BREVE HISTORIA DE CÁCERES

                                      XLIV

El Fuero Alfonsí

Crónica desde la calle Cuba de mi Llopis Ivorra

Los fueros municipales son la norma reguladora de la vida jurídica local, donde figura el régimen al que se someten los habitantes de una poblacion o de un término, la organización de su municipio y los privilegios, derechos y exenciones de que gozan sus habitantes, tanto individualmente, como colectivamente, no aparecen en la legislación hasta mediados el siglo X, y persisten, como supervivencia particularmente local, en materia legislativa hasta finales del siglo XVIII, desapareciendo como una de tantas consecuencias de la decadencia del régimen señorial y del florecimiento de un nuevo concepto de la monarquía, pero conviven sin embargo durante mucho tiempo con la expansión romano-canónica del derecho, algunas son las que lo asimilan, hasta que acabaron por absorber al municipio regulando la vida colectiva de las localidades.

Antes de aparecer los fueros, en especial en los estados del oeste de la península, particularmente en el reino de León, la principal norma jurídica era el “fuero Juzgo”, y con arreglo a él se resolvían los problemas de derecho durante los tres primeros siglos de la Alta Edad Media, más el particularismo legislativo comenzó a apuntar muy pronto, como consecuencia a los privilegios concedidos por reyes y señores a las distintas localidades y como no tambien por la influencia en muchos casos de la costumbre, acentuándose con la el avance de la reconquista que imponía normas especiales para el régimen de los territorios recién conquistados, produciendo una diversidad que era característica del transito de la Alta Edad Media a la Baja Edad Media, en este caso la vigencia del “Liber Jucditorium” no desapareció ni con el particularismo legislativo que significan los fueros, ni siquiera con la expansión romano-canónica del movimiento legislativo de Alfonso X el Sabio, hasta finales del siglo XIII, las villas del reino de León y Cáceres, luchan para que los pleitos y las alzadas se juzguen por el “libro de Juzgo de León”.

En efecto, Alfonso IX, una vez conquistada Cáceres, promulgada su Carta de Poblacion y constituido el concejo, se enfrentó con la necesidad de concederle un fuero municipal, fuero que era imprescindible para completar la población y consolidar la personalidad jurídica de la Villa recién rescatada, tras la avenencia en Galisteo, le señalo por fuero el mismo que le habia concedido a la ciudad de Coria.

Y como tal el fuero de Cáceres es importado, en esencia es el mismo que el de Coria, y que el de Castelo-Bom, (Portugal) evolucionado por todos los concedidos por el monarca leones a la región de Cima-Coa.

Adaptado a la villa recién conquistada, modificado mas tarde algunas pares para hacerlo compatible con la nueva estructura de Estado derivada de la unión de las dos Coronas, añadiendo otras, según las necesidades especificadas sobre el territorio que habría de regir, y fue norma  de vida en Cáceres, durante los tres primero siglos, a lo largo de los cuales su fuerza leal se fue desvaneciendo poco a poco, motivo, por la aplicación de leyes más generales y por las circunstancias históricas que concurrieron para atenuar su vigencia, perviviendo en todo momento lo más esencial de su espíritu, su rango leones que fue el que dio carácter al territorio cacerense , acentuando su originalidad, a despecho de otras influencias a las que la Villa resistió, encerrándose en un aislamiento, viviendo de sus propios recursos y desarrollando su personalidad.

Confirmación de Fernando III

Sucedió a Alfonso IX, su hijo San Fernando que, habiendo confirmado todos los privilegios que, su padre concedió a Cáceres, la pobló de la más escogida nobleza de los reinos de Castilla, León Asturias y Galicia, por haberse hallado en su conquista muchos caballeros principales, vasallos del Santo Rey, y a pocos años fue Cáceres, uno de los más ilustres solares de caballería de España, y tanto que, según los libros de Moneda Forera llego a contar Cáceres 226 casas de caballeros hijosdalgo y de hijosdalgo de ejecutoria diez.

