BREVE HISTORIA DE CÁCERES
CLVIII
Capitán Diego
de Cáceres y Ovando VI
(1475-1476)
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llops Ivorra
Con
doscientos de a caballo, don Diego cumplió con la importante misión, que el
cronista la relata:
“E porque
muchos así de caballo como de pie, iban desordenadamente en pos de los
portugueses, el Rey a un su Capitán que llamaban don Diego Ovando de Cáceres,
que, con doscientos hombres a caballo, fuese a tener a la gente, que no fuese
desordenada, fasta que todos los de su hueste fuesen salidos de la ciudad, e
puestos en orden de batalla”.
El ejército
castellano, ya en perfecto orden de marcha, avanzó tras el enemigo, al llevar
este tres o cuatro horas de camino cuando la hueste de don Fernando pudo
iniciar el seguimiento, para compensar la ventaja y entorpecerá en ,lo que se
pudiere, la marcha del ejercito portugués, un destacamento con trescientos de a
caballo ligeros, había partido rápidamente, empezando las escaramuzas con la
retaguardia enemiga, logrando deshacer a más de setenta jinetes, y apoderarse
de mucho fardaje, aunque de manera lenta se iba acortando la distancia.
En el
orden de la marcha don Fernando, iba el en centro de la formación, a su derecha
marcaban seis escuadrones, mandados por Álvaro de Mendoza, Pedro de Guzmán, el
Obispo Ávila, Vasco Vivero, Bernal Frances, y Pedro de Velasco. A su izquierda,
tendidos hasta la margen del Duero, los otros, capitaneados por Pedro González
de Mendoza, Cardenal de España, los tíos del Rey, Almirante de Castilla y Conde
de Alba Liste, el Duque de Alba y don Jarcia Osorio, don Diego de Cáceres, iba
junto al Cardenal Mendoza.
Tras el
cruce de un paso estrecho, los portugueses desembocaron en terreno llano y
amplio, como a unas cinco millas de Toro, entre esta ciudad y el pueblo de San
Miguel de Cros, el monarca portugués, Alfonso V, dándose cuenta de que le era
imposible o casi, entrar en su base estratégica sin que cargaran los
castellanos contra sus huestes, decidió dar la batalla en aquel lugar,
posicionando sus escuadrones en orden de combate.
En
situación de mucha ventaja, partía el de Portugal, habia elegido campo y con
tiempo de sobra de poner en orden a su gente, contando también en que sus
tropas estaban más descansadas, y recibieron refuerzos de su guarnición de
Toro. Los Castellanos, venían rendidos por el rápido avance, sin ni siquiera
haber comido, además el día estaba terminándose, el sol se empezaba a ocultar.
La tropa
castellana, deseaba el combate, pero don Fernando, estimó prudente tomar
consejo de sus capitanes, el Cardenal Mendoza, cruzo el angosto paso para
reconocer el campo de batalla y las posiciones en enemigas, de vuelta al campo
castellano, las noticias que trajo eran que los portugueses esperaban en
perfecto orden de batalla.
Otra vez
volvieron las dudas, y otra vez fue la figura de don Diego de Cáceres la que
destacó, dando su opinión, sabiendo de que era antiguo el crédito con el que
contaban don Diego, con el Rey don Fernando, el cronista nos relata el
razonamiento hecho al Rey por el de Capitán cacerense:
“El
Capitán don Diego de Cáceres Ovando, que veía indiferente el ánimo del Rey, con
más disciplinas que elogios, dijo que tan mal seguro acierto era arrojarse con
temeridad al peligro, como perder la ocasión por cobardía, y que aquel campo
era un teatro donde la fortuna representaba uno de los grandes juegos de
su mudanza, entre dos Reyes cuyo poder tenia tan tentas las coronas de Europa,
que cuando las armas terminaran los sucesos, ni el vencedor se podría jactar de
glorioso, ni el vencido lastimarse desdichado, pero que coger las banderas al
rumor de un ejército que estaba tan sujeto a rendir las suyas, como triunfar de
las ajenas, era facilitar la empresa a quien ni se las podía prometer por más
soldado, ni la podía afirmar por más prevenido, y que le había aprendido de la
experiencia de tantos largos trabajos en la guerra que no hay mayor vencimiento
que emprender animoso, y retirarse cobarde, que, como el Rey don Juan su padre,
pudiera haber hecho tantas resistencia a las armas Francesas, soberbias siempre,
si el primer acontecimiento de fortuna se diera a la del enemigo. Que las
mayores victorias se habían perdido por confiar en el principio los que puede
asegurarse en el fin, que Cesar dijo a Pompeyo, que no había sabido vencer,
porque pudiéndole matarle se conformó con rendirle, y que así, no solo convenia
dar la batalla, pero acabar la guerra necesitando tanto al de Portugal, que
volviese forzado a su reino el que le dejo ambicioso”
Estas y
otras opiniones decidieron al Rey don Fernando, las tropas cruzaron el estrecho
paso, tendiéndose en el llano frente al enemigo, la batalla estaba a punto de
comenzar.
