BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                                  CLVI

Gutierre de Sotomayor IV

 Maestre de la Orden de Alcántara

                                        (1400-1458)

  En los planes del reino de Castilla y León

                                        (1438-1444)

Crónica desde la calle Cuba de mi llopis Ivorra

En el capítulo anterior habíamos dejado al Maestre de la Orden de Alcántara, recibiendo parabienes y subiendo su prestigio como gran administrador, y aguardando en su fuero extremeño como se iba desarrollando el panorama nacional, en la espera de que los vientos rolaran a favor.

Pero nuevos acontecimientos, vinieron a ensombrecer, el siempre turbio panorama, preso el adelantado don Pedro Manrique, por orden del rey, desatándose un huracán de pasiones, el detenido logro fugarse el 20 de agosto de 1438, haciendo temer que soplaran vientos de guerra, el Maestre, pensando que tal vez fuera útil, marchó a Medina del Campo, al frente de sus caballeros, para ponerse a disposición del monarca y de don Álvaro de Luna, Los incansables Infantes de Aragón, aliados con la familia del Adelantado, volvieron al tablero de actuaciones, ahora entraba en juego el Rey consorte de Navarra y el eterno don Enrique, más que lucha abierta iba a iniciarse una seria de aquellas incansables vistas o conferencias, que llenan el reinado de Juan II, no faltando lo pintoresco, tales como las cartas de desafío a duelo personal, enviadas por el Infante don Enrique y por el Almirante de Castilla a don Álvaro de Luna y a don Gutiérre de Sotomayor, detalle de gran importancia, resalta la enorme categoría de quien era considerado como segundo personaje de los reinos de Castilla, toda vez que a él y a don Álvaro, personaje número uno sin duda alguna, se dirigen nominalmente los retadores, estas carta llegaron  a Medina del Campo, a las que el Condestable y el Maestre, contestaron aceptando el desafío, Pero fue por la intervención reconciliadora del rey, el que no se llegase a celebrar el duelo.

Desde 1438 y hasta 1441, don Gutiérre se movió entre la corte y el Maestrazgo, atento siempre al problema político, o recorriendo sus pueblos del valle de la Serena y la Villa de alcántara, a principios de 1439 estuvo en Benquerencia, confirmando desde allí los privilegios a los vecinos de Gata, en 1440, comenzó las obras del convento de Alcántara, concebida con grandeza y el empaque digno de un hombre suntuoso.

Tras las interminables idas y venidas de don Álvaro de Luna, tan pronto apartado de la corte por presión de los rebeldes como restituida al poder por dictado el Rey, la lucha entro en fase más intensa en 1441, avisado  por el Condestable, el Maestre Gutiérre de Sotomayor, fue a Escalona, partiendo con don avaro y con el hermano de este, don Juan de Cerezuela, Arzobispo de Toledo, hacia Medina del Campo, donde se encontraba el  monarca don Juan II, el avance fue del todo feliz, durante la  noche, al mando de estos tres personajes , entraron en la villa iluminada con multitud de antorchas , unos mil quinientos caballos, de ellos trescientos jinetes con adargas, el resto, de hombres de armas con cimeras (parte superior de un yelmo) y resplandecientes armaduras , con este refuerzo pudieron intentarse algunas salidas contra los de Aragón, que tenían cercada la plaza, salidas en las que don Gutiérre, tuvo destacadas intervenciones, pero no fue tan feliz la marcha de la servidumbre, que habiendo quedado en Cantalapiedra con el equipaje, sufrió el asalto de los enemigos, perdiendo setenta acémilas cargadas, en las cuales venían gran cantidad de joyas y cosas de mucho valor.

