BREVE HISTORIA DE CÀCERES
CXLII
Linajes
Cacerenses XXVIII
Pérez
Crónica
desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Este
nombre viene de, Pero, nombre ambos de lo más usado por la comunidad cristiana,
desde que el Mártir eligió a Pedro como la piedra angular de su iglesia, hubo
Pedro por todas partes, y por consiguiente muchos Pérez, que significa hijo de
Pedro.
De los de
este apellidos, cuyo origen está en todas partes, unos prosperaron meced a su
trabajo y se hicieron más o menos notables, y como es natural otros vivieron
oscurecidos y dados al olvido, así las cosas, de los unos y de los otros los
hubo en la villa cacerense, los que de este nombre eran hidalgos, vinieron de
Segovia, donde gozaban como gente de calidad y eran favoritos de los reyes
cuando doña Berenguela y su hija Fernando III de Castilla, levaron huestes para
auxiliar al monarca leones Alfonso IX, que preparaba la empresa contra el moro
del Tajo hacia el Sur, y ahí fueron algunos caballeros de este linaje a
incorporarse junto ala tropa acaudillada por el Comendador de Uclés, Ruy
González de Valverde, que ayudaron a conquistar la que fuera inconquistable
Hins Qazrix, y que en cuyos campos obtuvieron como premio, extensos predios.
Pascual,
Juan, Maria y Pascuala Pérez
Alla por
los años de 1280, figuraban entre los personajes más destacados de la villa
cacerense, fueron los vendedores de la dehesa de Castil-Guerrero, en el año de
1289, una de sus fincas, Pascuala Pérez, casó con Blasco Muñoz, hijo del
Capitan Juan Blazquez, conquistador de la villa de Cáceres y progenitor de los
Blazquez Mayoralgo.
Gonzalo
Pérez
Contemporáneo
de los anteriores, e hijo de la “Maestra” por ser esta viuda de un Maestre, el
cronista no puede ubicar la denominación del padre, ya que por esa época hubo
varios maestres de ese apellido, uno de ellos Pelayo Pérez, que lo fue de la de
Santiago, y que al donar a Juan Pérez de Badajoz, la dehesa de Guadajira en
1269, elevo la nobleza de alcurnia de los Pérez cacerenses, poniéndola al nivel
de los más ilustres de los de España.
Fernando
Pérez Gallego.
Que fuera
Maestre de la Orden de Alcántara, aunque era de su afición el vivir en Cáceres,
edifico la iglesia de la Magdalena, por el año de 1265, y dejo en la villa
algún sobrino que otro de los Pérez, de la línea de los ricos, y alguno casó
con dama de distinguida familia. Sobre 1312, figuraban entre la buena sociedad
de la villa, Lorenzo, Juan y Urraca Pérez, estos fueron hermanos, Lázaro Pérez,
que dio nombre a la dehesa Casas de Lázaro, y Sebastián Pérez, ue fuera
escribano del concejo, como ya lo era Domingo Pérez y desde 1289.
García
Pérez
A este
caballero lo encontramos en 1317, como personero cerca de la Majestad Real,
librando enconado pleito con el Obispo de Coria, por virtud de cuya gestión el
Rey Alfonso XI, resolvió que, ni el prelado ni el Cabildo de su iglesia,
cobrasen en el término de Cáceres, el montazgo alguno del ganado que viniese de
fuera a pastar en sus dehesas, por ser este derecho concedido a la villa por el
Rey don Alfonso IX, que la conquisto.
Martin
y Alfonso Pérez
Estos
caballeros como persona de gran y buen valimiento fueron regidores de la villa
en 1412, aunque, hubo quien puso en duda su hidalguía, y se vieron obligados a
litigar en tiempos de enrique III, hasta alcanzar la ejecutoria que, fechada en
el año de 1415 presentaron al Concejo.
Ya en
1477, por enredar en las discordias que traían en descaliento a la Orden
Militar de Alcántara, y por favorecer al Clavero de la Orden don Alonso de
Monroy en sus pretensiones de conseguir la máxima autoridad del Maestrazgo,
contra la elección del niño Juan de Zúñiga, hijo de los duques de Arévalo, y
que por tal motivo fueron excomulgados.
Pasando
ya más tarde en el correr de los tiempos a:
Juan y
Martin Pérez.
Que
fueran hidalgos cacerenses, y personas de relevancia, como lo fue en la Orden
Franciscana frey Alonso de Pérez, guardián del convento de San Francisco del
Real, de la villa cacereña en 1521.
Sucedió
que al acabar el siglo XVI, se acabo la importancia, que venia ya en decadencia
de este linaje, mantenida con más pena que gloria por el escribano Pedro de
Pérez Salazar, que vivía allá por 1598, el Procurador Marcos Pérez, que actuaba
como tal a comienzos del siglo XVII, y los escribanos Juan Pérez que ejercía de
su oficio en 1601, Alonso Pérez, que los hacia en 1628, Juan Pérez en 1654, y
Pedro Pérez Ortega que actuaba como tal en 1707.
Como
consecuencia del paso del tiempo, y que este apellido lo tuvo mejor, los
vecinos de la villa con el cognomen Pérez, fueron personas de calidad humilde,
aparecen horneros, aparadores, alfareros, entalladores, hortelanos, trajineros
y un sinfín de oficios manuales, tan solo hay referencia de que destacara en
demasía, y se elevara por encima de todos ellos, un Juan Pérez, apodado “El
Gigante”, y se elevaba por encima de todos los demás de este linaje por que
media cerca de dos varas y medía (2,10 Metros) y que se casó con Juana Jiménez
en 1615, vivían en la calle Caleros, un poco más allá de la ermita del Vaquero,
en una de las casas que hay en la plazuelita que existe a mano derecha, yendo
hacia la Fuente del Concejo, y que hasta hace relativamente poco (siglo XIX)
aún se la conocía como casa del Gigante.
Otros
Pérez, plebeyos todos, vinieron de Portugal a finales del siglo XVI y otros en
el XVII, de Casas de don Antonio, de Malpartida, del Casar de Cáceres y de
algún que otro pueblo más, y hasta alguno lograron un ben pasar, y fundaron
capellanías, pero sin figurar en el ejercicio de la sociedad.
Antonio
Pérez
Este
personaje fue conocido como el Padre Cadete, nació en Cáceres por el 1775, y se
dedicó a la milicia, y en ella debio de portarse con buen merito, y es que al
estar la guerra de la independencia era ya Capitán, narra el cronista, como se
transformó socialmente, que en la víspera de la batalla de los Arapiles, para
acudir a una cita amorosa, cambio de puesto con un amigo, al cual quería como a
un hermano, al volver al puesto, halló el cadáver con el cráneo destrozado por
una ganada, tan grande fue su remordimiento, que siendo respetado por la
muerte, a la que busco con ahínco en acciones sucesivas, terminó por abandonar
el siglo, y se concluyo en un convento de Batuecas, y hacer penitencias, donde
tuvo por celda y dormitorio en tronco cóncavo de una encina, y donde murió en
1849, créanlo quien a si lo quiera.
(fuente
Publio Hurtado-Ayuntamiento)
Agustín
Díaz Fernández

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