BREVE HISTORIA DE
CÁCERES
LXXI
La
leyenda de la Princesa Mansabora
Crónica desde
la calle Cuba de mi Llopis Ivorra
Estamos
en 23 de abril del año de 1229, año de la conquista definitiva de Hins Qazrix,
en favor del cristiano, y existe una tradición a todas luces novelesca y que el
pueblo cacerense, cuenta como sucedió este hecho:
Estando
la fortaleza de Hins Qazrix, en poder del moro, fortaleza que sitiaba el
cristiano desde el día 5 de abril del mismo año sucedió que:
El Kaib
que gobernaba la villa, recibió una embajada mandada por el jefe de los de León
el monarca Alfonso IX, intimándole a la rendición, para así evitar el
derramamiento de sangre, ya fuera la de gente propia o de la sarracena,
prometiéndole grandes cosas y una paz honrosa si accedía a sus requerimientos,
más, acudió en embajada un joven y apuesto capitán de las huestes cristianas,
algunos lo citan como sobrino del propio monarca leones, y que de pasada
entrevió a una hija del muslin, de la que quedo prendando lo mismo que la bella
morita de él.
Algún
cronista cuenta que, la princesita mora solía ir a solazarse todos los días por
la Fuente Fría, y que por aquella apartada zona, y solo acompañada de una de
sus siervas de confianza, se entrevistaba cada tarde con el joven cristiano, y
así día tras día, nació el amor entre ambos jóvenes.
Habia, y
no sé si habrá todavía, por el peñasco que hace declive por la Torre de los
Pozos, y por la calle San Roque, una puertecilla malparada, y con forma de
salida o entrada a una cueva, y en cuyo pequeño reducido recinto desembocaba
una galería subterránea que partía de otro cuchitril próximo al jardín del
impresionante Alcázar, hoy Palacio de las Veletas, donde el amante consiguió
entrevistarse más en secreto con la hija del Kaib, y de cuya voluntad se adueñó
por completo, esta galería que se menciona es la hoy conocida como de la
Victoria.
Ya pasaba
un mes, desde que el de León habia montado y completado el cerco, y ya prometía
ser larga y penosa la toma de la fortaleza, y empezó a impacientarse, y en
estas, alguien notó las ausencias nocturnas del campamento Real ubicado en el
cerro de San Marcos del joven Capitán,
enterado el Rey, ordenó a su presencia al joven, con el motivo de
pedirle explicaciones de su conducta, sin más se franqueó el mozo ante su
monarca, y le comunicó que en breve su amada le ofrecería la entrada a la villa
amurallada.
Y en
efecto, la morita prendada del cristiano, y prendada de amor, la agarena hizo
entrega de la llave del subterráneo que todas las noches le abría una dueña y
por donde el caballero, al mando de un pelotón de gente de armas escogidos,
penetro en el alcázar, era la madrugada del día 23 de abril. Mientras el resto
de las huestes, para distraer la atención de los sitiados, acometían por la
Puerta de Coria, y que desde entonces se llamó Puerta del Socorro, por la ayuda
que prestaron estas tropas a las que entraron por el pasadizo subterráneo.
Más,
existe otra versión, ni tan poética ni tan dada a conocer, pero quizás con más
visos de realidad, que explique la pronta conquista de Cáceres.
La
galería subterránea a la que se hace
mención, y cuya existencia esta por comprobar, y que está obstruida, servía
para aprovisionar la plaza, en caso de necesidad, de agua de oca y leña, cuando
la villa era cercada por el enemigo, cosa fácil para poder burlar la vigilancia
de este al amparo de matorrales que por entonces debían de existir entre la
muralla y el riachuelo que corría no muy lejos de sus cimientos, hoy La Ribera
del Marco, Más los vigías de la hueste cristiana debieron de darse cuenta de
estas maniobras, y preparando debidamente una emboscada, una noche
sorprendieron a un grupo de moros que acarreando leña iban de vuelta para
acceder a la villa por la mina, y ganando la fortaleza por sorpresa en la
histórica fecha.
Ambas versiones,
sin embargo, concuerdan en que la toma de la villa se hizo por la mencionada
vía, y que, aun tomada la posesión del Alcázar, hubo peleas de moros y
cristianos por las calles y plazas, si bien por la sorpresa y los pocos
efectivos moros que la defendían, cedieron al poco, pelea que los muchachos
cacerenses, reproducen en tal fecha apedreándose con brevas verdes que rapiñan
de las huertas del contorno y de la Ribera.
