BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                              CVI

Las Conquistas VI

La Princesa Mansaborá

Crónica desde la calle Cuba de mi llopis Ivorra

Cuenta la leyenda, que en el siglo XIII, vivía en la majestuosa de Hins Qazrix (la fortaleza) la llamó Al-Mumin,  año de 1.247 cuando la conquistó para el moro, aquella ciudad bien definida, como colgada de las nubes, dijo maravillado aquel cronista árabe cuando la vio por primera vez llamado Al-Umari, una hermosísima princesa mora de nombre Mansaborá, y por la que el padre Caíd de la villa sentía predilección, y aunque cuenta la crónica que era temido y respetado, temido  por su bravura y mal genio y respetado por su honradez y rectitud a la hora del gobierno, aunque con mano de hierro, este se deshacía como la leche polvo en un vaso de agua  cuando observaba a su hija y se desvivía en darle cualquier capricho que pudiera solicitar la princesita. Quedó huérfana de madre en su infancia, había sido criada entre el lujo y el capricho, en demasía por un padre que nada le negaba y que solo con verla sonreír ya era feliz.

Acostumbraba Mansaborá, que tal era su gracia, a holgar entre las verdes huertas que bañaba la Ribera del Marco, donde en compañía de sus tres sirvientas solía pasear las mañanas. Cierto día, recién alumbrado el día por la amanecida, se dieron las alarmas entre las murallas y es que el cristiano durante la noche, había llegado hasta las puertas de la Ciudad, en efecto eran las tropas del rey Alfonso IX de León y esta era la enésima vez que lo intentaba, solo que en esta ocasión se veían mejores pertrechos de guerra y un mayor número de entre caballeros y mesnada, así aquella amanecida pronto se tomaron posiciones, procediendo al sitio de la villa de Hins Qazrix.

Avisado el caíd moro de las intenciones del cristiano, ordeno se doblaran las guardias y el estado de alerta, prohibiendo a su amada hija las salidas fuera de la cerca amurallada, no obstante la bella princesa, acostumbrada a su albedrio, haciendo caso omiso, se daba las mañas para sin ser vista seguir con su rutina y una mañana que andaba entretenida observando unos pececillos atrapados en una de las muchas pesqueras o acequias  que en esta ribera se forman, dio en pasar junto a ella , un joven de impresionante presencia, que aunque vestido de labriego se le veía su buen porte y su alcurnia, que andaba como a la despistada dando un paseo, no se hablaron , solo fue una mirada al paso que dejo huellas en los dos jóvenes , y  sin decir ni media palabra pasaron a verse todos los días y en el mismo sitio, la hermosa princesa mora  con sus sirvientas , el joven cristiano con sus acompañantes disimulaban que en realidad andaban buscando el punto débil de las murallas y torres que protegían la villa.

 

Y Ya estamos en 23 de abril del año de 1229, ya tenemos la Norba Caesarina del romano, la Hins Qazrix de los árabes, convertido en Cazzeres que la llamó el cristiano, ya esta conquistada definitivamente la antigua villa romana para la cristiandad, más a raíz de esta conquista se cuenta una leyenda por los mentideros de Cáceres que, Cuenta la tradición y sin saber si es cosa del boca a boca o de algún cronista en noche toledana con respecto a la rendición de la plaza mora que:

Terminado de formar el cerco para el asedio de la villa cacerense, en poder del moro, las huestes de Alfonso IX de León y Galicia,  el monarca leones envió embajada al Caíd sarraceno que gobernaba en Hins Qazrix, intimándolo a la rendición, y ocurrió que unos de los emisarios cristianos, un joven capitán a la sazón, de muy buena planta y grande apostura de presencia agradable de cara linda y limpio de ropa y persona, entrevió más que vio a una joven morita muy bella, hija esta que era del mandamás de los moros, de la que el joven cristiano quedó prendido de amor, y a la salida de la embajada la mirada de la bella morita que en un salón esperaba la salida de la comitiva le dio razón de que ese amor era correspondido, esta linda muchacha era con la que se encontraba casi a diario

Tal fue la pasión que todas las noches y en secreto y a través de una escondida galería que partiendo desde el alcázar árabe, salía de la muralla, llegando a un lugar próximo donde tenía montando el campamento real, este instalado muy cerca de la Ribera del Marco, en el cerro del hoy llamado San Marquino, la bella morita iba al encuentro de amor con el galán cristiano, y el amor que todo lo puede, sin llegar a pensar en las consecuencias, hizo que la bella mora, diera a su enamorado una bella de tal pasadizo o galería, para gozar con más intimidad de su apasionado amor.

