BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                          CXXXII

Linajes Cacerenses XVIII

Ovando

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Ovando.

Según algunos cronistas, esta ilustre familia pasa por ser de las más antiguas y preclaras del territorio español, cuentan de su poderío y grandes merecimientos, y aseguran que los primitivos Ovando, de los que se guardan noticias, eran Señores de Cantabria, ya antes de que irrumpieran en la península y ser conquistada por los romanos.

Se supone que mientras duraron los cinco siglos siglo, el romano dominaba las comarcas ibéricas, seguían siendo poderosos, tanto como cunado los barbaros del norte, cuando se apoderaron del territorio hispano, pero cuenta el cronista, que se desconocen sus nombres y de la intervención en los negocios y asuntos de estado.

Ya durante el siglo VII, es cuando aparece el primero de ellos en la escena social, de nombre Requila Díaz de Ovando, a la sazón Conde del Patrimonio Real, en tiempos del Rey Quindasvinto, a partir de este tiempo ya se empieza a mencionar a los Ovando, siendo uno de los mas ilustres de este linaje, San Rosendo, Obispo de Dumio fundador en 935 del monasterio benedictino de Celanova, otro ilustre fue,  Elpidio de Ovando, fundador del monasterio de la misma orden de Tabulata, (Cantabria) de cuyo lugar era Señor  mediados del siglo IX, además de otros abades, y gente religiosos, el Conde Rodrigo Fernández de Ovando, rico hombre de Galicia, y privado del Rey Bermudo II, juez y arbitro en pleitos de grandes casas del Reino, otro conde fue Gómez Diaz de Ovando, casado con la Infanta teresa Peláez, de la casa real de León, Feliz de Ovando, hijo del anterior y Merino Mayor de Burgos hacia 1078, aparece otro de este linaje, Álvaro González de Ovando, armado caballero de la Banda en Burgos en tiempos de Alfonso XI, Frey Alonso de Ovando, comendador de Lares, en 1338, y Frey Alonso de Ovando, tambien comendador de Lares en 1371.

Llegados a este punto, hay que empezar a hablar de los Ovando cacerenses, y resulta que este linaje no fue de los que vinieron a la conquista, llegaron ya pasado la refriega con el moro, y al punto ocuparon los primeros puestos haciéndose los amos de todo, y si no del todo, compartido con muy pocas de las familias, la supremacía en lo referente a la política-administrativa de la localidad.

Figurando en todos los cotarros de la villa, en el caso de formar alguna hueste, allí estaba un Ovando para capitanearla, si era necesario un representante en Cortes, por varias veces lo fueron Ovando, si por casualidad habia una dama que por su riqueza, constituía un buen partido para matrimonio, si quedaba vacante una Regiduría concejil, si se anunciaba una dehesa para vender, si se disponían unos festejos que presidir, en todo figuraba un Ovando, en los siglos XVI y XVII, eran tantos que, la mitad del ,linaje de la sociedad cacereña, siendo tan numerosos se componían de Ovandos, explicando así, el gran número de casas blasonada que existieron y que pertenecían a esta familia, edificaron en la Plazuela de San Mateo, de Santa Ana, en la Plazuela llamada del Aire, en Santa María, Plaza Mayor Calle Olmo, Fuente Nueva, Solana, Corredera de San Juan y Cuesta de Aldana, en el Adarve y alguna otra más. También construyeron capillas, ermitas, altares, hasta poblar las iglesias y campos cacerenses, donde fundaron capellanías, también constituyeron varios mayorazgos, visto todo esto, a nadie le debe extrañar que estuvieran emparentados, con todas las restantes familias linajudas, que representaban algo en el transcurso de los siglos y de la historia cacerense.

Ya no queda ningún Ovando, los últimos fueron la condesa de Mayorazgo y su hermano el Conde de Canilleros, que murieron sin sucesores, y que llevaron el apellido Ovando en segundo Lugar, pero la cuestión es que si la mayoría de familias de ilustres apellidos aparecieron en la villa cacerense, cuando la reconquista, y los Ovando no, ¿cuándo se vinieron a Cáceres?

