BREVE HISTORIA DE CÁCERES
CXXX
Linajes
Cacerenses XVI
Mogollón
Crónica
desde la calle Cuba de mi llopis Ivorra
De este
apellido nos dice don Publio Hurtado, que es un apellido vulgar, carente de
todo interés, como si pareciera que el que lo lleva, careciese de cualquier
idea de finura, delicadeza, buen gusto, inteligencia y distinción y urbanidad,
pero aparte de todos estos prejuicios, Mogollón, fue un sobrenombre de mucho
lustre, y al que enaltecieron personas de distinguida posición social, al punto
de que su grandeza no debio de haber
parentela en la villa cacerense que se igualase en comparación con ella, la parroquia
de San Mateo, donde tenían sus enterramientos dan testimonios de ello.
Y sin
olvidar su esplendidez, famosa y notoria en su linaje, como era el dicho de
“Comer de Mogollón” frase que es
conocida y usual en España, tanto que la Academia de la Lengua la recoge
“Comer de Mogollón” es comer sin escotar, y comer de balde, mas popular comer
de gorra, ya que el que llegaba a casa de esta familia en algún tiempo, ya
pasado, y le sorprendía en ella la hora de comer, lo hacía en su mesa,
deduciéndose que con esta largueza, la familia no debía de comer nunca a solas, y que tenían en su mesa siempre a si
no convidados, al menos compañía.
El escudo
de armas de este linaje, destaca dos osos sobre campo de oro y tiene por orlas
ocho aspas de oro en campo de gules.
Su solar
de origen estaba en el lugar del ayuntamiento de Oya. Partido judicial de Túy,
llamado Mogollón del que tomo apellido este linaje, algunos de los caballeros
de esta familia llegarían a la villa cacerense con las huestes leonesas de
Alfonso IX, a la conquista definitiva de Cáceres, pues ellos se tenían por ser
la familia de conquistadores de la villa, don Publio Hurtado nos dice que,
Pellicer, los reputa como tales en el Memorial de Ulloa, pero no datos de
ningún Mogollón de esto, ya que el primero de los que hay documentos es de
Pedro Gil Mogollón, que tenia casa en Cáceres en 1260 o 1320, a cuya fecha esta
unido el apellido con el de Gil, linaje regio este, y que al parecer el Pedro
gil, vivía en la casa fuerte de los Mogollones, finca que debio tomar nombre
del de los propietarios.
Ulloa,
Acosta, Espadero, Pizarro, Cámara, Orellana, Ovando, Blazquez, familias todas
de mayor representación en la localidad estaban emparentada con los Mogollón,
feligreses de San Mateo, donde tenían sus enterramientos, en la capilla primera
del evangelio que era de su propiedad.
Su casa
estaba en la colación de la misma parroquia de San Mateo, y según el cronista
debió de ser inmensa, ya que abarcaba todo el perímetro que ocupan la casa
existente en la actualidad junto al arco de Santa Ana, frente a la muralla
donde se ubica el postigo, y el colindante adarve abajo, llamado hoy de la
Generala, cuya barbacana da a la plaza de Caldereros.
Con los
Figueroa tambien se enlazaron, llegando a unir con los de estos sus blasones,
como se puede observar en sus escudos, ya muy deteriorados por el paso del
tiempo, en la morada de los Figueroa-Mogollón, ubicada en la cuesta del Marqués,
junto a la Puerta del Rio, o Arco del Cristo, ya desaparecida e incluida desde
hace siglos en la casa de los Golfines de Abajo.
La edad
de oro de esta parentela discurrió por los siglos XIV y XV, aportando su
cuantioso patrimonio a otras casas, ya fuera por dotes, o por donaciones, y que
por en discurrir de los tiempos, fue decayendo en mucho su importancia y
fortuna, y que sus principales individuos de este linaje fueron:
Pedro
Gil de Mogollón
Dueño de
la casa en 1230, casado con Maria Jimeno, de la familia de los Jiménez, Señores
de la casa fuerte de la Higuera, uno de los hacendados principales de la villa
cacerense, dueño de la dehesa Arroyo Pece y Tresquila Modorros, que debio
alcanzar hasta los reinados de Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV, tuvieron dos
hijos, Pedro Gil Mogollón y Maria Gil Mogollón, casada con Juan Alfón de la
Cámara, Señor de Orellana la Vieja, y perteneciente a la servidumbre de palacio
del Rey Alfonso XI, en 1355 partieron los dos hermanos la herencia del padre.
Parece
que existe cierta confusión en el tiempo, según nos dice don Publio Hurtado,
que hijo Pedro Gil de Mogollón, fue Alfón Gil y Sancho Gil Mogollón, y consta
de que este fue Procurador del consejo cacereño, a la par que Gómez Tello, en
las corte de Medina del Campo en 1305, siendo rey Fernando “el emplazado”, y
que Sancho que fue hijo del segundo Pedro, tendría al menos veinticinco años,
para poder ser representante en cortes, y no cuadra con la edad de su padre,
que seguía vivo en 1340, y con la de su abuelo que moría en 1335, por lo que el
cronista deduce que Pedro Mogollón era nombre común entre los de esta familia,
y se repetía de generación en generación, y que el primer Mogollón del que hay
noticias , 1260, fuera hijo tal vez de aquel Mogollón, que viniera como
conquistador y que se desconoce su nombre, y que casado con una de las damas
Giles, antepuso este apellido a su descendencia, como de estirpe regia, al de
Mogollón.
