BREVE HISTORIA DE CÁCERES
LXXVI
Y llegaron los Franceses
Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Andaba el
ayuntamiento cacereño, muy mermado de personal y totalmente desamparado por el
Marqués de Bay, que a la escasez de recursos había que añadirle la impericia
militar, decidió hacer por la fuerza que se le reconociera, y una
representación de la villa compuesta por los cuatro párrocos, de los superiores
del convento de San Francisco, y Santo Domingo, y del rector del colegio de los
Padres Jesuitas, y presidios por los regidores concejales don José Joaquín de
Mayoralgo, y don Pablo Becerra y Monroy, partiendo el 7 de mayo hacia Almaraz,
donde el Marques de las Minas, habia bajado desde Plasencia camino de Madrid, y
el día 9 en manos del Marques, rindieron pleito homenaje reconocieron por Rey
de España a Carlos III de Austria, presando juramento de fidelidad.
Más, a
los pocos días, alejado ya el peligro, revocaron los jurados y volvieron a la
obediencia del Rey don Felipe V.
Alejadas
ya las contienda de nuestros territorios, y llegada la calma, un hecho hizo que
luciera la prosperidad para la villa cacerense, esto fue, en día 30 de mayo de
1790, fecha en que el monarca Carlos IV, dio en Aranjuez la pragmática por la
que se mandaba establecer en Cáceres la Real Audiencia de Extremadura, con tal
pronunciamiento se procedió al adecentamiento de calles, mejoras del aspecto
urbano y mejoras en las condiciones higiénicas de la poblacion, la Real
Audiencia de Extremadura tuvo su inauguración en 27 de abril de 1791.
Pero el
día 2 de junio de 1808, llego de nuevo el desasosiego, y excitados por la Junta
de Gobierno de Badajoz, y desde todos los balcones de las casas Consistoriales
del Municipio cacerense, se gritó ¡¡ viva Fernando VII! ¡Vivan las Caenas ¡Y
con la consigna de muera el Rey intruso José Bonaparte “Pepe Botella”, se fundó
la Junta Patriótica del Partido!
Y estando
en estas, se nos presentó en la villa el primer Mariscal de los gabachos,
Víctor, que subía desde Mérida hacia Plasencia, y sin molestar al vecindario,
se aprovisionaron de vivieres, nos cuenta el cronista, que este comportamiento
caballeroso por parte del Frances, fue debido al comportamiento que tuvo el
Corregidor don Álvaro Gómez Becerra, con un centinela francés, aunque no nos
dice cual fue.
Más tarde
sí, sí que molestaron a la vecindad cacerense, fueron los franceses Foy,
Digeón, Regnier, Girar y otros que terminaron a las fuerzas vivas de la villa
con exacciones de todo tipo, aquí la historia cacerense tiene que recomer la
Valia de dos de nuestros paisanos, don Pedro Cayetano Golfín de Carvajal y de
las Casas, Marques de Santa Marta, y el Corregidor don Álvaro Gómez Becerra.
El
Marques surtiendo con granos de su cosecha y reses de su ganadería la incesante
demanda de los generales de Napoleón, y el Corregidor, listo como pocos, con
diplomacia y con sus dotes administrativas, esto hizo que estuviera a punto de
ser fusilado, ya habia recorrido el cadalso y estaba con los ojos vendados
delante del cuadro de fusilamiento, cuando una frase de suya ahogó a la del
jefe del pelotón cuando a ordenar ¡Fuego! Salvándole la vida.
Más, al
poco de evacuar la villa el ejército
francés, un hecho histórico, otro más, sacudió la villa cacereña, y esto fue la
promulgación de la Constitución votadas por las Cortes Gaditanas, como ley
fundamental del Estado, 19 de marzo de 1818, día de San José “la Pepa”, en
Cáceres esta promulgación se hizo en la
Plaza Mayor, a las cuatro de la tarde del día 28 de junio de 1812, por lo que
se adornó y se instaló un escenario delante de la Torre de Bujaco, desde donde
el corregidor don Álvaro Gómez Becerra, leyó en voz alta el código de los
partidarios de la Constitución, código
que fue acogido con gran alboroto festivo y aclamaciones, lo que no impidió que
ese mismo código fuese quemado en el mismo lugar de la plaza, por mano de
verdugo, estamos en el día 15 de mayo de 1814.