¡Pero oooH!  El amor que todo lo puede para bien, tambien todo lo puede para mal, y el idiota del cristiano traiciono el amor que le ofrecía la guapa muchacha sin pedir nada a cambio, y ocurrió que en vez de usar la llave para retozar con la morita, la empleó en traicionarla, y por ese pasadizo entraros los cristianos Castellanos-Leoneses  como puercos al maíz, llegando hasta el mismo alcázar, y pillando a la guardia desprevenida se libro una cruenta batalla, mientras el resto de las huestes penetraban en la ciudad por la puerta llamada del socorro, puerta que la edificaron los romanos.



Nos sigue contando la tradición que:

Indignado el Kaib, que por lo visto era muy suyo, por la mala partida de su hija, y vertiendo sobre ella una terrible maldición y condena más horrible que la muerte misma, la lanzó a la bella morita y a sus meninas a la calleja de la Mansa Alborada, donde y como castigo de su traición, permanecerían hasta que los seguidores de Mahoma, volvieran a estar en posesión de la plaza cacerense, perdida por culpa de la guapa morita.

Más entonces ocurrió, que la puerta de entrada y salida de aquel pasadizo subterráneo desapareció de la vista de cualquier mortal, y como el moro no volvió a conquistar Hins Qazrix, allí permanece la enamorada morita, encantada mediante el conjuro de su padre, acompañada de su aya y sus jóvenes doncellas, convertidas repentinamente n gallinas y polluelas de plumaje de oro y valiosa pedrería, sin más ratos de diversión que los que depara a los seres encantados la noche de San Juan, noche que en la que salen de su aislada mansión, y desde el alto frontero de la Fuente Fría, llorar y suspirar con la mirada perdida puesta en el Palacio de las Veletas, lugar que ocupaba el grandioso Alcázar, pensando en lo perdido y esperando que Cáceres vuelva a llamarse Hins Qazrix.

De tal pasadizo que nos narra la tradición, debe ser el que bautizaron como el de la Victoria, sin más datos que la leyenda para dar por hecho que fue o pudo ser la entrada de las tropas aliadas de Castilla y las de León y Galicia, algún cronista relata que este pasadizo bajaba hasta el rio, o Ribera del marzo, donde se abastecían las tropas moras de agua de boca, leña y fruta, hortaliza y algún pescado que otro por añadidura, y lo que dice galería es una poterna o puerta que en la época estaba protegida por una Coracha, es decir torre más muro defensivo.

Lo que no cuenta el cronista, ni tampoco la tradición es que, el grueso del ejercito de Alfonso IX, puso cerco a la villa cacerense el día 5 de abril, y el día 23 la tomó, poco tiempo me parece a mi para tan linda historia de amor,

Tampoco cuenta el cronista que la puerta por donde entraron las huestes cristianas, la del Socorro, puerta edificada por el romano en el siglo I, fue derribada por Joaquín Muñoz Chaves en 1879, uno de los caporales del partido liberal, y los argumentos que esgrimió fueron ¡por que le salió de los huevos! Como premio a tan tamaña aberración la villa de Cáceres puso nombre a unas de sus calles.

Pero no olvidemos que, leyenda y tradición es, así me la contaron y así se la cuento yo o casi.

(Ortiz Belmonte-las conquistas)

(Floriano Cumbreño-Historia)

(Publio Hurtado-supersticiones)



Agustin Díaz Fernández

 

Comentarios

Entradas populares de este blog