Hernando
Mogollón.
Bachiller,
y que fue el que, bajo la Puerta Nueva en 1477, requirió a la reina católica,
para que jurase como así lo hizo, guardar y no revocar los fueros, privilegio
libertades, franquicias, y buenos usos costumbres de la villa cacerense.
La reina
Isabel “la Católica” visitó la Villa de Cáceres en dos ocasiones: la primera en
1477 y la segunda en 1479, esta vez acompañada de su esposo, Fernando “el
Católico”, alojándose en ambas ocasiones en el palacio de los Golfines de
Abajo, situado cerca de la Iglesia de Santa María. Durante su estancia dejó
varias anécdotas.
Era
costumbre en la época que los Reyes antes de entrar en una Ciudad o Villa
debían de jurar los fueros y privilegios que las regían. Por eso el 30 de junio
de 1477, la reina Isabel «la Católica» antes de entrar en Cáceres por la Puerta
Nueva (hoy Arco de la Estrella), acompañada de un gran séquito entre el que
estaba el Cardenal Mendoza y un numeroso grupo de caballeros, escuderos,
oficiales y hombres buenos de Cáceres, juró sobre los Santos Evangelios
conservar y defender los fueros, privilegios y libertades de la Villa.
Testigo
de ello fue el bachiller Hernando de Mogollón quien, arrodillado ante la Reina
le presentó el misal y le dijo: «jura defender y acatar los fueros,
privilegios, buenos usos y costumbres de la villa de Cáceres que fueron dados
por Alfonso IX, rey de León y de Galicia», y doña Isabel, con su mano derecha
en el libro sagrado, majestuosamente le respondió: «sí juro e amén».
La visita
formaba parte de un programa de sometimiento de los señores a la autoridad
real. Cáceres era una villa de realengo, según lo establecido en el fuero
otorgado a la ciudad por el rey Alfonso IX de León, pero los nobles hacían y
deshacían a su antojo, lo que daba lugar a continuas confrontaciones entre los
integrantes de uno y otro bando, principalmente por el control del gobierno
municipal.
La reina
Isabel “la Católica” visitó la Villa de Cáceres en dos ocasiones: la primera en
1477 y la segunda en 1479, esta vez acompañada de su esposo, Fernando “el
Católico”, alojándose en ambas ocasiones en el palacio de los Golfines de
Abajo, situado cerca de la Iglesia de Santa María. Durante su estancia dejó
varias anécdotas.
Era
costumbre en la época que los Reyes antes de entrar en una Ciudad o Villa
debían de jurar los fueros y privilegios que las regían. Por eso el 30 de junio
de 1477, la reina Isabel «la Católica» antes de entrar en Cáceres por la Puerta
Nueva (hoy Arco de la Estrella), acompañada de un gran séquito entre el que
estaba el Cardenal Mendoza y un numeroso grupo de caballeros, escuderos,
oficiales y hombres buenos de Cáceres, juró sobre los Santos Evangelios
conservar y defender los fueros, privilegios y libertades de la Villa.
Testigo
de ello fue el bachiller Hernando de Mogollón quien, arrodillado ante la Reina
le presentó el misal y le dijo:
-jura
defender y acatar los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres de la villa
de Cáceres que fueron dados por Alfonso IX, rey de León y de Galicia.
- y doña
Isabel, con su mano derecha en el libro sagrado, majestuosamente le respondió: -sí
juro e amén-
La visita
formaba parte de un programa de sometimiento de los señores a la autoridad
real. Cáceres era una villa de realengo, según lo establecido en el fuero
otorgado a la ciudad por el rey Alfonso IX de León, pero los nobles hacían y
deshacían a su antojo, lo que daba lugar a continuas confrontaciones entre los
integrantes de uno y otro bando, principalmente por el control del gobierno
municipal.
Los Reyes
habían enviado un Corregidor en 1476 con la orden de amonestar a los dueños de
las torres existentes en la ciudad para que eliminasen los elementos ofensivos
y defensivos (arqueras, saeteras, troneras y almenas) y redujesen su altura a
la de la casa a la que pertenecían. Esta última acción es la que se conoce como
el «desmoche»; incluso les amenazaba con derribar la torre entera si persistían
en su actitud belicosa.
Como no
respondieron al requerimiento del corregidor, la Reina les hizo jurar que
acatarían y cumplirían esas normas, cambiando de este modo la fisonomía
arquitectónica de la Villa. Dicho juramento fue realizado por 96 caballeros y
escuderos.
(Fuente Floriano
Cumbreño-Historia)
(fuente
Publio Hurtado-Ayuntamiento)
Agustín
Díaz Fernández



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