BREVE HISTORIA DE CÁCERES           

                                         CXV

  El Pendón de San Jorge I

  Patrón de la Villa

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra            

(Guerras en las que se halló al frente de las milicias de la villa- en las aclamaciones-en el día de san Juan.

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra.

La joya de más estima, como la más antigua y más gloriosa del consistorio cacerense, es el pendón de la villa, conocido como el Pendón de San Jorge, sin duda por haber sido el que enarboló sobre el alcázar musulmán, de la antigua Norba Caesarina, el día de la conquista definitiva para la cristiandad de la Hins-Qazrix del moro, día en que la iglesia celebraba la fiesta del Santo Jorge, pero no porque tuviese hoy ni hubiera tenido nunca, figura o leyenda que hiciese la más remota alusión a su santo patrono, don Publio Hurtado, nos cuenta:

“Hay un historiador, Solano de Figueroa, de escaso o ningún crédito por los anacronismos y patrañas de que abundan sus obras, que cita en sus santos de Cáceres, un pendón que tenía bordada en una de sus caras la figura de San Jorge, armado y a caballo, con un dragón a sus pies, ningún documento oficial, ni ninguna referencia hace mención de tal estandarte”.

“Merecía efectivamente contemplarse, nos sigue diciendo don Publio Hurtado, en ocasiones lo habia visto paseando por las calles de la ciudad y que sería cosa de examinarla más de cerca, al poco lo sacaron de las vitrinas colocadas en el salón de sesiones del Ayuntamiento donde se custodia, al par que otras tres o cuatro banderas y estandartes de las milicias locales, y lo desliasen y tendiesen a la vista de don Publio, mirado, y admirado, se dio cuenta de que aquello, no era ya más que un venerado guiñapo que antaño perteneció a otra bandera, piadosamente sobrepuesto y recosido sobre una tela de seda carmesí, por las propias manos de la Reina Católica, según afirma el licenciado Rodríguez Molina, haciéndose eco de la tradición local”.

Bien pudo suceder así, pero ¿fue este el pendón original?

Porque en el transcurrir de los siglos, se acordó varias veces por el Consejo sustituirlo o duplicarlo, para que no sufriese mayor deterioro, con tal fin por acuerdos del Ayuntamiento de 1532 y 1534 se mandó traer tafetán de Medina, de tornasol dorado, y sedas para hacer otro, más tarde cuando Pedro Rol de la Cerda, nombrado a perpetuidad Alférez Mayor de Cáceres por el Rey don Felipe II, el 8 de octubre de 1566, requirió a los regidores para que le entregasen los pendones y banderas de la villa, y el que tenía el Alférez, existente a la sazón, contestaron los requeridos que:

“mandaran y mandaron notificar a Alonso Martin Texado, que tiene en su poder el dicho pendón, con que esta villa fue ganada al moro, que por ella habia sido nombrado éste presente año, que lo de y entregue a dicho señor Pedro Rol de la Cerda, Alférez Mayor, porque para ello reclamaron al dicho Alfonso Martin Texado el pleito homenaje que hizo, al tiempo que lo entregó, y así mismo le mandaron dar, y entregar otro pendón y bandera de tafetán blanco  y azul, que la villa cacerense tenía y que estaba en el Ayuntamiento, el que luego se le dio y entregó, y al día siguiente 19 de diciembre, el dicho Alonso Martin, en cumplimiento, dio y entregó al señor Pedro Rol de la Cerda , Alférez Mayor, el pendón que por la villa a él se le habia entregado, con las armas de león y Castilla, que es el que esta villa ha tenido, que es público y notorio se ganó a los moros, y el dicho señor Pedro lo recibió”.



Años después, muerte el Rey Felipe II, el Ayuntamiento cacereño, aclamó por sucesor a su hijo Felipe III, en 18 de octubre de 1598, y para tal ceremonia mandó que se hiciese oro pendón de color carmesí y de riquísima tela, y que pusiese de un lado las armas reales, y del otro las de la villa.

Aparecen pues varios pendones, uno el repasado por la Reina Católica, si es que llego a hacerlo, con el castillo en el primer cuartel y el león en el segundo, otro pendón, el tornasol morado, y acordado hacer en 1534, el tercero, en blanco y azul entregado al Alférez Mayor Pedro Rol, el cuarto, el de la reconquista que tambien se entregó al mismo, con el león en el primer cuartel y el castillo en el segundo, y el quinto, el mandado hacer para la proclamación de don Felipe III

El paradero de los cuatro últimos, se ignora, solo queda el primero, que por su mayor antigüedad y por lo que revelan los superpuestos en la tela de seda de carmesí, del que se destacan, aunque confusamente, se pudiera tener y se tiene por el pueblo, por el Pendón de san Jorge.

