BREVE HISTORIA DE CÁCERES
XLIX
El
Municipio
La villa
cacerense tenía con el poder central unas relaciones, propias por otra parte de
las Villa de realengo, el Rey posee el señorío directo de la Villa y el Concejo
ofrece una autoridad delegada por el soberano, más con amplitud absoluta que
llegó a ser autonomía verdadera, merced al privilegio de franqueza de sus
vecinos, que fue otorgada primero en la Carta de Población y que fue reiterado
por el texto del Fuero, y solamente con el Monarca y en sus fronteras estaban
los hombres cacerenses obligados a ir a las huestes.
En la
villa cacerense, no hay funcionarios reales con carácter permanente, el Juez
del Rey y los Alcaldes del Rey, que se nombran en el Fuero, son solo
mandatarios circunstanciales, designados por el Monarca y para una misión
especifica y concreta, como la de transmitir ordenes reales, velar por su
cumplimiento o el cobro de lo que al Rey debe Cáceres, estos oficiales reales,
se entendían con el Concejo y este era el encargado de transmitir los mandatos
del Rey a los vecinos.
Cobraba
el Monarca en Cáceres impuestos por:
La moneda
(forera) esta comenzó a cobrarse de siete en siete años, más tarde se convirtió
en cuota anual, la cuota integra era de un maravedí para los que tuviesen
bienes por valor de veinte maravedis en muebles o de sesenta en raíces, el que
tuviese la mitad, diez en muebles o treinta en raíces el pago era de medio
maravedí, y los que tuviesen menos, estaba exentos de pago.
La
fonsadera o tributo que se pagaba por exención de los servicios militares o
fonsado, esta tenía muchas exenciones.
Los
yantares, obligación del vecindario de facilitar comida al Monarca cuando iba
por la Villa o pasaba por su territorio, esto se cobraba en metálico, pagando
cada vecino en proporción con sus bienes, más los recaudadores reales, que eran
los encargados de la recaudación, cometían tales abusos que la villa reclamó al
Rey para que el cobro lo hicieran sus aportellados, con el tiempo se convirtió
en impuesto fijo, que se pagaba en determinados días del año, aunque el Rey ni
estuviese ni pasase por la poblacion.
Correspondía
además al Rey, un quinto de la parte del botín de guerra o ganancia de las
cabalgadas, una parte de las colonnas (multas) por muerte, lesión grave o mujer
forzada y la mitad de las multas impuestas por quebrantamiento de Feria, es
decir, por alterar la paz en días del mercado.
La
justicia ordinaria era ejercida por los Alcaldes, pero al Rey correspondían las
alzadas, es este un recurso que solo podía interponerse por perjuicios de una
cuantía superior a diez maravedis, teniendo el demandante que depositar en
manos de los Alcaldes cuatro maravedis y dos el demandado, debiendo acudir ante
el Rey, en el Reino de León hasta el Duero, y en el de Castilla hasta Medina,
Ávila y Toledo.
La Vida
en la Villa Cacerense
Formación
del entorno Histórico.
El
entorno histórico del Cáceres medieval, incluidos todos los elementos sociales,
políticos y económicos que habrían de integrarlo y condicionar su existencia a
lo largo de más de tres siglos, no llega a cristalizar en formas concretas
hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XIII, los Fueron reconocían la
necesidad de un periodo de nacimientos en la Villa cacerense al dilatar los
primeros sesenta años el lapso de su organización, esta dio comienzo con el
asentamiento de los pobladores, seguido de la inmigración de los “primi
venientes” , que de escálido, como se decía de antiguo (de escálido;
denominación que se daba en la Alta Edad Media la tierra abandonadas,
desbastadas, de la que se hubiese apoderado la maleza, bien porque se arrasaban
o porque llegaron incultas a la causa de la invasión y que los repobladores
procedía a limpiar para ponerlas en cultivo o bien en condiciones de
aprovechamiento), van acondicionando la tierra para su habitabilidad haciéndola
económicamente productiva, esto se pudo realizar mediante el establecimiento en
el termino cacerense, de gentes de las más diversas procedencias, leoneses en
su mayor parte, cuyo núcleo principal de densificó con gentes castellanas
venidas tierras de Ávila y de Segovia, estos de ascendencia nórdica todos
ellos, que en su mayoría eran ganaderos.
Establecidos
en Cáceres, estos inmigrantes, encuentran un estado de derecho en la normativa
jurídica del Fuero, y a él ajustan su forma de vida, en esto, no debieron de
hallar mayor dificultad, ya que la Carta de Población, era mitad leonesa mitad
castellana, y las disposiciones fundamentales, apenas diferenciaban las
establecidas en los Fueros contemporáneos, y en lo que se refiere el Fuero
Alfonsí, era muy conocido desde el comienzo del siglo por las gentes leonesas
de la Extremadura y la Transierra, que al ser recopilados, procuraron
introducir en su texto las modificaciones necesarias, para mejor adoptarlos a
los pobladores castellanos. En lo que se refiere al Fuero de los Ganados,
estaba hechos a gusto de todos, ya que fueron redactados en Cáceres por los
propios pobladores teniendo en cuenta las posibilidades de la tierra a poblar.
Son los
Fueros en su totalidad, documentos suficientes para deducir de ellos el paisaje
de la vida cacerense, durante la totalidad del siglo XIII, a ellos tuvo que
ajustarse la repoblación, y además tuvieron que regir y condicionar, el
fenómeno histórico-social que se produce en Cáceres a finales del siglo XIII,
tal fue la inmigración nobiliaria.
Y tenemos
que Cáceres evolucionó, no rápidamente, o por lo menos de manera continuada,
los síntomas de esta evolución se empiezan a notar dentro de los primeros
veinticinco años, esto afectó a la aplicación del Fuero, cuyas normas son
siempre respetadas, pero sin perder de vista las realidades que se iban
imponiendo en el día a día, como consecuencias de las transformaciones de la
vida y los cambios políticos a que dio lugar la unión de los dos Reinos que,
junto con el alejamiento de las fronteras musulmanas, transformaron el ambiente
fundamental de la Villa.
Sin esta
flexibilidad, Cáceres no hubiera llegado a adquirir su personalidad que le es
característico, y que durante siglos hubiera quedado educida a un rincón
perdido de los confines del Reino, constituyendo un extensísimo baldío a merced
de las ambiciones de la Ordenes Militares, o a las de cualquier otra entidad o
persona poderosa, que deseara hacer dominio sobre un inmenso despoblado.
Los
Fueros, ampliamente comprendidos y bien interpretados, le libraron de este
desastre, a ellos se refugia para defender lo que le es propio, su ganadería
como base de su vivir, y de ellos extrae sus posibilidades de relación con lo
extraño, Plasencia y Trujillo, sobre todo, hacia las que extiende su influencia
leonesa, recibiendo de ellos todo lo bueno que podía allegarse de la parte
castellana. Es esta en la realidad la razón histórica de la unidad de la
provincia actual, y que por ella subsiste a prueba de intentos de secesión y de
disparatados separatismos.
(Fuentes
Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)
(Fuentes Publio
Hurtado-Castillos)
(Fuentes
Simón Benito Boxoyo-Noticias)
(Fuentes Orti Belmonte-Conquistas)
Agustín
Díaz Fernández
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