(Simón Benito Boxoyo-Noticias de la villa)

El incremento de la poblacion durante los diez y siete meses que pervivió Alfonso IX a la conquista de la villa cacerense, debió ser escasa o casi nula, debido entre otras razones, como la pobreza de la tierra y la dificultad para ponerla en cultivo, habia que añadir la peligrosidad que conllevaba ser tierra fronteriza, más habia otra causa mayor, la inseguridad política que se presentía en un futuro próximo en los estados cristianos occidentales, tal era la que impedía un poblamiento de una nueva villa en el reino de León. Alfonso IX, habia transigido con el hecho de ver a su hijo asentado y acomodado en el reino de Castilla por renuncia de su madre doña Berenguela, pero ni esta ni Fernando III, estaban por la labor de consentir   que la herencia leonesa, fuera a parar a manos de las Infantas doña Sancha y doña Dulce, a las que habían jurado fidelidad “doce  hombres buenos”, representantes del primitivo Concejo de Cáceres, siendo el peligro de guerra civil evidente, más con guerra o sin ella, la unión de los reinos se producía, como se presentía en los dos últimos años del reino de Alfonso IX, quedaba en el aire si respetaría don Fernando el pacto jurado entre el Concejo y su Padre, y quizás no sería momento propicio para que la Orden de Santiago, volviera con sus pretensiones sobre la villa, toda vez que el juramento de fidelidad a las Infantas quedaba invalidado al acceder Fernando al trono leones.



Seguía la cuestión de que, el número de pobladores no podía incrementar, los soldados viendo la dura realidad de la tierra, decidieron seguir en la hueste los unos y regresar a sus lugares de procedencia los otros para jactarse de su triunfo, como lo hizo la hueste zamorana, y quedando claro que con la gente de la Transierra no se podía contar; primero porque a causa de la escasez de gente, allí tampoco pudo densificar la población, después porque no era creíble que, los colonos establecidos en las ricas vegas del Alagón, cambiasen su casi seguro bienestar por unos pizarrales del Ribero, el Calerizo cacerense, o las selvas de la Sierra de San Pedro.

Una eventualidad surgió en los primeros años de reinado de Fernando III, que con seguridad tuvo su influencia en el retraso de la poblacion, y es que todas las comarcas leonesas limítrofes con Portugal y como ya nada habia que temer por parte de esta última, ni intervenía en la campaña de reconquista, se dejan al abandono de las Ordenes que las cubren con sus encomiendas, sin permitir otra vida que la de sus vasallos, Fernando III se desentiende ellas, viéndose con claridad, como comenzaba el olvido de estas tierras por otras más agraciadas que Castilla iba incorporando, sin ningún disimulo, ya que el propio Fernando III se encargo de hacer saber a los Concejos de Castllo-Bom y el de Coria, resolviendo reclamaciones relativas a la tramitación de las alzadas “que tiene mucho que hacer por otras partes del reino, y no puede andar por estas tierras tan a menudo, como su padre andaba”.

Más Cáceres no era cosa que se pudiera menospreciar, además de lo que significaba un realengo en aquella época y en la situación geográfica, y cuando las Ordenes iban acrecentando su poderío y riqueza de todo el territorio comprendido entre las cordilleras del Sistema Central y los márgenes del Guadiana, aquí los cristianos encontraron posibilidades de riquezas, que podría representar mucho para la economía nacional, como era el ganadero, y no solo como invernadero para los ganados del Norte, habia algo mucho más interesante, como era una nueva especia de ganado lanar, esta nueva especia era apenas conocida en el resto de la península, y que habría de transformar al completo el estado pecuario del nuevo estado Castellano-Leones.

En el año de 1231 en el mes de marzo y en día 12, estando en Alba de Tormes, se dispone el monarca a fortalecer la fundación de la villa creada por su padre, da conformidad a los puntos esenciales de la primitiva Carta de Población, y en este mismo acto para disipar el principal de los recelos, reitera el pacto jurado entre los pobladores y el Rey, incrementando los derechos, mercedes, libertades y exenciones por éste concedidos, con otros nuevos, y así se promulgo la segunda Carta de Poblacion de Cáceres o confirmación de Fernando III.

Y ya con la Carta de Población confirmada y completada, a los veintitrés meses de la reconquista, Cáceres ve reforzada sus bases de población, y esta comienza a incrementarse con la inmigración de gentes de la meseta, que se unen a los primeros pobladores, salidos inicialmente de las huestes, Fernando III, no se vuelve a ocupar de la villa ni de su territorio, concentrada toda su actividad en la campaña de reconquista, se olvidó por completo del territorio cacerense, a la que de pronto nada se podía sacar, ni tenía nada que ofrecer ni siquiera hombres para engordar sus mesnadas, ¡¡¡ por la sencilla razón de que no los habia!!!.

(Fuente Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)

(Fuente Carlos Callejo-Orígenes)

(fuente Publio Hurtado-Castillos)

(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias)

(Fuentes Orti Belmonte-Conquistas




Agustín Díaz Fernández 

 

 

 

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