“¡perdónenme su antigüedad!, ¡perdónenme la tradición! ¡perdónenme los documentos que así se hace constar! -yo niego que tan arcaica y prestigiosa enseña, sea la que agrupó a su alrededor las huestes reconquistadoras, ondeo el 23 de abril de 1229 sobre el alcázar musulmán de la villa cacerense”. (Publio Hurtado-Ayuntamiento y familias)

Justifica don Publio su negativa como sigue:

El Rey don Alfonso VI, que por muerte de su hermano don Sancho, reunió las coronas de León y Castilla, unió en su blasón las armas de ambos reinos, colocando en el lugar de preferencia el león, emblema del primer estado que habia regido, a la muerte de su nieto don Alfonso VII volvieron a separarse, por la división de los reinos entre sus hijos don sancho y don Fernando, para el primero Castilla, León para el

segundo, tornando en su virtud a ostentar las banderas leonesas, el león de gules, linguado y armado en oro, con corona de oro en campo de plata, y la castellana el castrillo de oro, con tres almenas y tres homenajes, cada uno de estos con otras tres almenas y mayor el del medio en campos de gules, y en esta división de armas, llegó la época de nuestra redención del yugo mauritano.

Todos los historiadores están de acuerdo, en la afirmación de la malquerencia del monarca leones Alfonso IX, hacia su hijo el monarca castellano Fernando III, efecto por el cual atentos uno y otro a sus discordias internas, olvidaban sus obligaciones de ir sustrayendo territorios y ciudades al dominio musulmán, es más, concertadas entre ambos saludables paces, el leones se dispuso a emprenderla contra el moro a cuya campaña, que resulto la conquista de Cáceres, contribuyó don Fernando III, con un cuerpo auxiliar de soldados castellanos, acaudillados por el Comendador y trece de la Orden de Santiago, Ruy González de Valverde.

Cada hueste traía su pendón, los castellanos con su castillo, ls leoneses con su león, y si el ejercito auxiliar se retiró después de logrado el rescate, si don Alfonso IX quedó enseñoreado de la villa, y si dio esta como presa del triunfo, para su uso y glorioso recuerdo, el pendón emblemático de su real jurisdicción ¿cómo puede afirmarse que fuese alguno que ostentase el León y el Castillo unidos?

Recordemos que estos dos signos heráldicos no se volvieron a unirse hasta que muerto don Alfonso IX, el sucesor en el reino leones, su hijo don Fernando. Mandó reunir en un solo escudo las armas de sus dos reinos, que cuartelo, prefiriendo el Castillo al León, por haber sido antes Rey de Castilla.

Es esta forma aparecen dispuestos en el Pendón de San Jorge, por lo que dándole mayor antigüedad posible, no se puede remitir su confección más atrás del reinado de San Fernando, unos cuatro o cinco lustros después de la reconquista, fecha que conviene con el periodo de dos siglos largos que pudo resistir el deterioro del tiempo, hasta que doña Isabel, su católica majestad, compadecida de su estado, cosió sus ajados retazos a la tela sobre que hoy resaltan, aquí el cronista nos cuenta:

“Don José Ramon Mélida (arqueólogo) atribuye el hecho de remedar el pendón, a la época de don Alfonso X, hijo de San Fernando, por advertir en el bordado, juntamente con finezas ornamentales góticas, reminiscencias arábigas, semejantes al códice de las Cantigas (poesía cantada) atribuido al monarca Alfons X el Sabio”.

Recién constituido el primer ayuntamiento por el rey conquistador, se dividieron sus “viri boni” (hombres buenos), en dos bandos, uno, el leones, mantenido por la familia de los Giles, Alfonso, Saavedra, Figueroa, Espaderos, Yáñez y Mogollones, el otro, el castellano, en el que figuraban los Valverdes, Blázquez, Téllez, Pérez, Osma, Mateos, Paredes, Delgadillos, Escobares, y alguna más, de tal modo quedaron separados entre sí, que el consejo usó dos sellos, uno con un león, con u  castillo el otro, sellos que guardaban respectivamente dos concejales, y que a pesar de la disposiciones del Rey, San Fernando, perduraron como los dos bandos, hasta la época de Isabel la Católica.

Así que, teniendo dos sellos, es natural tuvieran dos estandartes, lo que hizo la reina católica, fue unir materialmente ambos emblemas, en la bandera que restauró, cosa que no es verosímil. De estos precedentes se deducen dos conclusiones, según don Publio Hurtado:

Una, que el llamado en la actualidad Pendón de San Jorge, no es el dado por don Alfonso IX a la villa cacerense, aunque como tal se tenga.

Y la segunda, que, este emblema, si es la que recompuso la reina Isabel la Católica, bien pudo confeccionarla con elementos de estandartes antiguos, y aun ser el del Pendón Original, pero jamás este”.

Tres usos eran los que se daban a tan honrado estandarte, guiar las mesnadas cacerenses cuando iban a la guerra de orden del Rey, presidir la proclamación de los monarcas en las calles y plazas de la villa, y recorrer estas procesionalmente todos los años, el día de San Juan Bautista.