Todas las
conquistas liberales que se habían conseguido, se perdieron de un plumazo, se
restablecieron las asociaciones, así como los procedimientos del antigua
régimen que tenían en 1808, y resonaron las voces de Riego y Quiroga por toda
España, obligando al monarca Fernando VII, a jurar y cumplir lo que el código
gaditano promulgaba, cosa que hizo en 9 de julio de 1820.
Y fueron
tres años, tras el restablecimiento la etapa liberal, que fueron de mucho
provecho para la villa cacerense, y en particular para le enseñanza, durante
este periodo se fijó en Cáceres la capitalidad de la alta Extremadura, se fundó
la universidad literaria de segunda enseñanza, se reintegró a la villa
cacerense, y se abrió a los estudios que en el se daban, el colegio San Pedro,
fundado por e Obispo García de Galarza, este en 1819 se habia traslado a Coria,
se fundó la Sociedad Económica de Amigos del País, se abrieron cátedras
públicas para enseñar al pueblo sus derechos y obligaciones en el ámbito
político, y se multiplicaron las escuelas de primera enseñanza, y fue tanta la
euforia de nueva situación política en los poderes locales que, cuando venía a
actuar al teatro alguna compañía de cómicos, al final de la representación se
le hacía cantar un himno patriótico.
Más a los
tres años, y con la protección de los cien Mil Hijos de San Luis, se volvió a
las andadas, y Juan Martin Díaz, “el Empecinado” que con tropas liberales huía
de los realistas , vino a Cáceres y “entró a viva la fuerza dentro de la población”, estamos en
17 de octubre de 1823, y que durante tres días de ocupación, causó la muerte de
36 vecinos, el saqueo de 43 casas, más el incendio de 75, tambien causó
multitud de heridos y horrorosos destrozos. Tras esto la vida social volvió a
discurrir por los antiguos cauces, y un rencor inaudito renació entre los
partidarios de uno y otro bando.
A la
muerte de Fernando VII “El Deseado”, ocupó el trono su hija Isabel II, de pocos
años de edad que, a las miserias provocadas por otra horrible guerra civil,
tuvo que soportar los disturbios provocados en el campo liberal por las
ambiciones de los adictos.
Ya en
1869 la diputación Provincial creó en Cáceres, una Universidad Libre, y que fue
inaugurada el día 3 de octubre, y ya en 1889 y de acuerdo con la Diputación, se
estableció una Granja Agricola, que se instaló en la dehesa de el Cuartillo,
centro de estudios que fuera de mucho provecho y que desapareció a los pocos
años de su fundación.
Cáceres
fue declarada ciudad por Real Orden de 9 de febrero de 1882.
La Granja
Agricola desapareció al poco, pro no fue esta la única desaparición en Cáceres,
Universidades, colegios, academias, cátedras, ateneos, liceos, sociedades
dramáticas, orfeones; De todo tuvimos en Cáceres, más todo desaparecía al poco
tiempo, quizás por falta de ambiente entre los avecindados en la ciudad.
Los días
7, 8, 9 y 10 de octubre de 1881, fueron días de júbilo para Cáceres y toda su
provincia, esto fue la inauguración del ferrocarril internacional
Madrid-Lisboa, y cuya inauguración se efectuó en la capital cacerense, donde se
personaron los Reyes de España y Portugal, don Alfonso XII y don Luis I,
acompañados de un lúcido sequito, prelados, próceres, ministros, y gente de la
alta sociedad, a los que se les obsequió con corridas de toros, bailes, grandes
banquetes, y a cuyo obsequios contribuyeron con trajes típicos los vecinos de
los pueblos de la provincia.
En 25 de
abril de 1905 visitó la ciudad el monarca Alfonso XIII, y que para ofrecerle la
recepción se distribuyó entre los vecinos de la calle de tránsito entre San Antón
hasta la iglesia de Santa María, de una profusión de flores, que resulto cosa
insólita en la villa.
(Fuentes
Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)
(Fuentes
Publio Hurtado-Castillos)
Agustín
Díaz Fernández
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