Más duro fue el contratiempo que sufrieron el día 28 de aquel mes, miércoles, vísperas de san Pedro y San Pablo, amparados en las sombras nocturnas, dos antes del amanecer, los sitiadores se apoderaron por sorpresa de Medina, el Rey, a caballo, con el Pendón real y acompañado de unos mil caballeros , entre los que se encontraba el Maestre, salió a la plaza de San Antolín, teniendo que pactar con los vencedores, y pedir a don Álvaro de Luna que se alejara, temeroso de que atentasen contra él, Con don Álvaro de Luna y al Arzobispo de Toledo, partió  el Maestre Sotomayor camino de Escalona, vencida su parcialidad, saqueada su gente, en destierro y alejado del mando su amigo el condestable. Deseoso de algún desquite, vino a Extremadura, para ayudar a la gente de Trujillo contra el dominio de Pedro de Zúñiga, conde de Ledesma y más tarde Conde de Plasencia, uno de sus mayores enemigos, aunque esta enemistad no sería a la postre, obstáculo al casamiento de su hijo primogénito con una nieta de Zúñiga, gracias a su apoyo, Trujillo se vio libre de la dominación del Conde, pasando más tarde a ser Señorío del Príncipe Heredero de Castilla.

De vuelta a su lugar de mando del Maestrazgo, volvió a ocuparse de los asuntos d la Orden, era ante todo un gran organizador, que no desatendía ni el menor detalle, así se le veía deponiendo al rebelde comendador de Morón don Fernando Ponce, en 1442, como de suprimir la raíz de acaparamiento y venta a precios abusivos en Brozas, donde en 1443 parece que había un brote de estraperlo. El asunto del de Morón, dio ligar a algunas refriegas entre la gente de Morón y la de Marchena, donde había conseguido refugio el depuesto Comendador, quedado concluido el incidente con un indulto total que dio el Maestre Gutiérre de Sotomayor.

Durante este periodo de tiempo, la variable nave de la política, inicio un nuevo viraje, tras los sucesos de Medina, el Rey, teóricamente acatado por los rebeldes, era en la práctica su prisionero, unas oportunas gestiones del obispo de Ávila consiguieron que el Príncipe de Asturias don Enrique, unido a los conjuraos, se inclinase a favor de su padre e iniciara alianza con don Álvaro de Luna, así como con otros grandes del reino, siendo uno de ellos el Maestre Gutiérre de Sotomayor.

En complimiento de órdenes regias, había partido el Infante don enrique en 1443 hacía Andalucía, al frente de trescientos hombres d armas y doscientos caballos ligeros, por aquellas tierras al amparo de contiendas comarcales iba haciéndose dueño de diversas ciudades, llegando a poner cerco a Sevilla, en 1444, pero el cambio de política, imponía el frenar estos progresos, el Maestre avisado por el Príncipe Heredero, marchó en socorro de la ciudad andaluza, consiguiendo entrar en ella con sus tropas, con este refuerzo se deshizo el peligro , liberando también Alcalá de Guadaira, don enrique se vio precisado retirarse a Córdoba, persiguiéndole eficaz y valerosamente el Maestre don Gutiérre, hasta obligarlo a desocupar la ciudad y huir, la gloria de tales jornadas fue para el Maestre, con los caballeros de su orden y con otra gente que llevo a su costa.

Por fin, se había anotados en su haber de méritos unas destacadas intervenciones guerreras, por fortuna para él y para que no quedaran en el olvido, el propio Rey don Juan II se encargó de dejar memoria de tan brillantes episodios, dirigiéndose al protagonista, el monarca Juan II le dice : Vos el bien amado e leal caballero don Gutiérre de Sotomayor Maestre de Alcántara e de mi Consejo, cuando el Infante don Enrique, Maestre que lo fue de la orden de Santiago, en mi contra y contra el bien de la cosa pública y de mis reinos e durante la opresión que entonces fue fecha en mi persona por el Rey don Juan de Navarra su hermano, e po otros secuaces ayuntó ciertas gentes de armas e fue a cercar la  muy noble ciudad de Sevilla, con intención de apoderarse de ella e se alzar con ella contra mi según que había tomado y tenía contra mi voluntad la ciudad de Córdoba, vos movido con gran lealtad fuisteis con vuestra gente d armas y hombres de a pie, a la dicha ciudad e entraste en ella e la defendiste del dicho Infante e  de sus gentes por manera que aquel dicho Infante se partió y alzo el sitio que de ella tenía hecho, e así mismo fuisteis con la gente de armas a la misma ciudad de Córdoba, la cual habida ocupado el dicho Infante, que se había apoderado de ella y estaba alzada y rebelada contra mí, e la tomaste para mi e la redujisteis a la mi obediencia e servicio, con lo que hicisteis grandes gastos a despensas de vuestra hacienda e me serviste en ello muy bien y muy altamente ;.