Nuño de Ovando, fue el primero de los de esta familia que aparece por la villa, y al parecer fue el fundador del Cabildo de los Clérigos de San Pedro, sobre 1391 según la constitución y ordenanzas de la asociación, pero según el cronista data de mayor antigüedad, y en 1372 otorgo testamento al presbítero y rector de la Parroquia de San Juan, que en aquellas fechas seguía en construcción, Miguel Hernández, en la que legaba al cabildo la casa en que vivía, es la prueba según nos dice don Publio Hurtado, de que ya existía la mencionada corporación, y que sigue deduciendo don Publio, es que Nuño de Ovando, vivió moro en Cáceres en el siglo XIV, y que con probabilidad pertenecía a la familia de Comendadores de Alcántara, que hicieron asiento en tierras cacerenses, cosa muy corriente, ya que la mayoría de los dignatarios de esta orden, se avecinaban en la villa de Cáceres, a la que tuvieron gran afición sus caballeros y los mismos Maestres.

Tambien es fácil que fuese de la parentela de Nuño de Ovando, Maria de Ovando, casada en 1300 con Gonzalo Bermúdez de Trejo, que fuera Señor de Grimaldo y las Corchuelas, familia enlazada con la nobleza cacerense, y seguro que tambien lo seria Leonor Fernández de Ovando y Cáceres, favorita del Maestre de la Orden de Santiago, Fabrique de Castilla, hijo natural de Alfonso XI y hermano de los Reyes de Castilla Pedro I y Enrique II, con la que tuvo tres hijos.

Aparece más tarde un Fernando Alfón de Ovando, acaudalado caballero y noble, que tenia su solar en la colación de San Mateo, y que tuvo tres hijos, Fernando de Ovando, vasallo del Rey Enrique IV, del que recibió merced, al compás que Alfón de Ulloa, de las tercias reales de Torreorgaz y Torrequemada, y en 1474,  Juan de Ovando Capitan Mayo de Cáceres, al frente de cuya hueste, en 1431, estuvo con Juan II, en la guerra de Granada, y doña Leonor Alfón de Ovando, que casó con Hernán Blazquez Mogollo, familia que fuera de los primeros cacerense, tas arrebatarle la villa de Hins Qazrix al moro.

Resultando que casi todos los Ovando, desciendan de doña Leonor, casada con Hernán Blazquez Mogollón. Este matrimonio tuvieron cinco hijos, por lo menos estos fueron los que legaron a la mayoría de edad, y que se llamaron Diego, Francisco, Teresa, Juana, y Catalina, y los cinco cogieron el apellido Ovando, en vez del Blazquez o Mogollón, apellidos del padre, pero tampoco era la excepción, lo mismo sucedió con los Torres y Carvajal de la casa de Malgarrida, no se sabe la razón, aunque la mayor riqueza de doña Leonor, impusiese el Ovando, en vez de los de Hernán, aunque en el escudo de armas de la familia, resaltan los dos osos de los Mogollones, atestiguando así, la varonía de la familia.

Fueron muchos los Ovando, más que en cualquier otra familia, todos ricos, algunos Caballeros de la Ordenes Militares, Regidores, capellanes, capitanes de comprobada valentía, así don Publio Hurtado, se centra en los más destacados de este apellido de linaje. Y resulta que el hijo mayor de doña Leonor y don Hernán, fue Diego de Cáceres y Ovando.


Diego de Cáceres y Ovando

Y sucedió con el apellido, ya que no tenia nada de Cáceres, lo que, con el Maestre de la Orden de Alcántara, Gómez de Solís, que el Rey y gente de palacio dieron en nombrarlo por el lugar de origen de nacimiento, y así se les quedo por apellido el Cáceres.

