BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                           CXXXVIII

Linajes Cacerenses XXIV

Pantoja.

Crónica desde la Calle Cuba de mi Llopis Ivorra

De mucha antigüedad data este linaje, Toledo era su tierra de procedencia y de la familia Armíldez, una de las ocho familias visigóticas de rancia nobleza, y que a pesar de haber caído la ciudad en poder de los árabes, al quedar vencido el rey don Rodrigo, siguieron morando en la ciudad donde eran naturales, conservando, su religión y sus usos y costumbres, con el beneplácito de los invasores, y hasta la mayor parte de sus fueros, esta familia constituyo el núcleo toledano de los llamados Mozárabes, que proviene de las palabras mixti-árabes “mestizos árabes y cristianos”.

Muchos caballeros dieron esta familia a las Ordenes de Militares, siendo muy celebrados en la batalla de las Navas de Tolosa, el Comendador de la Orden de Calatrava, Alonso Pérez Pantoja, que en memoria de aquellos hechos triunfales, adopto por armas de su linaje, la cruz floreteada de su Orden en Campo Azul, conservando como bordaduras jaqueadas en plata y gules, que era el blasón de la antigua familia Almidéz.

Los que más prosperaron de esta familia de hidalgos, fueron los que se vinieron a tierras cacerenses, bajo la protección de Pedro Alonso Pantoja, Maestre de la Orden de Alcántara, en la segunda parte del siglo XIV, muerto en el cerco a Algeciras en 1342, batallando con bravura frente al moro.

Es familia llego a Cáceres, con motivos del casamiento de doña N. de Pantoja, natural de Medellín a mediados del siglo XIV, con don Gonzalo Galíndez, que fuera nombrado en 1389 por el Rey Juan I, Regidor de la villa cacerense, villa en la que estaba avecindado.

Hijo de esta pareja fue, Galán Pérez Pantoja, que tambien fuera Regidor del ayuntamiento cacerense, y unos de los jueces que en 1406 nombraron los representes de la villa de Cáceres y Arroyo del Puerco, para dirimir las contiendas que tenían pendientes ambos pueblos sobre los aprovechamientos de las dehesas de Zafra y Zafrilla, Persona de mucha notoriedad y gran influencia en la villa, y que estuvo casado con doña Maria de Solís, hermana de que más tarde sería Maestre de la Orden de Alcántara, don Gómez de Solís.

Hijo de ese fue, Francisco Solís “el electo” autoproclamado Maestre de la Orden de Alcántara, traidor y felón que con promesas de matrimonio con una de las hijas de don Alonso de Monroy, Clavero de la Orden Alcantarina, y en visita de este último para preparar el evento lo hizo preso, Francisco de Solís, fue muerto en Alburquerque, acompañando las huestes del Capitan Diego de Cáceres Ovando, en la guerra con el de Portugal por los derechos a la corona español de la esposa de este doña Juana “la Beltraneja” dado murete por mano amiga, sucedió que:

“Entablada la batalla con el portugués muy cerca del castillo y villa de Alburquerque, y ya casi anochecido buscando el punto de reunión de las tropas, cayó en una zanja, quedando herido debajo del caballo, a los gritos de ayuda, dio la circunstancia que pasara por las cercanías del lugar, uno de los soldados de a pie del ejercito del Capitan Diego de Cáceres, y reconociendo al herido, Golondro, que así se llamaba el de a pie, y resultando que habia sido criado de don Alonso de Monroy y sabia de la tropelía que habia cometido contra su señor, de un tajo le separo la cabeza del cuerpo”.

Otro de los hijos fue, Pedro Pantoja y Solís, Comendador de Azagala y Piedrabuena, ambas pertenecientes a la Orden de Alcántara y Alcalde de Ugüela en Portugal, con motivo de haber tomado una parte muy activa en la revueltas de los reinos Español y Portugués, principalmente en tierra Extremeñas, y con motivo de las luchas internas por la poltrona de  máxima autoridad de la Orden de Alcántara, a la que pertenecía y de la reñida sucesión a la corona durante los últimos años de  Enrique IV, y  la muerte de este emigró al quedar vencida la causa de Juana la Beltraneja, avecindándose en la ciudad portuguesa de Devora, recibiendo del de Portugal, el Señorío de Santiago de Cáceres, figurando entres los hidalgos de la Casa Real, con plazo de Consejero de la Corona, Señorío y dignidad de la que ya era poseedor en 1482.

Tenía su casa, que era la de sus padres, situada en el Adarve, junto a la Puerta Nueva, en el lugar donde hoy está comprendido el jardín de la casa de los Mayorazgos.

Esta familia de Pantoja, estaba enlazados con los Solís, Galíndez, Alcoces, Riberas, y otras familias no menos distinguidas de la villa cacerense.

Pero ya desde el siglo XVI, el brillo de este linaje se fue perdiendo, los hijos y sobrinos, de los que con anterioridad fueron magnates y grandes hombres, descendieron de hidalgos oscuros y casi sin patrimonio, y los que descendían de hidalgos segundones, tuvieron que buscar el sustento en oficios manuales, concretamente al gremio de zapateros, al que pertenecieron durante varias generaciones.

Tan solo consiguieron sobresalir un pelín de la mediocridad en la que habia caído esta familia de alcurnia, Juana Gómez Pantoja, Viuda de Pedro de Aguilar y el presbítero Juan Pantoja y Pedro González Pantoja, fundadores de capellanías, que servían en la parroquia de Santiago, y Diego Pantoja, que lo era de una Obra Pía en Santa María.

(fuente Publio Hurtado-Ayuntamiento y Familia)

 


Agustín Díaz Fernández

 

 

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