BREVE HISTORIA DE CÁCERES
XCIX
El Cercado
de la villa I
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Segunda
Mitad siglo XII
Los Al-Muwahhidum
El
territorio estuvo cambiando de dueños, de los que en el convergían y muy lejos
de establecer una frontera propiamente dicha que dieran fortaleza y prosperidad
al territorio, hasta más o menos el año de 1172 donde los almohades pudieron
concentrar mayores recursos para su control, tras el sometimiento del oriente
andalusí, aunque el inevitable guerrillero Portugués Geraldo Sin Pavor ( sin
miedo) el llamado Cid Portugués, y hasta
su neutralización, sembró el territorio de muertos, desolación y tierra quemada,
teniendo noticias de sus primeras fechorías en 1165 hasta su muerte a manos de
Abu-Y’a Qub en 1174, que fue decapitado por intentar traicionar al Kalifa
Almohade, aunque la muerte del Portugués no pacificaría el territorio, ya que
los reyes cristianos que marcaban las fronteras, con distinta intensidad
seguirían presionando la fronteras, aunque el reino leones tenía limitada su
capacidad su capacidad de guerra, que era mucho menor que la del reino de Castilla, Portugal se descubrió como el auténtico
desestabilizador de la zona, forzando continuos y profundos ataques,
especialmente hasta 1169, logrando algunos éxitos lejos de sus base de
operaciones como eran, Alcacer do Sal, Lisboa y Evora, esta constituía una
autentica cuña con el territorio andalusí desde 1165, que en plena grandeza
militar, ni los almohades pudieron conquistarla, dada la desarticulación del
Garb Al-Alandaluz que, con baja demografía, escasez de centros urbanos, y problemas
en abastecimientos, que ya evidenciaron en épocas anteriores, más la cercanía
geográfica con el bajo Guadalquivir, sede efectiva del poder Almohade en la
península, la única salida que tenían era la de invertir enormes recursos tanto
humanos como económicos, como medida neutralizante del empuje de los reinos
cristianos.
Así las
cosas mostraron su mejor arte en atacar y defender las fortalezas, ya que la
arquitectura almohade muestra un elevado grado de sofisticación, que da forma
al resultado final de las obras, de tal manera que son todos perfectamente
reconocibles las edificaciones construidas por los árabes, así se impuso la
tapia hormigonada, reforzadas en basamentos y ángulos, con acabados
estandarizados, hicieron extensiva la erección de antemurales, torres
albarranas, así como los accesos
acodados, presididos por arcos túmidos en ocasiones rebajados.
El
Recinto Almohade.
Según los
cronistas empeñados en el envite, nos cuenta que el trazado en el cercado
exterior amurallado con más la disposición de las torres defensivas queda
datado en el periodo Almohade, aunque lo que vemos en la actualidad, ya que el
recinto original quedaba divido en tres partes bien diferenciadas, así la
alcazaba ocupaba la parte más elevada del recinto murado por los romanos, en un
emplazamiento central, desde el punto noroeste de la Alcazaba salía un muro
hasta que enlazaba con la torre del Horno, y dese el entorno del aljibe, en el
interior de la alcazaba se conectaba directamente con la Coracha de los Pozos,
mediante pasadizo escalonado y abovedado y protegido presumiblemente con un par
de lienzos de muro, además de cubrir las salidas al exterior, de esta manera
quedaría el recinto amurallado dividido en dos espacios más, donde en el mayor
se ubicaría la Medina, y en el menor la Albacara, destino a la tropa militar.
Coracha.
Esta
construcción consistía una proyección hacia el exterior con una serie de
elementos defensivos, muros, torres, y pasadizos que aseguraban el agua, en
Cáceres los Almohades fortificaron un antiguo un aljibe con agua permanente,
dada sus condiciones de corrientes de agua acumulada en el subsuelo sobre capa
impermeable pudiendo extraerse mediante pozos,
Es decir,
“inmejorables condiciones freáticas”, sobre el que edificaron una gran torre
con habitáculos, dotado con brocales para extraer el agua. Un pasadizo escalonado
y abovedado, uniría esta sala con el interior de la alcazaba y en cuyo aljibe
se depositaria el agua extraída.
La torre
del aljibe exterior, reutilizado en la estructura de la coracha, fuertemente
defendida por las torres de los Aljibes y de los Pozos que se encontraba en una
elevada posición, así mismo quedaba bien defendido el tramo del muro abovedado
que discurría extramuros quedaba especialmente defendido tanto como por el
espigón la torre de los Pozos como el que unía este con la torre del Aljibe,
tambien el vínculo de la Coracha con la Alcazaba, refrendado por la torre de
los pozos , que además de emplazarse desde esta zona una salida al exterior
directa desde la Alcazaba, que salía dirección al rio, para aprovisionarse de
leña, y forraje para los animales, pero es de suponer que tras la conquista por
el de León y Galicia, y se supone que anterior al siglo XVI, de edifico un muro
de mampostería que cerraba el franco Sur de las construcciones árabes,
reforzando el antemuro del recinto, formando más o menos un cuadrilátero y cuyo
interior fue ocupado en la Edad Moderna, y como consecuencia de ello quedo
enterrado parte del pasadizo abovedado, antemuro y la posible entrada directa
desde la Alcazaba.
El
Recinto Murado.