Don
Alfonso V, ocupaba el centro de la formación Portuguesa, junto al estandarte
real, junto a él, sus hombres de armas, y los caballeros traidores castellanos
que le seguían, al mando del ala izquierda, el Principe don Juan, y el Obispo
de Évora, con gente muy escogida de los de a caballo, el ala oeste, el conde de
Pharo, era su capitán, además de otras escuadras a las órdenes del incansable y
inconstante arzobispo de Toledo y de los Condes de Mensat y Villarreal.
Suenan
trompetas y clarines de guerra, gritos en los respectivos campos, Fernando,
Fernando, y de Alonso, Alonso, acompañados con las ordenes de ataque, El
Principe de Portugal arremetió con brío y e intrepidez, ante el empuje de su
caballería, los griterío, el humo y el estruendo de las espindargas,
retrocedieron dispersos trecientos jinetes de los castellanos, pronto fue
superado este contratiempo, se empezó a luchar en todos los sectores con arrojo
y valentía, durante tres horas, la batalla no daba ganador, por momentos cogían
ventaja los portugueses, al punto la ventaja parecía para los de
Castilla, todo estaba indeciso, la noche se echaba encima.
Don Diego
de Cáceres. Combatía junto a Mendoza. Que enardecido por la batalla gritaba a
voz en cuello:
“Traidores,
aquí está el Cardenal”
En los
lugares de más peligro y sangrientos, se encontraba el Capitán don diego
durante la batalla, junto al Cardenal de España, don Pedro González de Mendoza.
El Rey,
don Fernando, avanzaba contra el estandarte del Rey don Alfonso V de Portugal,
trabándose una reñida lucha por conseguir el regio trofeo, trofeo que, al fin
fue ganado, el Cardenal de España y el Capitán don Diego de Cáceres,
intervinieron en esta lucha, el Cardenal de España, una vez fue ganado, aun
quería seguir en la persecución del Alférez portugués, que sostuvo la enseña,
pero viendo la necesidad y prioridad de acudir a otros sectores, donde se
combatía con saña, y considerando lo otro secundario, el Capitán hablo a
Mendoza, según nos cuenta el cronista:
“aquel
caballero, el Diego de Ovando de Cáceres, que habemos dicho, le dijo, Seguid
señor la victoria que Dios ha querido dar hoy al Rey, e no os ocupéis en esto
que está ya vencido”
El
enemigo derrotado en el campo de batalla, el triunfo completo, el monarca
portugués, con el temor de caer prisionero, de dio a la huida, amparado en las
sombras de la noche, el resto de la tropa vencidas se recogieron
desordenadamente en Toro, el único que consiguió mantener su hueste sin ser
desbaratada fue el Príncipe de Portugal.
Aquella
noche el Capitán don Diego de Cáceres, regresó a Zamora, con el ejército
vencedor, tras dejar escrito su nombre en las páginas de la gran historia.
