremadura, a ella se encamino y tras
visitar el Monasterio de Guadalupe, se fue arreglar los asuntos de paz y buen
gobierno de Trujillo, y de allí se vino a Cáceres, donde entró el 30 de junio
de 1477, más antes de entrar en la ciudad murada, y en la Puerta Nueva, donde
un gentío enorme de caballeros, hijosdalgos y pecheros, el bachiller Fernando
Mogollón, ante el escribano Luis González de Cáceres, hincados de rodillas ante
la Reina Isabel I de Castilla, y a la que el secretario le presentó los
evangelios, el bachiller le requirió y suplicó a dona Isabel, para que jurase
al pueblo de Cáceres, guardar y no revocar sus fueros y privilegio municipal,
sus libertades, franquicias y buenos usos y costumbres, una vez prestado el juramente,
y como no existía ya el Alcázar, que era a la sazón la Casa Real, la ilustre
visitante fue a hospedarse a la casa de Alonso Golfín, de quien fue huésped
varios días, durante los cuales intento conciliar los ánimos bastantes
encrespados de los cacereños, reducirlos a su obediencia y organizar la
administración local.
Lo
primero, las ordenanzas por las que se debía regir el gobierna de la villa, el
día 9 de julio de 1447, convoco ante ella a las autoridades y al pueblo cacerense, y a presencia de sus
cortesanos, El Cardenal de España, El Almirante de Castilla, El Duque de
Escalona, El conde de Cifuentes, Del Adelantado Mayor de la Frontera, Obispos
de Córdoba y Segovia, junto con otros altos dignatarios hizo leer las citadas
ordenanzas, que todos los convocados por si y por los demás vecinos ausentes,
juraron obedecer y cumplir.
Además,
prohibió que se volviesen agrupar en bandos que perturbasen la paz del
vecindario a la par que derribasen las torres que determinase el corregidor, en
el término de ocho días a partir desde la fecha del aviso y hasta la altura de
los tejados, que las tajasen y cerrasen troneras y saeteras y en el caso que
así no los hicieran sus dueños, las justicias de la villa, la derribasen por el
pie.
Procedió
después la Reina Isabel, a proveer los oficios concejiles, para lo cual hizo
insacular en dos bonetes cuarenta y ocho papeletas con los nombres de otros
tantos hidalgos, de la localidad, en uno, veinticuatro de los que habían
pertenecido al bando de los de arriba, y la misma cantidad en el otro bonete de
los del bando de los de abajo. Y fue la propia mano de la Reina, quien saco
seis papeletas de cada bonete, y así quedó constituido el municipio con los
doce regidores designado por la suerte y cuyos cargos desempeñarían de por
vida.
(Fuentes Floriano
Cumbreño-Historia de Cáceres)
(Fuente
Publio Hurtado-Castillos)
(Fuente
Orti Belmonte-Conquistas)
(Fuente
Simón Benito Boxoyo-Noticias)
Agustín
Díaz Fernández
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