Con las tropas extremeñas, había dejado puesto en muy buen lugar su pabellón por tierras and aluzas, los laureles de ahora, compensaban el fracaso de ayer, los laureles de ahora la Gran Victoria  de la año de 1445.

La Gran Victoria (1445)

Mientras don Gutiérre de Sotomayor, festejaba, la política iba centrándose hacia don Álvaro de Luna, su confederación con el príncipe era ya pública, fue en vano que los rebeldes, queriendo asegurar al Rey, lo trasladaron de Tordesillas a Portillo, el cambio total no tardo en producirse, pronto estuvo el Condestable junto a Juan II, viéndose obligado el monarca navarro a retirarse a su reino, otra vez don Álvaro de Luna, iba a regir la maltrecha nave del gobierno,

El problema de castilla, entraba en una fase decisiva, los dos bandos, el Condestable y el de los Infantes, habían llegado al convencimiento de que era preciso confiar a las armas la resolución de sus encontrados intereses, volvieron a soplar vientos de guerra, comenzaron os aprestos de guerras y el alistamiento de gentes. Avisado don Gutiérre de Sotomayor, de las marchas de los asuntos volvió a Extremadura a fines de 1444, satisfecho de su victoriosa campaña Andaluza. Desde Zalamea de la Serena fue a Guadalupe, ya en 1445, la famosa por el histórico monasterio en el que se venera a una de las vírgenes de más universal devoción, allí se entrevistó con el Rey, quien en premio a sus méritos, el 7 de abril, le hizo merced del Señorío de la Puebla de Alcocer, con facultad para fundar Mayorazgo sobre esta villa y la de Gahete e Hinojosa, que ya poseía, a favor de su primogénito don Alonso de Sotomayor, ya que don Gutiérre de Sotomayor a pesar de estar soltero y ligado al voto de castidad , tenía hijos,  

Desde Guadalupe, en espera del aviso de incorporación a las tropas reales y para hacer los preparativos bélicos se vino a Alcántara, había recibido de don Álvaro de Luna, el aviso de su incorporación. El Rey de Navarra y su hermano don Enrique, habían avanzado desde Aragón, al frente de fuerte y bien lucido ejército, el  monarca don Juan II, su hijo el Principié de Asturias y el Condestable don Álvaro de Luna fueron a su encuentro, Aragoneses y Castellanos estaban frente a frente en Olmedo, formadas las líneas en el campo de batalla a comienzo de la segunda decena de Mayo, los primeros ocuparon la Villa, los segundos pusieron su centro de mando  a menos de una legua de ella, la clave del problema planteado era la venida del Maestre Gutiérre de Sotomayor, sin su refuerzo, no podían presentar batalla, para ganar tiempo, se iniciaron conversaciones y tratos, embajadas llevadas con tino por el Obispo de Cuenca, Lope, logrando entretener al enemigo durante siete días, al cabo de ellos llego el Maestre de Alcántara con seiscientos de a caballo, trescientos hombres de armas, y trescientos jinetes. Muy en punto armados y aderezaos para la guerra.



Su llegada hizo cambiar la situación, es este un hecho que recogen sin discrepancias todos los cronistas, Digo de Valera dice que con su presencia creció el orgullo del Rey de Castilla, Fernán Gómez, anota el cese de los tratos y la alegría del Condestable, la crónica del Rey, habla de los orgullos que se sintió don Álvaro, Caro Torres resalta el ánimo Conrado por don Juan II, son voces que recogen a coro en las antiguas páginas, la satisfacción de los del bando Castellano. Con la llegada del Maestre, ya se podía dar la batalla, y se dio, aunque inesperadamente, una salida del Príncipe de Asturias, atrajo tras él buen número de gente de Olmedo, teniendo a causa de ello que movilizarse el ejército real, apenas quedaban dos horas de sol de aquella tarde de 19 de mayo de 1445.