Junto con Juan de Saavedra, y Juan Alfonso de Migolla, diego de Cáceres y Ovando, dieron en conjurarse para vengar la ofensa que el Maestre de la Orden de Alcántara Gutierre de Sotomayor, causó a los tres, galanteando a la esposa de Migolla, doña Jimena Álvarez de Sotomayor, pariente del Maestre, y prima a la sazón de los dos primeros, y sucedió que habiéndole dado el de Migolla en lanzazo, cierto día que acompañaron a Sotomayor de caza, en la encomienda de Araya, huyeron los tres, dándole por muerto, refugiándose el de Ovando en Navarra, donde merced a las buenas relaciones familiares, entro al servicio del rey Juan, que más tarde lo seria tambien de Aragón, y que en cuya corte perfeccionó el arte militar.

Tras la muerte de Maestre Gutierre de Sotomayor, por causas naturales, y ya libre del peligro que en el reino de Castillo le amenazaba, a causa de la grandeza y poderío del Maestre, volvió al lugar donde tenía su solar, caballero aguerrido, gran paladín, y premiado con atenciones de extraordinario mérito.

Ya con motivo de las discordias civiles y  de la destitución del monarca en Ávila del Rey Enrique IV, y alzamiento al trono de su hermano el Infante Alonso como soberano de Castilla, Diego de Ovando, se alisto al partido del Infante, junto con el Maestre Solís y Gonzalo de Cáceres Andrada, Señor de del Espadero, estos tres caballeros, se pusieron a la cabeza del bando de abajo de la villa cacerense, los que sostenían la causa del Infante, contra el bando de arriba, cuyos caudillos eran el mariscal de Castilla Alfón de Torres, Diego García de Ulloa, y Vasco Porcallo, estos partidarios de la legalidad del Rey Enrique IV.

Varios cronistas nos cuentan de estos dos bandos, y los motivos de la traición de los de abajo al monarca Enrique, unos tratan de justificarlo con la parentela de sus miembros, otros por políticas, los más por rencillas y envidias locales, sea como fuere lo cierto es que Diego de Cáceres y Ovando mientras vivió el infante Alonso, le fue leal, quedando demostrado a través de las mercedes que este le hizo la estima con la que contaba.

Muerto el Infante don Alonso, volvió Diego de Cáceres a la gracia del Rey Enrique IV, quien le reconoció el titulo y lo que ello conllevaba de Capitán, encomendándole por cedula de 30 de agosto de 1473, la guerra y reducción del Clavero de la Orden de Alcántara del excepcional guerrero y caballero don alonso de Monroy, y que, viviendo su superior el Maestre de la Orden Gómez de Solís, se hizo proclamar Maestre, sin autorización del Rey ni del Papa, apoderándose con la ayuda de sus parciales de muchos castillos y fortalezas de la Orden, cumplió Diego de Cáceres con las ordenes recibidas, logrando arrancar varias plazas en poder del Clavero, siendo de gran importancia la de Benquerencia, de la que fue nombrado Alcaide.

Muerto tambien el Rey Enrique IV, y proclamados como Reyes de Castilla Isabel y Fernando, Diego de Cáceres, les hizo pleito homenaje por la fortaleza bajo su alcaidía, lo que agradecieron y mucho los monarcas, en carta que el propio Rey Fernando, le escribió desde Valladolid, 2 de mayo de 1475.

Conocedores de sus méritos y utilizando sus servicios, le nombraron Capitán de los Caballeros y gente de guerra de Cáceres, Badajoz, Trujillo, Coria, y todas las Villas de la Ordenes Militares de Santiago y alcántara en Extremadura, mediante cédula de 12 de mayo de 1475, por la que em virtud, Diego de Cáceres y Ovando, y de Francisco de Solís, sobrino de Gómez de Solís,  que se auto titulaba tambien Maestre electo de Alcántara, y de Alonso de Portocarrero, con gentes de armas de Cáceres, Badajoz y ciudad Rodrigo, se pusieron a la entrada en Castilla del Rey de Portugal, que venia a reivindicar por fuerza de las armas, los derechos que decía tener su esposa , doña Juana “la Beltraneja” a la corona del reino castellano, las tropas de diego de Cáceres, hostigando la retaguardia del portugués, y escaramuzas varias, lograron hacer muchas bajas a las huestes lusitanas.