En la antigüedad que se revela de los recosidos restos, al estandarte de referencia, se puede  asegura que fueron testigos de los esfuerzos de las huestes cacereñas en cien jornadas bélicas, ya dirigidas por sus alcaldes, ya por sus corregidores, estos eran oficialmente los capitanes de guerra de los partidos, ya por los capitanes nombrados expresamente por acaudillarlas, hasta que la creación de los ejércitos permanentes suprimió estos alardes, privando la gloria del triunfo o el baldón del vencimiento entre la masa de soldados de todas las procedencias.

Algunas jornadas que perpetuaron la memoria de los antepasados cacerenses, que tomaron parte con su pendón a la cabeza, nos cuenta el cronista algunos ejemplos:

A los siete años de esta establecido en ayuntamiento cacerense, sirvió con su pendón y sus gentes de armas al rey don Fernando III, en la conquista de Córdoba, llevada a cabo en 29 de junio de 1236, tambien se volvió a la ayuda, en la de Sevilla el año de 1248, donde otorgó buen repartimiento de haciendo al caballero Benito de Cáceres, que tal vez fuera el caudillo de las huestes cacereñas.

En 1272 volvió a servir a la corona, proporcionado al infante don Fernando de la Cerda, hijo del Rey Alfonso X el sabio, lucida tropa de caballeros para combatir al Rey moro de granda, servicio que premió el autor de las Partidas con un Real privilegio fechado en 12 de febrero de 1473, por el cual hizo excusados del pago de pechos a los caballeros de la villa que llegasen a la vejez y a sus esposas.

Ya en 1308, tuvo que partir a Alcántara, de cuyo puente y castillo se habia apoderado el infante don Juan, tío y tutor del Rey Alfonso XI, uno de los magnates descontentos y perturbadores que conoce la historia, se titulaba Rey de Galicia, de León y de Sevilla, y de conformidad con el Mestre de la Orden de Alcántara y las huestes del concejo de Plasencia, puso sitio al castillo y lo ganaron, degollando al alcaide Garci Gutiérrez, defensor de la plaza en representación del rebelde Infante.

En 1334, Cáceres envío sus gentes de armas a mandato del Rey don Alfonso X, sobre la plaza de Badajoz, sitiada por los portugueses. En 1338, vino a Cáceres dicho don Alfonso, y de aquí partió hacia Valencia de Alcántara, con los caballeros, concejo y pendón de la villa, a castigar al Maestre de la Orden don Gonzalo Nunes de Oviedo, que hasta hacia poco había sido privado suyo e investido en la villa cacerense por el mismo ahora cabreado monarca, con el Maestrazgo de la Orden alcantarina, que por ciertas habladurías y especias de injurias que había proferido contra la real manceba doña Leonor de Guzmán, y que los parientes de esta, malmetieron y azuzaron grandemente al monarca perseguidor, que una vez tenido don Gonzalo por su antiguo protector, fue mandado degollar, sin que fueran parte a templar la colera del Rey los muchos e importantes servicios que le había hecho.

También acudió el Concejo, con su gente de armas, al XI de los Alfonso, en la campa contra Tarifa y memorable batalla del Salado en 1340, en el cerco de Algeciras en 1344, en el sitio de Gibraltar en 1349, donde la peste, la temible plaga que invadió al ejército, acabo con la vida del monarca.

En las guerras sostenida entre Aragón y Castilla en 1356, el cabildo cacerense propicio siempre a la causa de sus Reyes, envió a don Pedro el Justiciero con sus estimables mesnadas. Más tarde y con la misma fidelidad demostrada, ayudo en 1360 a don Enrique de Trastámara, sucesor del anterior, en trono de Castilla, cuando don Fernando de Portugal, alegando su cualidad de biznieto de don Sancho el Bravo, trató de reivindicar por medio de las armas la corona castellana.

Las eróticas y trágicas disensiones de la familia real lusitana, dieron margen en 1382 a que don Juan I de Castilla entrase en son de conquista en Portugal, adonde y de orden suya, los siguieron el concejo y caballeros cacerenses.

Durante el reinado de Juan II, salieron otra vez las tropas cacereñas, a batallar contra los moros de Granada en 1442, al mando de Juan de Ovando, que se titulaba Capitan Mayor de Cáceres.

Ocupaba ya corona Castellana, doña Isabel I, cuando el Rey de Portugal, trató de apropiarse de ella, y sustituirla por su sobrina doña Juana la Beltraneja, hija del Rey don Enrique, con la que tenía concertado en matrimonio el de Portugal, entró este en Castilla, por Alburquerque en la primavera del del año 1475, y las tropas cacereñas al mando del Capitan Diego de Cáceres Ovando, lo lleva hostilizado todo el camino hasta Plasencia, matándole regular gente de armas  de la retaguardia, en la capital del jerte, el de Portugal contrae matrimonio con dola Juana la Beltraneja.

(Fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento)

(Fuente Floriano Cumbreño-Historia)

(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias)

 


                           

Agustín Fernández

 

                 


 

 

  

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