Don Gutiérre, tan esperado y decisivo, se dispuso a cosechar los vistosos laureles guerreros de una batalla histórica, nota que complementaria su acusada personalidad y sus triunfos de Córdoba y Sevilla, sin esta pincelada victoriosa, su silueta hubiera quedado disminuida, con ella el cuadro de gran figura nacional estaba completo. Fieles al detalle de aquella época, todos los caballeros fueron al combate magníficamente engalanados, luciendo soberbias joyas y armaduras limpias en las que resplandecía el sol, en el ejército Aragonés, formaron unos  dos mil quinientos a caballo, en el bando del Rey había unos dos mil setecientos jinetes y dos m ikl infantes, la escasa superioridad numérica, pero superioridad al fin, era la debida aportación del Maestre.

El Condestable avanzó en vanguardia, con ochocientos hombres escogidos, quedando frente a las tropas del Infante don Enrique, del almirante y del Conde de Benavente, a la derecha, como refuerzo, tenía el Conde de Alba y a don Iñigo López de  Mendoza, en el ala izquierda iban las tropas del Príncipe de Asturias, mandada por su favorito don Juan Pacheco, luego Marques de Villena, teniendo a su lado como base fundamental de protección a Gutiérre de Sotomayor , frente a ellos se situaron el Rey de Navarra y el Conde de Castro, la retaguardia quedó a cargo del Monarca castellano, al que acompañaban los Conde de Haro y de Ribadeo

Reservándose el mando supremo de todas las fuerzas, don Gutiérre las dividió n seis unidades, poniendo al frente de casa una de ellas a los caballeros Alcantarinos, don Juan de Sotomayor, don Alonso de Vera, don Pedro de Cifontes, don Pedro de Cárdenas, don Juan de Osorio y don Miguel de Carvajal. Iniciado el combate, el Maestre de Alcántara, al frente de cuatrocientas lanzas, arremetió impetuoso contra el enemigo, su figura tuvo autentico relieve histórico desde los primeros instantes, con acierto estratégico, jugaba los resortes del enemigo, moviendo en agiles avances su caballería ligera, utilizando en las resistencias a los hombres de armas, los caballos pesados, la lucha dura y sangrienta se prolongó hasta cerrar la noche.

Su actuación, fue infatigable, moviéndose con valor y eficacia decisiva, cuenta el cronista: Peleando el Infante don enrique con el condestable, y trayéndose ya a mal andar y casi torta su gente, hirió por un lado en la batalla del Infante el Maestre de Alcántara, y fueron los suyos los rotos, y allí fue herido el Infante en la mano izquierda. Las crónicas del Rey, cuentan que cuando aún estaba dudosa la batalla, resulto eficacísimo el Maestre de Alcántara. Los castellanos triunfaron rotunamente, entre los muertos en el campo y los fallecidos después, el ejército enemigo, perdió más de doscientos treinta y siete hombres siendo elevado el número de heridos y prisioneros.

La batalla de Olmedo, final de duelo entre Aragón y Castilla, abrió una nueva era de independencia del Rey, el día después de la victoria, parieron correos a esparcir por todo el reino la buena nueva, completada luego con la desaparición del molesto y enredador del Infante don Enrique, que tanto ruido había dado, el cual falleció a resultas de la herida, que recibiera en la batalla, fue aquel un mal año para los Principies de Aragón , el regio clan , ya mermado con las muertes de don Sancho y don Pedro , perdió en 1445 al citado don enrique y a las reinas de Castilla y de Portugal, fallecidas poco antes, de los siete hijos de don Fernando de Antequera, ya solo quedaban dos, los reyes de Aragón y de Navarra.

Don Juan II, para perpetuar el memorable suceso, ordeno erigir una iglesia en el lugar de la batalla, el Maestre Gutiérre de Sotomayor, también quiso perpetuarlo en un fresco en la ermita de Nuestra Señora de Gracia, patrona de Belacalzar, apareciendo allí pintado ante el rey, que le dice estas palabras: Si non fuera por vos, Maestre don Gutiérre, non fuéramos nos Rey de Castilla e de León –

(Fuente Miguel Muñoz de San Pedro)

 (Orden de Alcántara)



Agustín Díaz

 

 

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