batalla de Toro
(1476-1479)
Extremadura
y los Reyes Católicos
Con la
batalla de Toro, se puso fin de momento a la contienda internacional, volvieron
los portugueses a su país, los Reyes de Castilla, volvieron a ocuparse de
pacificar su reino, así como del sometimiento de señores y lugares, en estas
tareas también se empeño don diego, aunque fueran lejos de tierras cacerenses y
extremeñas, en las acciones en tierras Toledanas, sin que que su participación
tuviera destaque, más el del cumplimiento del deber y lealtad a los monarcas,
si lo cuenta el cronista :
“Diego de
Cáceres, valeroso soldado y muy obediente a las órdenes del Rey don Fernando,
como antes lo fuera a su padre en la guerra de Navarra, desde el principio en
la de Portugal hasta las campañas en tierras de Toledo, siempre se portó como
cumplido guerrero”
Aparte de
estas acciones, su puesto importante lo tuvo en Extremadura, adonde vino
pronto, el 5 de mayo, en Benquerencia, armó caballero a Hernando Alonso Grande,
a quien el Rey, había concedido tal honor en premio a sus servicios, por Real
Cédula dada en Zamora en 20 de marzo, la ceremonia se celebró con todas las
solemnidades, ante le escribano Pedro Martin, y como testigos, Diego Mexia,
Álvaro Folguer y el Comendador don Fray Nicolas de Ovando, hijo de don Diego,
el protonotario y secretario del monarca, Felipe Clemente, dio fe de como al
ser requerido el Capitan, tomó la regia carta en sus manos, la puso sobre su
cabeza, en señal de acatamiento, y luego con su espada, hincando de rodillas
Hernando Alonso Grande, le dio con ella tres golpes y le dijo, ¡quedas armado
caballero!.:
“por el
poderío a mi dado por esta carta del Rey, yo, en su nombre, vos armo caballero,
e Dios que es sobre todos poderoso, vos faga buen caballero, y el apóstol
Santiago e vos de victoria contra moros, enemigos de nuestra Santa fe Catholica
y contra aquellos que fuesen contrarios a la fee de Cristo y en deservicio de
dicho Señor y Rey y del Reino, en favor e ayuda de las viudas e huérfanos, y en
la orden de caballería a todo su leal poder”
Don
Alonso de Monroy, liberado ya del duro y largo cautiverio, en la prisión de
Magacela, siendo confirmado por don Fernando y doña Isabel, Reyes de Castilla,
como Maestre de la Orden de Alcántara, por Real Cédula de 6 de enero, con su
resolución de siempre, actuaba en defensa de los soberanos, postura esta que
coincidía con la de don Diego de Cáceres. Las pasadas inquinas no fueron
obstáculo para llegar a una inteligencia, la fidelidad del Capitán no podía
trastocarse por ningún motivo, aparte de que las faenas a realizar eran
múltiples, por lo que no iban a faltar trabajo para todos, lo primordial era
seguir con las incursiones al país vecino de Portugal, toda vez que don Alfonso
V, seguía manteniendo desde su reino, los derechos de esposo de doña Juana “la
Beltraneja”, para don Alonso de Monroy, quedaron estas aventuras y en rescatar
las plazas que aún quedaban en poder de los nobles que se habían alzado
en rebeldía. Don Diego de Cáceres, siguió con la tarea de propaganda y tratar
de unir a los dos bandos locales cacerenses, florecientes al refugio de la
invasión portuguesa, el Capitán don Diego, era en Cáceres, el fundamento de la
seguridad de los Reyes:
“Doña
Isabel, contaba dentro de la villa cacerense, con fervorosos partidarios, entre
los que se encontraba el Capitán don Diego de Cáceres Ovando”
Siempre
juntos y previsores don Fernando y doña Isabel, trabajaron para despejar
cualquier embarazosa situación, entere Monroy y don diego, y de destacar entre
los cacerenses el lugar prominente que, por sus grandes méritos y servicios,
disfrutaba don Diego el favor de los monarcas, para ello despacharon Real
Cédula en 12 d mayo, dirigida a la villa cacerense, en ella hablaban de ¡ por
causa de algunas torres, que están en algunas casas principales, de dicha
villa, se han hecho y han acaecidos grandes escándalos e movimientos e ruidos e
feridas e muertes de omes”
Para
remediar estos asuntos, habían mandado por Corregidor a Gonzalo Valderrábano, y
ahora ordenaban el desmoche de todas las torres e las casas nobiliarias, con la
única excepción de que pueda don Diego de Cáceres- dicen los monarcas- nuestro
Capitán, labrar su casa que tiene en esa villa cacerense, en la forma y manera
que él quisiere. Mientras la desconfianza era de todos y contra todos, del
único que no las habia era del Capitán, cuya lealtad y heroísmo estaba fuera de
toda duda, y eran premiados con esta excepcional distinción, que lo proclamaban
antes todos y públicamente como el primer paladino cacereño de los Reyes de
Castilla, los que serían conocidos al poco como Reyes Catolicos.
Todas las
torres fueron desmochadas, don diego, en virtud del honrosísimo privilegio,
pudo construir en su solar una hermosa torre coronada de almenas, en memoria de
sus actos heroicos.
(fuentes-Muñoz
Sampedro-Tres Paladines)
(fuentes-Alonso
Maldonado-Hechos de Alonso de Monroy)
(fuentes-Publio
Hurtado-Castillos)
(fuentes-Floriano
Cumbreño-Historia)
Agustín
Díaz Fernández
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