Tal y
como fue concebido el recinto, en su forma y su estructura, forma parte de la
arquitectura militar, patrocinando por las anteriores construcciones árabes en
el occidente Andalusí (Garb-Al-Andalus) , que por su homogeneidad muestran una
imagen de patrón a seguir, contando con las torres defensivas y el uso masivo
del tapial, en las construcciones de las portadas monumentales en la villa
cacerense no se puede saber el material utilizado toda vez que no quedan rastro
de ellas, como tampoco de la Coracha de los pozos.
Torres
Defensivas.
En todas
las posiciones ocupadas y fortificadas por los Al-Muwahhidum,
o los unitarios Almohades, en los territorios Central y Occidental fueron
dotadas de torres albarranas, poligonales y algunas que mezclaban los dos
estilos. El recinto cacerense presenta cantidad excepcional de torres
albarranas, de las dos son octogonales, y nos cuenta el cronista que casi en la
totalidad de las torres han podido comprobar que estas fueron levantadas sobre
torres originales de menor altura, estas posiblemente de la época romana, estas
torres albarranas en su espigón, contaban con una entrada abierta en el muro
por un arco, para permitir el paso por el adarve o paso de ronda del antemuro,
las torres poligonales, las del recinto cacerense, son de planta cuadrada como
tambien lo son las albarranas.
Ya en su
origen las torres albarranas estaban dotadas de cámara a la altura del adarve,
que se pueden apreciar todavía hasta en ocho de las torres existentes, se
aprecia mejor son el las torres de la Yerba o la del Horno, con otra forma en
las del Postigo o la del A-Ver, se estima que en su origen no disponían de
estas cámaras, debiendo ser de construcciones posteriores, pero no muy lejanas
en el tiempo. El espacio interno de las torres albarranas de la Yerba y la del
Horno, están organizadas con dos cámaras rectangulares con bóvedas de cañón, el
acceso al terrado se efectuaba por una escalera acodada con entrada en la
primera cámara.
Las
torres del Postigo o la de A-Ver, son de cámaras rectangulares y una sola, con
bóvedas tambien de cañón, estas no cuentan con acceso al terrado, se accedía al
mismo por una escalera emplazada en el espigón de la torre, estando protegida
por un pretil, escalonada ascendente, pero sin duda el habitáculo más
sostificado de las torres albarranas es la de los Pozos, una maravilla de
cámaras abovedadas.
Construcción.
Durante
el periodo de ocupación Almohade, el recurso de construcción estaba basado en
el tapial, haciendo de esta técnica de construcción la principal de sus
edificaciones, quedando relegadas casi al olvido, la mampostería y los sillares
llamados de acarreo eran utilizados puntualmente en basamentos sobre los que se
elevaba las diferentes hiladas de encofrado, o bien como material de refuerzo
en ángulos, así como raro era el empleo de sillería de nueva labra, ya que
estas se empleaban el creación de puertas monumentales de acceso.
Como
ventaja del uso del tapial parta la construcción, era que se podía recuperar
para reutilizar el material al momento y de casi todos los elementos del
encofrado, este encofrado estaba basado casi en su totalidad en la madera, con
alguna excepción como el uso de alguna plancha de hierro o sogas.
Ya fuera
para fines militares, al levantar los muros por su gran anchura y espesor
implica el uso y procedimiento al igual que para una pared estrecha, así
mientras en los tapiales se apoyan en unos travesaños llamados agujas
dispuestas de forma transversal encima de la hilada inferior y ocupando toda la
anchura de la pared, y ya fuera por comodidad o tal vez por economías se
disponían por medias agujas, clavadas con cuñas de madera a la hilada inferior
a través de unos orificios practicados en la parte volante de las medias agujas
se introducían en los costales, estos
son vara verticales con el motivo de sujetar los tapiales, constituyendo la
parte esencial del encofrado que cada uno de ellos se componían de varias tablas
horizontales unidas entre si por listones verticales clavados por fuera. Y para
evitar el vuelco de los tapiales con cuerdas tensaban los costales desde unos
postes centrales, estos impedían la caída hacia el exterior, haciendo oposición
de unos puntales que, sujetaban los tableros por dentro con el propósito de
evitar el derrumbe hacia el interior.
Y ya una
vez montado debidamente el encofrado, se procedía al rellenado con capas de
argamasa, apisonaban estas capas conforme se iban vertiendo en el sitio
encofrado, en la villa cacerense, en las construcciones de carácter militar, el
relleno estaba compuesto de tierra apisonada y mesclada con cal, con la buena
cal que se cocía procedente del calerizo cacereño, esta mezcla se le confería
una gran dureza y resistencia, tanto es de esta manera que los técnicos la
denomina (el hormigón de Cal) y tras el secado del tapial se procedía al
desencofrado para reutilizar todos los elementos que se podían recuperar, más
como era imposible la extracción de las medias agujas se procedía a serrar la
parte que salía del muro, o cabeza de las medias agujas, con el paso del tiempo
la podredumbre y desaparición de estas piezas de madera confieren esa
apariencia típica de estas obras de tapial, en la que la superficie se muestra
surcada de pequeños orificios llamados mechinales.
Y como es
natural tambien dejaban sus huellas las agujas al encofrar un Marlon sobre el
pretil, que para el paseante que tenga la curiosidad, todavía se puede apreciar
al perder el material de relleno o disimulo con la que tapaban las hendiduras,
según parece los alarifes almohades, estandarizaron esta técnica de
construcción, particularmente en las construcciones de carácter militar.
(Fuentes
Samuel Márquez-El recinto Almohade)
(Fuentes
Pablo Gurrian-El recinto Almohade)
Agustin
Díaz Fernández

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