Sobresale su comportamiento en la célebre batalla de Toro, batalla por la que la corona de Castilla quedó afianzada de forma definitiva en la cabeza de Isabel I, y como merced a sus servicios entre otras varias, le autorizó a que pudiese edificar su casa, como a él gustase, sobre parte del lugar donde antes estaba ubicado el Alcázar cacerense, y levantar en ella una torre almenada y al descubierto, a pesar de lo ordenado por cédula de 12 de mayo de 1476, por la que, y para atajar las luchas sangrientas en la villa cacereña, habia mandado derribar las torres de las casas particulares de la villa, en el término de treinta días, tiempo improrrogable, usó el privilegio concedido el Capitán Diego de Cáceres y Ovando, y fabricó su casa y la torre que se puede admirar y siendo más conocida como Torre de las Cigüeñas, haciendo calleja con la Iglesia de San Mateo.

El Clavero don Alonso de Monroy, quedo sometido a la obediencia de los Reyes Isabel y Fernando, y quedando reconocido don Alonso, como legitimo Maestre de la Orden de Alcántara, dieron la orden al Capitan Diego de Cáceres, que le hiciera entrega a don Alonso de la fortaleza de Benquerencia, coda que hizo el capitán, y a la vez soltase de los calabozos a don Gonzalo de Randona, Comendador de Lares y a un hijo de este, Comendador de Zalamea, que mantenía presos y a la sazón parientes de don Alonso de Monroy, como compensación los Reyes dieron a don Diego, otra Alcaidia Mayor, mientras se la daban en la espera, le concedieron la tenencia del castillo y villa de Benquerencia, con sus renta, pechos y todos los derechos, más un montante de 136.750 maravedis de renta de las dehesa del Berrocal, Cabezas Rubias, Mijada, El Guijo, Badija, y otras más, según cédula otorgada de 12 de mayo de 1476.

Don Alonso de Monroy, Maestre de la Orden de Alcántara, le concedió además para el hijo del Capitan Diego, Nicolas de Ovando, que con el tiempo fuera Gobernador de la Isla la española, la mitad de los frutos y rentas de la dehesa Lares, de la que preso Gonzalo de Randona, habia sido desposeído por el de Ovando, prometiéndole que cuando quedase vacante la Encomienda por la muerte de don Gonzalo, nombraría al hijo del Capitán, Comendador de la mencionada Encomienda. 

Rindió y gano los lugares de Arronches, Uguela, Alegrete, Moura y Serpa, siguiendo con la guerra contra el portugués, de los que fue Señor, hasta que los soberanos de Castilla y Portugal, firmaron paces, por lo que dichos lugares volvieron al dominio del de Portugal, como privilegio dieron a don diego los Reyes Isabel y Fernando, 200.000 maravedis de renta por juro heredad, sobe las alcabalas de Cáceres, hasta que se le diesen en Castilla, tantos vasallos como habia perdido en la reversión a los que tenía derechos, quedaron en su casa las rentas  mencionadas.

Gozo de la dignidad de vasallo de los reyes Catolicos, y fue de su Real Consejo, murió siendo alcalde de la fortaleza de Monleón (Salamanca) en 1489, habiéndose traído, los restos primero al convento de San Francisco de Cáceres, siendo trasladado su sepulcro a la iglesia de San Mateo en la capilla de Santiago, capilla que construyó su familia, en la villa cacerense.

(Fuente Floriano Cumbreño-Historia)

(Fuente Orti Belmonte-Las Conquistas)

(fuentes Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familias)

(Fuentes Muñoz Sampedro-Tres Paladines)



Agustín Díaz Fernández 

 

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