BREVE HISTORIA DE CÁCERES
CXXIX
Linajes Cacerenses
XIV
Migolla.
Crónica
desde la calle Cuba de Mi Llopis Ivorra
De mucha
antigüedad vine esta familia, tan antigua como pocos fueron sus individuos,
pero estos bien heredados y mejor emparentados, y lo fueron con la gente más
noble y preeminente de la provincia cacerense, poco cuenta la historia de esa
familia, pero el cronista si nos relata un sucedido desgraciado ocurrido a un
miembro de esta desaparecida familia:
Juan
Alfonso Migolla.
Corría el
segundo tercio del siglo XV, era Maestre de la Orden Militar de Alcántara
Gutierre de Sotomayor, caballero inteligente y astuto como ambicioso, y aunque
al pertenecer a una orden religioso militar, debía obediencia y jurado votos castidad, eran gran aficionado al sexo
femenino, como dan fe, los varios hijos que tuvo a pesar de los votos, era
normal que todos los Maestres y grandes dignatarios del estado, trajeran a sus
casa, escuelas de caballeros, cierto números de jóvenes hidalgos, que después de
impuestos en la Orden de Caballería, ingresaban en las instituciones
religiosa-militares, eran armados
caballeros con arreglo a las leyes del reino. En el año de 1446, y entre los
tenía el Maestre Gutierre de Sotomayor, se encontraban tres jóvenes hidalgos
cacerenses, Diego de Cáceres y Ovando, Juan de Saavedra y Juan Alfonso Migolla.
Este Juan
Alfonso Migolla, casado hacia muy poco tiempo con una muy noble y bella joven,
de nombre Jimena Álvarez de Sotomayor, prima a la sazón de Saavedra, como
Migolla lo era del de Ovando, a resultas de que al Maestre Gutierre de
Sotomayor, solía pasar largas temporadas en la villa cacerense, vio a la
muchacha recién casada, y le gusto tanto, que empezó a galantearla con tan poco
recato, que al punto se percataron los parientes y el marido de la dama, de los
propósitos del Maestre, y a resultas de que este no habia encontrado en su
camino amoroso, más que padres, esposos y hermanos complacientes con los deseos
eróticos del de Sotomayor, las licencias que se permitió con doña Jimena,
ofuscaron a su marido Juan Migolla y a sus parientes y colegas, estos se
conjuraron para tomar venganza en la afrenta que con sus requerimientos insolentes
infería Sotomayor a los tres caballeros.
Cierto
día de invierno, terminado ya el año de 1446, hallándose el Maestre en la casa
de la dehesa Araya (Brozas), se le puso en antojo salir muy temprano en
jornada de caza, para mitigar algo el
frio se cubrió con un tabardo de pieles que le cubría por completo, iba, por
que así lo ordeno, acompañado de los conjurados, al considerarlos gente de su
confianza, con sus lanzas y pertrechos de guerra, como era la costumbre, algún
cronista afirma que le salieron al camino, donde le prepararon la celada, como
quiera que fuese, y lo cierto fue que esperando la ocasión más propicia ,
Migolla, el mas ultrajado de los tres, espolea a su caballo y asesta un
tremendo golpe de lanza a don Gutierre, que pasándole de parte a parte da con
él en tierra.
Que lo
habia matado, pensaron sus dos acompañantes, y que lo habia matado pensó el
ofendido Migolla, y sin más convenio, todos se ponen en fuga, huyendo de lo que
presagiaban les iba a caer encima.
Apenas si
llegados a sus casas respectivas, se detuvieron para la despedida, y salieron
unos Ovando para Aragón, Saavedra para Navarra y Migolla partió para Sevilla,
lugar que él consideraba seguro.
En tanto
que los tres conjurados emprendían la huida, el Maestre, que resulto ileso del
lance, ya que la lanza no habia atravesado más que el jubón de pieles, ideaba
el plan para atrapar y dar castigo a los culpables, más las fronteras de
Navarra y las de Aragón, libraron a Saavedra y al de Ovando de la ira del
Maestre, pero Juan Alfonso Migolla, confiado, y más al alcance del de
Sotomayor, diose preso en las redes de este, fue conducido a Alcántara y allí
ajusticiado.
Conocido
por el Rey el sucedido, concedió al Maestre los bienes confiscados a Migolla,
el cual lo dono a su vez a Juan de la Peña, tambien de Cáceres, por los muchos
y leales servicios que habia prestado en las guerras, tanto a él, como al Rey
Juan II de Castilla, Jimena Álvarez de Sotomayor, que no tuvo hijos, dejó sus
bienes a su hermana Beatriz, esposa de Garci Álvarez de Toledo, a cuya casa
pasaron.
Del
sucedido con el Maestre, se puede decir que fueron los cimientos, para que
Diego de Cáceres y Ovando, forjara su destino, al llegar a Aragón, se convirtió
en el protegido de don Juan, que más tarde reinaría con el nombre de Juan II de
Aragón, y que con cuyo hijo trabó cocimiento, Fernando de nombre y que reinó
junto con Isabel, convirtiéndose andando la historia en el Paladín de los Reyes
Católicos.
(Fuente
Floriano Cumbreño-Historia)
(Fuente
Publio Hurtado-Ayuntamiento)
(Fuente
Miguel Muñoz de Sampedro-Tres Paladines)
Agustín
Díaz Fernández


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