Muy grato
y satisfactorio fue para el Rey Alfonso IX de León y Galicia, encontrarse en
propiedad de una villa tan bien murada, poblada de torres defensivas, colmadas
de almenas, placida y señorial, primera de las etapas con la que pensaba
culminar su existencia guerrera, rehabilitando su buen nombre de las faltas públicas
y privadas que habia cometido durante su larga vida.
Sus
primeros actos fueron convertir en iglesia de cristianos la mezquita de moros,
que una vez consagrada por los obispos de su sequito, fue dedicada al Apóstol
San Mateo, por cuya advocación la conocemos: a formar el concejo con doce
hombres Buenos y a premiar largamente a sus capitanes y soldados, con grandes
posesiones territoriales, de las comprendidas en el extensísimos perímetro
jurisdiccional que le señalo la villa, y le concedió una feria que tenia de
duración del 15 de abril al 15 de mayo.
La orden
de Santiago, así ondeo el estandarte real sobre las torres del alcázar, renovó
sus pretensiones sobre el señorío de la villa, para ello alegaban el derecho de
post liminium “reintegración de lo que habia sido suyo” pero ocurrió que,
enterados al punto de las intenciones de los santiaguistas, los hidalgos y
soldados que, como premio del monarca se proponían asentar en el recinto
conquistado, hicieron presente al de león de sus recelos de que perdiesen
cuanto a la villa adquiriesen o a ella trajesen, si la daban a la Orden o
Magnate.
Y tal
recelo llevo al ánimo real la persuasión de que sus proyectos de repoblación
saldrían baldíos si no aseguraba a sus pobladores absoluta independencia, así
las cosas, prometió que la villa seria siempre de la Corona y ofreció a la
Orden a cambio de sus invocados derechos y pago por los servicios prestados las
Villa de Castrotoraf y Villafacil, (Zamora) que ya en varias ocasiones habían
sido objeto de pleitos entre el Instituto Santiagués y la Potestad Real, más
dos mil maravedis, esto se escrituro al mes siguiente en la villa de Galisteo.
Perdida
ya toda esperanza de que la villa cacerense pasase a ser la capitalidad de la
Hermandad Santiaguista, el Maestre de la Orden, hizo que se retirasen todas las
reliquias que existiesen en Cáceres de este Instituto armado, y como tal se
hizo, incluidas entre estas reliquias los restos del fundador de la Orden y de
otros caballeros en su convento sepultados y trasladados a San Marcos de León.
El Rey
Alfonso IX, cuidando de asegurar el porvenir de sus hijas las Infantes doña
Sancha y doña Dulce, las designo por sus herederas al trono de León y Galicia,
en prejuicio de su primogénito Fernando, que era ya Rey de Castilla, e hico
jurar al concejo que por ello las tomarían y ayudarían, terminado el acto
solemne con la mano en alto añadió:
Yo don
Alonso Rey de León, que recupere Cáceres al culto de los cristianos, doy a
Cáceres con todas sus pertenencias a todos aquellos pobladores que la quisiesen
poblar, excepto a las Ordenes y a los de la cogulla que renuncian al siglo. Y
juro por el hijo de la Virgen Maria, y levanto la mano a aquel que hizo el
cielo y la tierra, que jamás daré esta villa ni sus pertenencias a ningún otro
que no sean mis hijas, y después de mí y de mis hijas a la Real majestad de
León y a ningún otro, y cualquiera de mi
linaje o de la Majestad de León, real o imperial que quisiere quebrantar este
mi juramento o pacto y concierto que hice con mis hijas al concejo de Cáceres,
que sea maldito de mi maldición, del que se digno de nacer de la Virgen Maria,
y sea sepultado en el infierno con el traidor Judas, por todos los siglos de
los siglos Amen.
Todo esto
lo hizo constar en el Fuero, que hizo escribir en Alba de Tormes el hijo
desheredado don Fernando Rey de Castilla en 1 de marzo de 1231.
(Fuentes
Floriano Cumbreño-Historia de Cáceres)
(Fuentes
Publio Hurtado-Castillos)
(Fuente Simón Benito Boxoyo-Noticias)
(Fuente Orti Belmonte-Conquistas)
Agustín
Díaz Fernández
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